La reunión del consejo había sido más complicada de lo normal como lo era últimamente. Las facciones en la corte estaban cada vez más divididas, y la enfermedad del rey no hacía más que alimentar las tensiones políticas. Alexander mantenía el control con una autoridad cada vez más severa, tal como lo había dicho, se estaba convirtiendo en un tirano poco a poco, al ver que la oposición estaba ganando fuerza. El destino trágico que había vivido y leído en el libro parecía estar tomando forma frente a sus ojos.
Y Martina… Martina seguía siendo una pieza clave. Si la historia se repetía, Martina estaba condenada a morir. Lía no podía permitir que eso sucediera. No ahora que tenía el conocimiento y los medios para intervenir. No dejaría que eso sucediera.
Kaelen entro a la habitación sonriendo, pero no era la sonrisa despreocupada y burlona que solía mostrar cada vez que lo veia. Esta sonrisa era fría y calculada, carente de calidez.
—Estaba esperando verle. —Su tono era transmitía una tranquilidad engañosa, los vellos de los brazos de Lia se le erizaron.
Lía dio un paso hacia atrás, sintiendo que algo en el aire había cambiado. Kaelen no solía mirarla de esa manera. Sus ojos verdes, normalmente brillantes de diversión, estaban ahora afilados, como si estuvieran evaluando cada movimiento suyo.
—¿Sucede algo? —preguntó ella con cautela.
Kaelen se sentó en el sillón de la biblioteca de manera elegante pero con una postura que demostraba que estaba en guardia y podía atacar en cualquier momento.
—Esa es una excelente pregunta. —Su sonrisa se amplió, pero sus ojos permanecieron fríos. — ¿Sucede algo, lady Lira? Porque la mujer que está frente a mí… no es la misma que conozco o conocí.
Lía sintió que el aire abandonaba sus pulmones. ¿Qué carajos había pasado aquí?
—¿Qué está diciendo usted lord Kaelen? —inquirió, su voz se volvió tensa.
Kaelen inclinó ligeramente la cabeza, su sonrisa ladeada adquiriendo un matiz peligroso.
—Lo que estoy diciendo es que yo conocí a Lady Lira. La Lady Lira original —el coloco una mano en su barbilla. —Y la Lira que yo conocía nunca habría mostrado la astucia que ha mostrado en el consejo. Nunca habría tenido la fuerza para infiltrarse en una reunión de la oposición. Y, definitivamente, nunca habría mirado al príncipe Alexander de la manera en que lo hace ahora.
Lía sintió un escalofrío recorrer su columna.
—La gente cambia.
—No así. —Kaelen la interrumpió con frialdad. Sus ojos verdes brillaban con intensidad. —No de esa manera. Hasta me estas investigando.
Lía apretó las manos, consciente de que Kaelen la estaba acorralando.
—Yo no he hecho nada.
Kaelen soltó una risa baja, pero no había humor en ella.
— ¿Enserio? –dijo alzando una ceja. —¿sabes que pienso yo? Que no eres quien dice ser, al menos ya no. —Su voz bajó hasta convertirse en un susurro peligroso. —Y lo sé… porque yo tampoco lo soy.
Lía sintió que su respiración se detenía. ¿Qué rayos?
—¿Qué…?
Kaelen se levantó del mueble y camino hacia ella, hasta que la distancia que los separaba se acorto. Su sonrisa se desvaneció y, por primera vez, dejó ver la expresión detrás de la máscara: fría, oscura… y rota.
—Yo también retrocedí, lady Lira, no sé cómo ni porque pero lo hice al igual que usted, y ¿cómo lo supe? por su comportamiento. —Su tono fue implacable. —Porque recuerdo cada detalle de nuestra primera vida, yo siendo un estúpido y tú queriendo tener la actitud de una santa. Recuerdo ver a Lady Martina enamorarse del príncipe. Recuerdo cómo me hice a un lado, pensando que lo mejor para ella era estar con el príncipe Alexander. Y también recuerdo cómo murió.
Lía abrió los ojos con incredulidad.
—Tú…
Kaelen avanza lentamente, su mirada volviéndose más oscura.
—La vi morir. —Su voz se quebró ligeramente, pero la dureza en su mirada no desapareció. —Y esa fue mi mayor equivocación. Dejarla ir. Ceder mi lugar al príncipe Alexander. Pero esta vez… —Su tono se volvió cortante— no pienso cometer el mismo error.
Lía sintió que el corazón le latía con fuerza.
— ¿Quieres salvar a Martina? —Lia preguntó con cautela.
—Por supuesto. —La expresión de Kaelen se volvió afilada, cruel. —Pero no como tú. Tú piensas que puedes salvarla con diplomacia, interviniendo en la corte con movimientos políticos calculados. Yo no soy tan indulgente, ya no.
Lía frunció el ceño.
—¿Qué vas a hacer?
Kaelen la miro, pero sus ojos no reflejaron ningún atisbo de calidez.
—Lo que sea necesario. —Su voz fue un susurro oscuro. —Si alguien se convierte en una amenaza para Martina… lo eliminaré. Si Alexander sigue arrastrándola hacia un destino trágico… lo sacaré del camino.
Lía sintió que un escalofrío la recorría.
—¿Estás sugiriendo…?
Kaelen la miró directamente a los ojos.
—Que no me detendré ante nada.
—¿Ni siquiera ante el príncipe?
Kaelen no respondió inmediatamente. Su silencio fue más revelador que cualquier respuesta.
—Lo que sucedió en la primera vida fue el resultado de las decisiones de Alexander. —Su tono fue frío y calculador. —Si tengo que quitarlo del camino para salvarla… lo haré.
—Ahora mostraste realmente quien eres, se te cayó la máscara.
—Solo te deje ver quien soy realmente.
Lía sintió cómo la presión en su pecho aumentaba.
—Eso sería traición.
Kaelen soltó una risa seca.
— ¿Traición? —Sus ojos se oscurecieron. —No me importa cómo lo llamen. Esta vez, Martina vivirá. Y si para eso tengo que convertirme en el villano de esta historia… entonces lo haré con gusto.
Lía sintió un nudo en la garganta.
—No puedes hacer eso, Kaelen. A Lia ya se le habían olvidado los honoríficos.
—Y ¿quién me detendrá? —Kaelen la miró con intensidad. —¿Tú?
Lía levantó la barbilla, enfrentándola directamente.
—Si hace falta.
Kaelen la observó por un largo momento, evaluando cada detalle de su expresión. Y entonces, una sonrisa ligera, casi burlona, apareció en sus labios.
—Supongo que eso nos convierte en enemigos naturales. —Su tono fue ligero, pero la amenaza subyacente era evidente.
Lía entrecerró los ojos.
—No somos enemigos. Queremos lo mismo, salvar a Martina y al reino.
Kaelen la miro analizándola, pero su expresión no se suavizó.
—Talvez. —Su tono fue peligroso. —Pero si las cosas siguen como van… entonces no tendré elección, yo estoy moviendo mis fichas para evitar la guerra, la información que consigo es real, todo lo hago por ella, no seas un obstáculo.
Kaelen dio un paso atrás, pero su mirada permaneció fija en la de Lía.
—Duerme bien, lady Lira. —Su voz fue un susurro cargado de amenaza. —Porque muy pronto tendrás que decidir qué estás dispuesto a sacrificar para salvarla, si tu posición en el ducado y tus sueños de libertad o algo más.
Kaelen giró sobre sus talones y desapareció en la habitación, dejando a Lía sola, con el corazón latiendo rápidamente y la certeza de que Kaelen ya no era el hombre que conoció en su primera vida. Ambos querían salvar a Martina. Pero estaban dispuestos a recorrer caminos muy distintos para lograrlo.
Ahora todo tenía más sentido con las acciones de Kaelen, ella estaba segura que su regresión fue para tomar mejores decisiones y evitar el trágico destino de muchas familias del reino incluyendo la de ella.
Lia apretó los puños, el deseo de tomar decisiones por sí misma, sin seguir el guion de la historia que leyó era cada vez más fuerte, porque después de su muerte en la historia narraban la caída del reino y el derramamiento de sangre masivo. Tenía que lograrlo.
Un leve suspiro salió de sus labios. En ese momento, recordó lo que había hecho el príncipe en la novela para salvar a su reino: había arriesgado todo, incluido su propio corazón, por el bien común. Pero había perdido.