Ecos en la Noche.

Capítulo 7: Enfrentando la Tormenta.

Yisus se adentró en el barco, sintiendo el pulso acelerado de su corazón resonar en sus oídos. Las voces de los hombres llenaban el aire, y el olor a sal y aceite industrial lo envolvía. Sabía que cada segundo contaba; la vida de Laura estaba en juego, y no podía permitirse fallar.

Se deslizó entre las sombras, buscando cobertura detrás de unas cajas apiladas. A través de un pequeño espacio, pudo ver a los hombres trabajando con prisa, cargando cajas en un camión que esperaba en la parte trasera del barco. La situación era tensa, y Yisus sintió que la adrenalina corría por sus venas.

—¡Rápido! —gritó uno de los hombres—. La policía no tardará en llegar.

Yisus sabía que debía actuar antes de que la situación se tornara más peligrosa. Observó cómo uno de los hombres se alejaba del grupo, dirigiéndose hacia una puerta en la parte trasera del barco. Sin pensarlo dos veces, Yisus se movió silenciosamente hacia él, decidido a obtener más información.

Al llegar a la puerta, la abrió con cuidado, asegurándose de que no hiciera ruido. Se encontró en un pequeño pasillo que conducía a una sala de control. Con un vistazo rápido, vio que había un par de computadoras y varias pantallas que mostraban imágenes de diferentes cámaras de seguridad. En una de ellas, vio un rostro familiar.

—Laura... —susurró, sintiendo que el aire se le escapaba de los pulmones.

La imagen mostraba a Laura atada a una silla, con un vendaje en la cabeza. Se veía asustada, pero su mirada era desafiante. Algo dentro de Yisus se encendió; no podía dejar que eso continuara.

Mientras observaba, escuchó pasos acercándose. Sin dudarlo, se deslizó dentro de la sala de control y cerró la puerta detrás de él. Sabía que tenía que ser rápido. Con un par de pulsaciones, comenzó a buscar información en las computadoras.

Los archivos estaban protegidos, pero su mente estaba concentrada. Tenía que encontrar algo que le diera una ventaja. De repente, encontró un documento titulado "Operación Eclipse". Abrió el archivo y comenzó a leer.

Los detalles eran escalofriantes. "Los Cazadores" habían estado operando en la ciudad durante años, involucrándose en tráfico de personas y otros negocios ilegales. Laura era solo una de las muchas víctimas. Con cada palabra que leía, la urgencia de su misión crecía.

—¡¿Qué demonios estás haciendo?! —gritó una voz desde el pasillo.

Yisus se volvió rápidamente y se encontró cara a cara con uno de los hombres que había visto antes. Sin pensarlo, se lanzó hacia él, usando el impulso de su cuerpo para empujarlo contra la pared. El hombre cayó al suelo, sorprendido y aturdido.

Rápidamente, Yisus salió de la sala y corrió hacia donde había visto a Laura. La adrenalina lo impulsó mientras se movía con agilidad entre las sombras. Al llegar a la sala donde estaba atada, se detuvo en seco. La puerta estaba cerrada, pero había una ventana pequeña a un lado.

—Laura... —susurró, acercándose a la ventana.

Ella levantó la vista, y sus ojos se encontraron.

—Yisus... —dijo, su voz temblando—. ¿Qué haces aquí?

—Vine a buscarte. Tengo un plan para sacarte de aquí —respondió, sintiendo que la esperanza comenzaba a florecer.

Pero antes de que pudiera hacer algo, escuchó gritos y caos estallar en el pasillo. Sabía que no tenía tiempo que perder.

—Voy a intentar abrir la puerta. Mantente tranquila —dijo, dirigiéndose a la entrada.

Yisus empujó la puerta con todas sus fuerzas, pero estaba cerrada con llave. Escuchó pasos acercándose rápidamente y sintió que el pánico comenzaba a apoderarse de él.

Con una rápida decisión, se dio la vuelta y comenzó a buscar algo que pudiera usar. En la sala de control, había encontrado un destornillador que ahora podría servirle. Se apresuró a regresar a la sala, y con el destornillador en mano, comenzó a forzar la cerradura.

Los gritos se acercaban, y el sonido de pasos resonaba en el aire. Con un último empujón, la puerta cedió y se abrió de golpe.

—¡Laura! —gritó, entrando rápidamente y encontrándola atada a la silla.

—¡Yisus! —exclamó, sus ojos llenos de miedo y alivio al mismo tiempo.

Con manos temblorosas, comenzó a desatarla, mientras el caos resonaba en el fondo.

—No tenemos mucho tiempo. Debemos salir de aquí —dijo, sintiendo que el peligro se acercaba.

Pero antes de que pudieran moverse, la puerta se abrió de golpe, y un grupo de hombres entró, sus miradas llenas de furia.

—¡Deténganse! —gritó uno de ellos, levantando un arma.

Yisus sintió que el tiempo se detuvo. Sabía que debía actuar rápido. Se interpuso entre Laura y los hombres, su corazón latiendo con fuerza.

—¡No la toquen! —gritó, sintiendo la determinación fluir a través de él.

El hombre que lideraba el grupo sonrió, pero no había nada amistoso en su mirada.

—¿Crees que puedes salvarla? Estás en un lugar donde no tienes poder —dijo, apuntando su arma.

Yisus sintió que la adrenalina lo recorría. Tenía que encontrar una salida, y rápido. En un acto de desesperación, buscó a su alrededor y vio una ventana abierta en la parte trasera de la sala.

—¡Laura, ven! —gritó, señalando la ventana.

Sin pensarlo, se lanzó hacia ella, y Laura lo siguió. El grupo de hombres comenzó a avanzar, pero Yisus ya estaba en movimiento.

Salieron por la ventana, cayendo en un montón de cajas apiladas a un lado del barco. El ruido atrajo la atención de los hombres, que comenzaron a gritar mientras se acercaban.

—¡Corre! —gritó Yisus, tomando la mano de Laura y arrastrándola hacia la oscuridad.

Ambos comenzaron a correr, sintiendo el aire frío de la noche. La estación estaba cerca, y podían escuchar los gritos de los hombres detrás de ellos. Cada paso que daban era un acto de fe, y la adrenalina los impulsaba.

—¿Dónde vamos? —preguntó Laura, su voz temblando por la tensión.

—Hacia la salida. No podemos dejar que nos atrapen —respondió Yisus, sintiendo que el peligro estaba más cerca de lo que quería admitir.




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