Ecos del tiempo

Capítulo 13: Desvelando Sentimientos

La tarde se deslizaba lentamente en la quietud del palacio, con el sol sumergiéndose en el horizonte. Los colores del cielo parecían reflejar el estado interno de Lia, una mezcla de pensamientos confusos, inquietudes y la creciente presión de las responsabilidades que ahora llevaba sobre sus hombros. Los tonos cálidos del atardecer contrastaban con el frío de la sala en la que se encontraba, un lugar que últimamente se había convertido en su refugio, pero que en ese momento se sentía ajeno, extraño. Mientras repasaba documentos importantes para la defensa del reino, su mente se encontraba divagando en recuerdos lejanos, pero vívidos.

En la vida anterior, cuando todo aún era claro para ella, Lia había sido la consejera de su padre, ocupando su lugar cuando él no estaba presente en el reino. Aquella posición le había permitido tener un control importante sobre las decisiones del ducado, ganándose el respeto tanto de la nobleza como de la corte. Ella había pasado tanto tiempo en ese puesto que la idea de tomar decisiones por su cuenta no era algo nuevo para ella, pero la magnitud de lo que se avecinaba le resultaba agobiante. Las cartas de guerra que había recibido esa mañana, las noticias de las incursiones en las fronteras y la inestabilidad política le pesaban como una losa. Sin olvidar el tema de Alistair. Sin embargo, su mayor sacrificio había sido su relación con el príncipe, ya no era igual.

El príncipe, quien en esa época aún no había asumido el rol de rey, era alguien con quien Lia había crecido. Se conocían desde niños, compartiendo momentos de juegos y confidencias, como dos almas entrelazadas por los hilos invisibles de la amistad. En su mente, siempre había sido como un hermano para ella. El príncipe nunca fue alguien con quien Lia se hubiera imaginado casarse, pues lo veía más como un hermano mayor que la guiaba y protegía.

Cuando la propuesta de compromiso llegó, Lia no dudó en rechazarla, ella lo veía como un hermano y renunció a la posibilidad de convertirse en la prometida del príncipe, eligiendo en su lugar a Lady Martina, la hija de unos marqueses cercanos. Martina siempre había sido una amiga cercana de los dos y era la más apropiada para el príncipe, quien merecía un amor basado en una verdadera conexión.

-Que estúpida fui. Reflexiono Lia. El remordimiento se apoderó de su corazón.

Lia pensó que su decisión era lo correcto en ese momento. Después de todo, lo que sentía por el príncipe nunca había sido amor, sino un profundo cariño y afecto fraternal, en ese momento su corazón no le pertenecía al príncipe de la manera que el quería. para ese tiempo, la joven Lia pensó que su amistad con el príncipe era lo más importante, y que arruinarla con un compromiso que no sentía genuino sería un error. No podía negar que su posición social era superior a la de Martina, pero Martina parecía la persona ideal para el príncipe. La joven marquesa tenía la delicadeza, la elegancia y la bondad necesarias para convertirse en la compañera perfecta para alguien de la nobleza. Lia creía que el príncipe merecía estar con alguien que lo amara profundamente, alguien con quien pudiera compartir una verdadera conexión emocional.

Sin embargo, ahora todo había cambiado. La Lia que existía antes, aquella que veía al príncipe como un hermano, ya no era la misma, ya no existía. La Lia que había regresado a este cuerpo, la que había recuperado sus recuerdos y experiencias de sus vidas anteriores, no solo se sentía diferente, sino que veía al príncipe con una perspectiva completamente nueva, y ese era el problema, el príncipe ya no estaba soltero y su prometida era su mejor amiga desde la infancia, lo que antes estaba claro ahora era un mar de confusión y dudas. Y para completar la cereza del pastel, el destino terrible que enfrentaría martina si seguía con esa personalidad tan blanda. Lia suspiro, la conciencia le había regresado muchos años tarde.

El príncipe, su mejor amigo, el hermano que nunca tuvo, ya no era suyo. Y, en su lugar, una sensación de celos y desesperación le oprimía el pecho. Sentía que había dejado escapar la oportunidad de estar a su lado, y lo peor era que no podía hacer nada para cambiar lo que ya estaba escrito. A medida que las tensiones crecían y las responsabilidades aumentaban, sus sentimientos hacia él se empezaban a desbordar comenzando a desafiar las barreras que había construido en su corazón. eso era algo que no podía ignorar, aunque lo tratara. Después de que terminara todo esto tendría que irse a su ducado lo más pronto posible.

A la mañana siguiente, Lia se despertó con una sensación extraña que recorría su cuerpo, había recordado por completo sus memorias, ahora recordada a la persona que la regreso, era el príncipe Alexander, él había usado magia arcana para regresarla en el tiempo, esa era una magia prohibida, provenía de un poder ancestral y ese hechizo en específico era unos de los secretos más custodiados de la familia real. ¿Como había regresado Kaelen también en el tiempo? no tenía ni idea, Él no debía estar involucrado en este complicado enredo, pero ahí estaba, de alguna manera, conectado con el mismo giro de los acontecimientos.

Después de que las defensas del reino cayeron Alexander había llevado a Martina a una sala especial de seguridad para la familia real con pasadizos de emergencia, A pesar de la gravedad de la invasión, él la busco y resguardó allí, jurando protegerla hasta su último aliento. Alexander después de recalcarle que no saliera por lo peligroso que era salió de la habitación, el cómo príncipe heredero tenía que ayudar por ello había salido a proteger el castillo de los invasores, pero el destino, como siempre, tenía otros planes. Después de un tiempo, Martina no le hizo caso y salió, se sentía mal que en todo ese caos ella no pudiera hacer nada. no soportaba estar ahí, sintiéndose inútil, mientras su mundo se desmoronaba. La impotencia la devoraba, y no pudo quedarse más tiempo encerrada, y esa fue su perdición.




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