Ecos Del Silencio

Capítulo 12: Hermanos de alma

El reloj marcaba la 1:47 de la madrugada.

La tormenta seguía cayendo, y mientras Emmy y Luke dormían, Jade se quedó sentada en el suelo, con la espalda contra la pared y una manta vieja cubriéndole las piernas.

Fabricio se acercó en silencio, dejando su navaja sobre la mesa. Se sentó junto a ella sin decir una palabra.

Por un rato, solo se escuchó el sonido de la lluvia.

—¿Te acuerdas cuando me enseñaste a lanzar piedras al lago? —rompió el silencio Jade, sonriendo apenas.

Fabricio soltó una carcajada baja.

—Claro que me acuerdo. Tenías siete años y decías que cada piedra era una preocupación que querías mandar bien lejos.

Jade sonrió más.

—Nunca fuiste muy bueno explicando… pero siempre estuviste ahí.

Fabricio suspiró, pasándose la mano por el cabello.

—Perdóname, enana. Por no estar en ese campamento. Por no protegerte. Por haberte dejado sola.

Ella negó, apretando su brazo.

—No fue tu culpa, Fabri. Eso no lo pudo evitar nadie. Lo importante es que estás aquí ahora.

Él la abrazó de lado, apoyando su barbilla sobre la cabeza de ella.

—Prometí a mí mismo que si te encontraba, no volvería a soltar tu mano. No importa lo que venga, Jade. Te voy a cuidar… siempre.

Los ojos de Jade se llenaron de lágrimas, pero esta vez no de tristeza.

De alivio.

—Yo también te extrañé, grandulón —susurró, abrazándolo fuerte.

Fabricio sonrió.

—Cuando todo esto pase, te debo una tarde de películas, pizza y videojuegos. Como antes.

—Y me tienes que volver a enseñar a lanzar piedras —bromeó ella, limpiándose las lágrimas.

—Hecho —respondió él, dándole un apretón más.

Se quedaron así un buen rato, como si en ese abrazo pudieran cerrar todas las heridas del pasado.

Dos personas que no compartían sangre… pero sí el corazón.




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