CAPITULO 8
“Relatos”
Como era fin de cosecha teníamos tres días libres antes de comenzar con nuevas tareas en el taller, lo cual sería eventualmente mientras reanudábamos labores en el campo de trigo; este daba inicio con una gran fiesta nocturna en la explanada a la cual todos llamaban “la gran hoguera”. En Galdy solo existían dos periodos importantes: el primero daba inicio al verano, era una ceremonia sencilla, el segundo celebraba el inicio del otoño y de la preparación de la tierra para la plantación del trigo. Esta sería mi primera celebración y realmente estaba emocionada.
Era un día soleado y caluroso, entonces se nos permitía ir al lago a nadar. Zac estaba platicador y animado como la mayoría de los días de este último ciclo, yo disfrutaba de sus charlas interminables; cuando llegamos al lago ya había varios chicos disfrutando del día.
-Busca un lugar.- Me dijo, luego se quitó la camisa y camino hacia el lago. Como otras veces me quedé mirándolo hipnotizada, porque era inevitable no hacerlo, disfrutaba tanto su compañía, sus días alegres y odiaba los momentos de silencio cuando solía guardarse los pensamientos para sí mismo.
-¡Eey!, miren chicos aquí tenemos al par de raritos que ahora son sombra-
Alan se había aparecido tras de mí, no tenía ganas de discutir con él, nada podría arruinar este día de descanso y más porque las cosas parecían ir mejor, pero claro tenía que llegar Alan.
-Ahora entiendo cómo es que Zac encontró sombra, si mira a Tea, es igual de fenómeno- completó Marcos y todos rieron a carcajadas casi al unísono.
-No estoy de humor para escuchar tus chistes Alán y menos el de tus pares-
Alán se acercó a mí y quedó tan cerca que nuestras narices casi se tocaban, luego me toco el hombro con el dedo índice, en actitud agresiva y retándome.
-¿Qué dijiste insolente?- me provocó
-Lo que escuchaste-
Camine en sentido contrario, evitando sus provocaciones.
-¡Te estoy hablando Tea!- escuché gritarme pero no hice caso, lo que no vi fue que Zac había salido del lago para confrontarlos.
-¿Qué es lo que quieres con nosotros Alán?- escuché y en seguida regrese a donde estaban.
-Vamos Zac, no vale la pena- lo tome del antebrazo pero no me hizo caso.
-Déjalo Tea, se siente importante ahora… ya no es “el rechazado… ¡el desertor!”- se burló Alan y todos volvieron a reír.
Zac se enfadó y le pego un puñetazo en la cara, lo tomé por la cintura para alejarlo de Alan pero era tarde, Tito nos empujó; caí al suelo y rodé lejos de ambos.
Tito comenzó a golpear a Zac y me puse de pie tan rápido como pude pues, Alan se había repuesto del golpe y venía a la revancha. Estábamos en desventaja, solo había una opción: separar a Zac de Tito, que intercambiaban golpes en el suelo y huir de ahí, o nos pondrían una paliza.
-¡Zac, vamos!. - Lo jalé por el brazo deteniendo un peñazo que iba dirigido a la nariz de Tito, debió leer mi mente, pues se levantó a prisa y nos alejamos corriendo. Por suerte Alán era cobarde como para seguirnos y prefirió quedarse auxiliar a Tito.
No paramos de correr hasta que llegamos al campo de trigo y buscamos sombra donde nuestro general solía vigilar los días de cosecha. Miré a Zac y me alegré, pues estaba ganando la pelea; solo traía un morete en el ojo izquierdo.
-Hace tiempo que tenía ganas de ponerlos en su lugar, nunca creí que Tito fuera tan lento para lanzar golpes, casi ni metió las manos- dijo alegremente.
-Tú me tomaste por sorpresa, creí que la violencia no era lo tuyo-
-Ya estoy harto que nos molesten sin razón alguna.
Nos quedamos ahí por varias horas, riendo y recordando la pelea. Zac me contó de algunas aventuras que ha vivido en todo este tiempo en Galdy las cuales me parecían muy interesantes, pues luego de ser desertor había pasado por todos los oficios hasta encontrar el suyo, incluso había formado parte de las filas de las expediciones, aunque nunca llego a salir a una, sin embargo entrenaba tan duro como para una guerra, es por ello que tenía habilidad para la lucha de cuerpo a cuerpo.
-¿Podrías enseñarme algunos trucos de batalla?-
-No soy muy bueno enseñando, pero creo que podemos hacer algo- dijo con modestia
-¡Excelente!- Me puse en guardia.
Lo primero que me enseño es como protegerme de los puñetazos que lanzaba fingidamente, para que pudiera acostumbrarme a protegerme la cara, una vez aprobada la primera lección me enseño como usar mi propio peso en contra del enemigo y luego de ello la forma correcta de patear y los lugares más efectivos.
-Lo primero que debes procurar es derribar a tu enemigo, eso los desestabiliza y lograras tener ventaja, ya sea para correr o atacar- me explicó detenidamente y luego me enseñó la forma correcta de hacerlo.
No había tenido una tarde tan productiva como esta en Galdy. Luego de la enseñanza Zac me contó que eso no era todo lo que sabía, sino que los generales le habían obligado aprender a luchar con un arma que el detestaba, era una especie de sable que media cerca de 120 centímetros pero tenía ambas puntas muy afiladas, el arma era de un metal ligero pero letal y podía lazarla a su enemigo hasta cinco metros.
Ese mismo día me contó sobre la gran hoguera, para él era una fiesta abrumadora pues la mayoría de los chicos estaban acompañados de su sombra par, él asistía unos cuantas horas para convivir con Abraham pero en los últimos años este no había estado pues el trabajo en la cocina lo sobrepasaba.
Me contó que todos asistían con sus ropas de gala y algunos encargaban nuevas con Tony pero eso se debía hacer con mucho tiempo de anticipación o este nunca las terminaba.
Zac no me lo había pedido pero estaba segura que iríamos juntos a la gran hoguera, pues ahora éramos sombra, sin embargo sospechaba que rechazaría mi invitación, algo me decía, por las pocas veces que hablábamos de ello, que este año tampoco asistiría, a pesar que ya estábamos juntos.