Ecos Profanos

XV- Jung y Sus Fantasías Esotéricas

Ah, Jung, el venerado gurú de los desvaríos profundos y las sombras omnipresentes. Se dice que sus
textos, aquellos delirios manuscritos, ofrecen la guía necesaria para navegar la tormenta de una “crisis de
sentido” global. ¡Qué conveniente! Un charlatán que predica la salvación a través del caos personal,
mientras el mundo se desmorona.

¿Y qué tal sus famosos “Libros Negros”? Un manual para liberar la luz de las sombras. ¡Qué poético! Sin
embargo, hay quienes no están tan impresionados con su misticismo barato. Críticos como Richard Noll,
en su libro “The Aryan Christ: The Secret Life of Carl Jung”, no dudan en desmantelar sus teorías con
una veracidad feroz, llamando a Jung un delirante, un narcisista perdido en sus propios laberintos. Noll
no tiene pelos en la lengua: “Jung es un charlatán que vende humo esotérico envuelto en verborrea”.

La frase “Tú eres en Dios cuando tú eres en ti mismo” se repite como un mantra vacío, una forma
pretenciosa de decir que debemos enfrentarnos a nuestros demonios internos. ¡Vaya revelación! No es más
que una manera sofisticada de justificar la autoindulgencia y el escapismo.

Bernardo Nante, otro acólito del culto junguiano, se regodea en la riqueza “visionaria” de estos textos.
Supervisa traducciones como si fueran obras divinas, cuando en realidad no son más que los sueños
febriles de un hombre atrapado en su propio ego. C. G. Jung, con su insistencia en que la destrucción
ambiental y la enajenación tecnológica son síntomas de la pérdida del alma, no hace más que reciclar
miedos ancestrales con un barniz moderno.

Nos hablan de “un noctario, con visiones, sueños y reflexiones” como si fueran revelaciones sagradas.
Pero, ¿quién puede tomarse en serio las elucubraciones de alguien que se creía un profeta? Thomas Szasz,
en su crítica feroz, etiquetaba a Jung como un manipulador de símbolos, un maestro de la charlatanería
psicológica.

Los textos de Jung no proponen recetas ni doctrinas, claro, porque son demasiado incoherentes para
formar una narrativa coherente. Sus seguidores insisten en que no es una nueva religión, pero su devoción
ciega dice lo contrario. ¡Jung anticipó las guerras mundiales, dicen! Por favor, eso es darle demasiada
importancia a los sueños febriles de un hombre perturbado.

En resumen, Jung y su obra no son más que una maraña de autoengaños, una excusa para la
introspección interminable que no lleva a ninguna parte. Como bien dijo R. D. Laing, otro crítico acerbo:
“Jung es un embaucador que ofrece espejismos en lugar de soluciones reales.”



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En el texto hay: porcinopoesia, mra

Editado: 01.09.2025

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