La mansión Vanderleigh se encontraba en silencio absoluto, un silencio que solo era interrumpido por los ecos lejanos de las puertas que se cerraban. En la gran sala de reuniones, Anastasia y Mičev se encontraban frente a un mapa detallado de Londres, las marcas y notas en él mostrando la red de contactos y aliados que ella había cultivado cuidadosamente durante los últimos años. La ciudad parecía pequeña en comparación con la vasta red de poder que ella había tejido bajo la superficie.
Mičev, con su rostro habitual de expresión seria, no podía ocultar la inquietud que sentía. A pesar de su lealtad inquebrantable hacia Anastasia, incluso él sabía que el paso que estaban a punto de dar era más arriesgado de lo que habían anticipado. Leopold Hovland no era un hombre con el que se pudiera jugar a la ligera.
—¿Está segura de que Hovland será receptivo a nuestras propuestas? —preguntó Mičev, su tono cauteloso.
Anastasia lo miró, sus ojos penetrantes y calculadores.
—Lo será. Hovland no tiene otra opción. Necesita lo que nosotros tenemos. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a pagar el precio por su lealtad?
Mičev frunció el ceño. Sabía que cada trato con Hovland significaba una deuda, y las deudas con hombres como él nunca se pagaban sin consecuencias. Sin embargo, Anastasia parecía confiada, lo cual no era común en ella.
—No tengo dudas de que puede ser útil, pero su lealtad siempre tendrá un precio. ¿Está usted preparada para lo que venga después?
Anastasia se apartó del mapa y miró a su fiel aliado.
—Lo que venga después no importa. Lo que importa es que, para nosotros, este trato debe ser inquebrantable. Si Hovland quiere jugar en este tablero, tendrá que seguir nuestras reglas. Y si no lo hace, sabrá que lo que ha jugado no tiene retorno.
La conversación se interrumpió con la llegada de Julian Vanderleigh. Él entró en la sala con su aire arrogante y desafiante, como si no tuviera nada que temer. Pero Anastasia no era una mujer que se dejara engañar por las apariencias. Sabía que Julian estaba jugando su propio juego.
—Lady Vólkova, Mičev —saludó Julian con una sonrisa fría—. He oído que están organizando algo con Hovland. ¿Qué me toca a mí en este acuerdo?
Anastasia levantó la vista y le devolvió una mirada calculadora. Sabía que Julian quería un pedazo de poder. Y en esa misma sala, estaba a punto de recibirlo, aunque bajo sus propias condiciones.
—Todo a su debido tiempo, Julian. —Su tono era suave, pero la mirada fija de Anastasia hacía que las palabras sonaran como una sentencia—. Hovland no está aquí para hacer favores. Y usted, señor Vanderleigh, no es el único que busca su lugar en este juego. Pero su tiempo llegará. Si juega sus cartas correctamente.
Julian no dijo nada más. La tensión entre los tres se podía cortar con un cuchillo. Anastasia había jugado con las piezas correctamente hasta ahora, pero sabía que Julian era un rival formidable. La batalla por el poder dentro de los Vanderleigh apenas comenzaba.
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conspiración geopolítica oscura, romance tenso entre enemigos, intriga de élite y traiciones
Editado: 05.05.2025