Era nuestro día libre de labores podíamos levantarnos a la hora deseada y el desayuno dejaba de servirse hasta poco antes del mediodía, después de comer lo suficiente, fuimos a caminar por todo el lugar y le sugerí a Zac que fuéramos a la explanada principal, porque era el único lugar que no conocía aún.
Cuando llegamos el lugar estaba desierto, era un área completamente despejada la superficie era plana, no había rocas en el suelo y en el centro note una tarima de madera en forma circular de aproximadamente 2 metros de diámetro. Nos aproximamos a ella y subimos.
-No sabes qué es esto verdad-. Me dijo y negué con la cabeza. Di una vuelta observando el lugar, no había nada en él parecía un campo de batalla.
-La explanada principal era la antesala de las expediciones-.
-¿Expediciones?
-No sé mucho, porque cuando ocurrían yo era un pequeño y aun formaba parte de los elegidos. Pero después de cada invierno una expedición salía de Galdy comandada por alguno de los generales-.
-¿A dónde iban?
-No sé, pero siempre regresaban menos de los que se iban y cada vez se volvieron más violentas, hasta que los meditadores decidieron suspenderlas. Nuestro planeta es un misterio que los meditadores aun no controlan-.
-¿Y este lugar era el área de entrenamiento?-. Pregunté y Zac asintió con una sonrisa.
-Hasta donde sabemos Galdy es el único lugar que tiene civilización en este planeta… Teegarden B-.
Nos quedamos ahí poco tiempo debido a que era un lugar aburrido para pasar el rato. Me estaba adaptando a Galdy pero conforme pasaba el tiempo encontraba cosas misteriosas y nada de respuestas. Comencé a creer que ya había pasado por esto antes, que el perder la memoria era algo habitual en mí y si era así es probable que haya rastro de ello en algún lugar.
Mi general no me conocía, pero los de asistencia médica posiblemente supieran, ya que ellos cuidan de todos desde pequeños. A la hora del almuerzo le comente a Zac que lo vería más adelante, pues había olvidado algo en la cabaña y a pesar que me insistió en acompañarme logre deshacerme de él.
Cuando llegue a asistencia médica no encontré a nadie por los pabellones, en algún lugar debía de haber registros de todos nosotros, mire a ambos lados y del lado izquierdo había un pasillo que dirigía a una puerta. Caminé en esa dirección en silencio, al parecer no había enfermos que cuidar y nadie estaba en este lugar en día de descanso.
Cuando llegue al final del pasillo empuje la puerta sin perrilla y encontré una pequeña habitación con varias mesas lejos del centro que formaban una u en todo el lugar, sobre ellas habían varios libros con hojas amarillas, unas parecían más recientes y otras muy antiguas pero todas tenían un símbolo, dos semicírculos, el del centro más pequeño que el del exterior.
Deje la puerta un poco abierta para que pudiera entrar luz del día y así no necesitara encender vela.
Encontré una carpeta que decía: productores. La abrí y había una hoja con el nombre de cada chicos que formaba parte de esta sección, eran tantas que me estaba tomando tiempo incluso encontrar la de Zac. Llegue al final de los registros y no encontré nada, miré alrededor y habían más documentos similares, eran demasiados y ninguno estaba en orden, buscar en este lugar seria tarea difícil.
Estaba a punto de rendirme cuando en una de las mesas cercanas a la puerta divisé una carpeta que tenía por nombre: meditadores. La tome enseguida en mis manos y por un momento tuve miedo de abrirla pero la curiosidad me ganó, la primera hoja que encontré era del anciano Carlo al lado de su nombre habían tres estrellas negras estas parecían haber sido hechas con una especie de sello que deformaba la hoja y le incrustaba color junto con forma.
Conocía ese nombre “Carlo”, era el anciano ciego que me encontré el día de mi llegada, leí más abajo y decía: llegada día 8 del ciclo, al amanecer. Expediente médico: cero.
Cerré de golpe la carpeta pues escuché pasos fuera, me sobresalte y enseguida fui bajo la mesa, por si alguien miraba dentro no me vieran. Los pasos se detuvieron y escuche dos voces que hablan en murmullos
-No sé, sabes que nunca dan explicaciones pero la orden fue esa.- Reconocí la voz del general cuatro y temí ser descubierta.
-Claro, hay que vigilar a todos en ese caso.- respondió su interlocutor.
-Vamos, creo no hay nadie aquí.- Dijo mi general y para mi sorpresa me descubrí tapando mi boca con la mano y aguantando la respiración.
Espere unos minutos antes de salir del cuarto de archivo, ya me había demorado mucho y Zac debía estar preocupado, salí con cautela y cerré la puerta tras de mí. Corrí hasta el comedor pero no fue necesario entrar pues Zac estaba parado en la entrada.
-¿Dónde te metiste?-. Me interrogó cuando me acerque a él
-Gracias por esperarme, pero tuve algo qué hacer-. Le respondí, pero Zac estaba enojado y no entendía cuál era el problema.