Ecos en la Sombra

Capítulo 12 – La reina y la sombra

La noche llegó con una quietud inquietante, como si el aire mismo estuviera esperando la caída del telón. Anastasia se encontraba sola en su despacho, observando la ciudad desde las altas ventanas de la mansión. La luz de las farolas parecía reflejar la frialdad de su alma en esos momentos. Había sido un largo camino hasta llegar aquí, pero la última pieza estaba a punto de caer.

En la sala de operaciones, Mičev estaba revisando los informes de los últimos movimientos. El cambio en la estructura interna de la familia Vanderleigh era inminente, y Leopold Hovland aún no se había dado cuenta de que se estaba convirtiendo en un peón más en el tablero. No importaba cuán inteligentes fueran los demás, Anastasia ya había demostrado que el juego de sombras era su especialidad.

—Todo está en su lugar —dijo Mičev, rompiendo el silencio con su voz grave.

Anastasia asintió, pero su rostro no mostraba emoción. La última fase de su plan se estaba ejecutando, y nada podría detenerla.

—El movimiento de Hovland es irreversible, Mičev. Y la familia Vanderleigh no sabe lo que está a punto de ocurrir. Geneviève, Julian, todos ellos están jugando una partida que ya no les pertenece.

Mičev no respondió, pero sus ojos brillaban con una mezcla de respeto y curiosidad.

De repente, el sonido de unos pasos apresurados en el pasillo interrumpió la calma. La puerta se abrió de golpe, y Julian apareció, visiblemente alterado.

—¡Anastasia! —exclamó, respirando con rapidez—. ¡Lo sé! ¡Sé lo que estás haciendo!

Anastasia no mostró sorpresa. Había anticipado este momento. La confrontación entre ellos era inevitable, y había llegado mucho antes de lo que había previsto.

—¿Y qué sabes, Julian? —preguntó ella con calma, mientras se giraba hacia él, su mirada fija en los ojos del joven Vanderleigh.

Julian no titubeó. En su voz resonaba la furia de quien sabe que está perdiendo el control.

—Sé que estás aquí para destruir a mi madre. Para tomar el control de la familia y arrastrarnos a todos con tus manipulaciones. Pero no te lo permitiré.

Anastasia sonrió ligeramente. Sabía que Julian estaba hablando desde la desesperación, pero eso solo demostraba lo cerca que estaba de la victoria.

—Lo que no entiendes, Julian, es que ya no hay nada que puedas hacer. La familia Vanderleigh está condenada. Y tú… bien, tú no eres más que una pieza más en este juego.

El joven Vanderleigh tragó saliva, consciente de la verdad en las palabras de Anastasia. Estaba demasiado tarde para cambiar de rumbo. El destino de todos ya había sido sellado.




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