Ecos Profanos

III- Progreso a Coste Humano:

¡Qué ironía descomunal! En la era de la conexión sin fronteras, se oculta la desconexión más profunda.
Facebook, ese gran leviatán digital, revela sus fauces codiciosas a través de los escándalos y las fallas que
Jeff Horwitz expuso sin piedad. ¿Qué podría haber hecho Zuckerberg y no hizo? ¡Ah, las preguntas
incómodas! El Código roto se despliega y nos muestra una voracidad desmedida, una política agresiva de
ampliación de mercado que no entiende de ética, solo de números.

Pero este teatro de absurdos no se limita a los bytes y las pantallas. Los grandes pensadores de la
economía, François Quesnay, Adam Smith, David Ricardo, Karl Marx, Vilfredo Pareto y Simon Kuznets,
con sus complejos tratados sobre desigualdad y distribución de la renta, se retuercen en sus tumbas al ver
cómo sus teorías son prostituidas por el mercado neoliberal. Branko Milanovic, desde la Universidad de
Belgrado, intenta ser la brújula en este mar de caos, ofreciendo una visión accesible, pero ¿de qué sirve
entender si el sistema está diseñado para perpetuar la opresión?

Siddharth Kara, en su viaje a la República Democrática del Congo, desentraña otra capa de esta
explotación global. El 75% del cobalto que alimenta nuestras pantallas y vehículos eléctricos proviene de
manos infantiles, de pozos tóxicos controlados por milicias. ¡Qué puto infierno disfrazado de progreso!
Desde el pozo hasta las fábricas tecnológicas, la cadena de suministro es una línea continua de sufrimiento
humano.

Esta realidad mordaz nos grita: **la abolición de estas estructuras es urgente**. No se trata solo de
mejorar condiciones, sino de erradicar un sistema que se sustenta en la esclavitud moderna. Como bien
dijo Marx, “los trabajadores no tienen nada que perder más que sus propias cadenas”, y vaya que esas
cadenas hoy son tecnológicas, invisibles, pero no menos opresivas.

En este circo macabro, donde el capital dicta la norma, no nos queda más que alzar la voz, no con
delicadas palabras, sino con la fuerza de la verdad. Porque detrás de cada pantalla, de cada transacción,
hay una historia de explotación que debe ser contada, y un sistema que debe ser destruido. ¡A la mierda
con sus políticas de mercado y sus teorías de expansión! La verdadera revolución será abolicionista o no
será.



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En el texto hay: porcinopoesia, mra

Editado: 01.09.2025

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