La noticia llegó como un susurro en el aire denso de Londres, una tormenta perfecta que los círculos financieros nunca podrían haber anticipado. En la mañana del 15 de noviembre, el patriarca de la familia Vanderleigh, Alexander Vanderleigh, había muerto de manera repentina y poco explicada. Su cadáver fue encontrado en su despacho, rodeado de documentos de importancia crítica, como si el peso de su legado hubiera sido demasiado grande para soportarlo.
El informe oficial mencionaba un infarto, pero todos sabían que había algo más en juego. La repentina desaparición de Alexander no era solo una tragedia personal, sino un vacío político que dejaría la familia Vanderleigh en manos de aquellos más dispuestos a tomar el control.
El poder, como siempre, era un juego de sombras. Y en esas sombras, ya se movían las piezas. El reloj que marcaba el paso del tiempo en la mansión Vanderleigh ya no era el mismo. Los silenciosos murmullos de los sirvientes y los susurros de los consejeros daban lugar a una batalla más grande que cualquier otra que la familia hubiera enfrentado en su historia.
En el fondo, la noticia de su muerte había llegado a oídos de Anastasia Morozov, quien observaba la escena desde lejos. El vacío creado por la caída de Alexander no sería fácil de llenar, pero para ella, significaba solo una cosa: el momento de actuar había llegado.
La caída de un gigante siempre crea una onda expansiva, y en Londres, esa onda comenzaba a sentirse. Los Vanderleigh ya no eran invulnerables. Y las sombras que habían permanecido en silencio por tanto tiempo ahora comenzaban a hablar.
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conspiración geopolítica oscura, romance tenso entre enemigos, intriga de élite y traiciones
Editado: 05.05.2025