Ecos del tiempo

Capítulo 2: En la Corte

El príncipe Alexander se levantó del sillón y dio un paso hacia la ventana, mirando hacia el horizonte donde las montañas cubiertas de nieve se alzaban majestuosamente. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos rojos y dorados. Pero algo en su expresión mostraba una tensión que no coincidía con la belleza de la escena.

-La corte está dividida. -comenzó, sin volverse a mirarla.- El rey ha perdido el control sobre sus consejeros al caer enfermo, y las disputas internas han llegado a un punto crítico. Algunos de ellos están dispuestos a todo para asegurar el poder, incluso si eso significa aliarse con nuestros enemigos. No puedo permitir que eso suceda.

Lia, aun intentando comprender la magnitud de lo que le estaba siendo pedido, observó al príncipe con más atención. A pesar de su porte sereno, había algo en sus ojos que no podía ocultar: una carga profunda, como si las decisiones que debía tomar lo estuvieran desgarrando por dentro.

-¿Y qué puedo hacer yo? – repitió Lia, aunque esta vez su voz ya no sonaba tan insegura. Había algo en sus palabras que la incitaba a actuar. Algo en la historia de Alexander la impulsaba a querer ayudarlo, aunque no entendiera del todo qué papel jugaba ella en este drama.

Alexander dejó escapar un suspiro y se giró hacia ella. Sus ojos, antes fríos y distantes, ahora parecían buscar algo en los de Lia, como si estuviera midiendo su respuesta, buscando una chispa de comprensión.

-Tu padre. -dijo con gravedad. - Es uno de los más leales aliados de mi familia. Tu nombre tiene peso en la corte. La gente te respeta. Si te alineas con nosotros, los nobles seguirán tu ejemplo. Y entonces podremos hacer frente a la amenaza externa y las traiciones internas con fuerza.

Lia se quedó en silencio. Las palabras de Alexander le calaron hondo. El peso de la situación la ahogaba, pero al mismo tiempo, algo en su interior comenzó a hacer clic. Lira debía haber sido alguien importante, alguien con una influencia que no había imaginado. Y, si esa influencia podía cambiar el rumbo de los eventos, entonces tenía que asumir el desafío.

Pero no solo eso. Algo dentro de ella sentía que este reino, con todas sus sombras y traiciones, de alguna manera estaba conectado con su propia existencia. Quizás, Lady Lira, no solo luchaba por el reino... sino también por su propia salvación, ella dentro de lo que pudo analizar necesitaba cumplir su misión y tal vez así regresaria a su mundo de donde sea que estuviera, pues estaba claro que en su mundo no estaba.

-Lo haré. -repitió pero esta vez con más determinación.

El principe la observó fijamente, y en sus ojos apareció una chispa que Lia no pudo interpretar. Pero antes de que pudiera preguntar algo más, el príncipe hizo un gesto hacia la puerta.

-Hay algo más, Lady Lira. – Su tono se volvió más grave, si cabe.- No podemos confiar en todos los que están cerca. Hay una persona en la corte que podría ser nuestra aliada, pero no estoy seguro de sus intenciones. Te pido que te acerques a ella y averigües lo que realmente sabe.

Lia asintió, se sentía como en jumanji. Antes de que pudiera salir de la sala, Alexander añadió algo que la hizo detenerse.

-Cuídate de Lord Alistair. Es uno de los consejeros del rey, pero su lealtad está en duda. Algunos dicen que tiene tratos con los enemigos del reino. Es una de las piezas más peligrosas en este tablero.

El nombre de Lord Alistair le pareció familiar, como si hubiera oído hablar de él en algún momento, aunque no sabía cuándo o cómo. Decidió guardar esa información en su mente, sabiendo que cada pieza de este rompecabezas debía ser encajada cuidadosamente.

La corte estaba llena de rostros que Lia no reconocía, pero que ahora sentía que debía estudiar con atención. Cada gesto, cada palabra, cada mirada oculta podía ser crucial. Mientras recorría los pasillos, los nobles y cortesanos se apartaban, algunos inclinándose ligeramente en señal de respeto, otros simplemente observándola con una mezcla de curiosidad y cautela. Ella, con sus recuerdos del mundo moderno, se sentía como una extraña en un escenario que no comprendía completamente.

Finalmente, la mujer de la que Alexander le había hablado apareció ante ella. Lady Isolde, una mujer de cabello oscuro y ojos de un verde profundo, con una sonrisa enigmática que no dejaba entrever sus verdaderas intenciones. Al principio, parecía una aliada, pero algo en su actitud hizo que Lia dudara.

Lia observó a Lady Isolde con más detenimiento. La mujer, tan serena y con una sonrisa que bordeaba lo enigmático, parecía no apresurarse en ofrecer su confianza. Su postura elegante, la forma en que la mirada de sus ojos verdes brillaba con un dejo de misterio… todo en ella parecía cuidadosamente calculado.

—Lady Lira, es un placer encontrarnos. —La voz de Lady Isolde era suave, como una melodía lenta, pero había algo en su tono que hacía que las palabras parecieran más bien un desafío. Sonrió ligeramente, aunque sus labios nunca llegaron a mostrar una verdadera calidez.

Lia mantuvo la mirada fija, sin dejar que su incomodidad se notara. —El placer es mío, Lady Isolde. —Respondió, alzando una ceja. La situación era delicada, y aunque no estaba dispuesta a revelar nada sobre su conversación con Alexander, también sabía que no podía mostrarse completamente vulnerable. Lo mejor era seguir el juego, por el momento.

—He oído hablar mucho de ti últimamente. —Lady Isolde dio un paso hacia ella, manteniendo esa sonrisa en su rostro, pero sus ojos, aquellos ojos verdes y profundos, parecían no perderse ni un solo detalle. —Eres famosa por tu inteligencia, aunque también hay quienes susurran sobre tu… independencia.

Lia sintió el peso de las palabras de Isolde, como una carga que no sabía si era halago o crítica. La forma en que había resaltado "independencia" parecía sugerir algo más. ¿Qué intentaba insinuar? ¿Por qué lo había mencionado tan a propósito?




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