Ecos: la voz de los inocentes

Los dones

CAPITULO 5

Los dones

Cuando la noche llegó nos dirigimos al comedor. Durante la cena busqué a Daniel, pero no lo encontré. Era extraño y comenzaba a preocuparme.

Luego de la cena nos dirigimos a la cabaña Zac encendió la vela en el cuarto de baño, esperamos hasta calcular que la ronda del general ya hubiera pasado y luego salimos sigilosamente bajo las estrellas. Logramos llegar sin dificultad al lago, como aún no llegaba Abraham nos sentados sobre una roca en silencio.

Después de unos minutos escuchamos pasos y nuestro amigo llegó.

-Muy bien Tea, cuéntamelo todo-. Dijo en cuanto se puso cómodo alado de Zac, yo le narré con todo detalle lo que recordaba de mi experiencia en el bosque, cuando terminé Zac y Abraham intercambiaron miradas y  puedo jurar que incuso se comunicaban sin palabras, en ese momento sentí celos.

-¿Has tenido otro encuentro similar?-. Me preguntó Abraham como si sospechará lo de la estancia médica. Asentí con la cabeza y le conté lo ocurrido esa noche con diferencia que esa vez el sospechoso portaba una capa blanca.

-¿Hay alguna probabilidad que alguien este metiendo esas imágenes en su cabeza?-. Le preguntó a Zac

-No, he estado escuchando su corazón y está limpio.- le respondió

-No estoy entendiendo nada-. Dije molesta, porque ellos hablaban y yo no lograba comprender.

Zac tomó aire y luego me dijo: -Escucha tea, cuando te dije que los meditadores son los encargados de guiar el curso del tiempo en Galdy es la forma condescendiente con la cual nos enseñan aquí, pero Abraham y yo somos testigo que la cosa va más allá de simples revelaciones y predicciones. Los meditadores tienen la habilidad de violar el pensamiento de algunos, e incluso hacerles creer cosas que no son reales.

No podía creer lo que Zac me decía, apenas me estaba adaptando a mi cuerpo, a la idea de que por aquí todos fueran hombres y que los niños siempre estuvieran bien portados y ahora esto, porqué alguien haría tal cosa en este lugar.

-He estado vigilándote desde hace días-. Zac continúo.- Pero nada de lo que te pasó parece ser objeto de manipulación, estas en blanco, cuando los meditadores entran en tu mente suelen dejar rastros-.

-Ahora debemos contarte un secreto-. Dijo Abraham

-Zac y yo somos desertores… eso significa que emergimos con el don de ser meditadores pero renunciamos a eso.

No podía creer lo que me decían, pero luego pensé en todas esas veces que Zac se había quedado tan ensimismado, o la vez que me indico ir al incendio, todo tenía sentido. Presioné mi rostro con las manos y cerré los ojos un momento, tratando de analizar toda la información, sentí la mano de Zac sobre mi hombro y levanté la mirada.

-¿Pero por qué renunciaron?-. Zac me miró y dijo: -Porque no es tan fácil como crees, cuando llegas a ese mundo ellos entran en tu mente para saber qué tan poderoso puedes llegar a ser y te van moldeando para conseguir lo que les conviene, si te opones comienzan a jugar con tu mente, es horrible-. 

-Luego, cuando desertas te acosan hasta que pierdas el don por completo. Te aíslan de los demás, logran que los demás vean como vergüenza tu soledad todo ello para dañar tu corazón y que poco a poco vayas deseando no tener el don hasta que un día despiertas convencido que ya no está más-.

-Pero… ¿y ustedes?- Pregunté.

-Nosotros somos los únicos que hemos logrado burlar a los meditadores y conservar parte de nuestro don-. Me confesó Abraham.

-¿Y todo eso qué tiene que ver conmigo?-. Les pregunté

-Mucho Tea. Dijo Zac. –Hay otra persona que ha tenido una experiencia similar a la tuya en el bosque y esa es Abraham. 

-Ocurrió cuando aún era un elegido, no recuerdo bien lo ocurrido porque ellos borraron parte de mi memoria, recuerdo que estaba en el bosque y huía con desesperación, iba descalzo por lo cual corría con dificultad. Recuerdo que una persona como la que tú describes me perseguía. Tenía aproximadamente la edad de Daniel-. Dijo Abraham  

 -No sé lo que ustedes piensen pero he notado que Daniel desaparece por periodos largos de tiempo-.

-Ahora que lo dices, tienes razón-. Dijo Zac. –La verdad es que he puesto mucha atención en ti que no había notado eso.

-Yo escuche algo-. Dijo Abraham. -Fue sin querer pero escuche hablar al general Gabriel, dijo que Daniel estaba dando muchos problemas pero no querían deshacerse de él.

-¿A qué crees que se refería?-. Preguntó Zac  

-Supongo que a lo habitual, se resiste a seguir los estándares-.

-Pero entonces, por qué no se desasen de él como muchas otras veces han hecho-. Comentó Zac

-Eso es lo que tenemos que averiguar y luego, debemos seguir con el incognito de la capa.

Nos fuimos a las cabañas, Zac y yo fuimos los primeros en quitarnos del lago y Abraham esperaría unos minutos para luego volver a su cabaña.

A la mañana siguiente cuando llegamos al comedor, nos percatamos que Daniel tampoco estaba e ideamos un plan para poder hablar con los elegidos, pues Zac me explicó que siempre estaban vigilados por el general Gabriel e incluso estaban acompañados por un discípulo. Zac me dijó que en cuanto ellos salieran del comedor le diría al más pequeño, quien era Julio,  que se alejara del grupo pero necesitaba usar su don para ello; y los meditadores podrían detectarlo al estar tan cerca.




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