Ecos Profanos

XVI- “Leibniz: El Chamuyo Cósmico”

¡Basta ya de alabanzas huecas y de exaltaciones estériles! Leibniz, ese “Hércules cogitante” con sus putas
mónadas y su “armonía preestablecida”, no es más que un chamuyero de la represión, un engranaje más
en la maquinaria sofocante de la cultura opresiva. ¿Qué carajo nos importa su joroba, sus malditas
proezas, si todo lo que hace es justificar un cosmos donde la miseria y el dolor son ineludibles, todos parte
del “mejor de los mundos posibles”?

Nietzsche, ese verdadero azote del pensamiento pusilánime, lo dice sin remilgos: “Dios ha muerto”. ¿Y
qué es este Dios, sino el pináculo de la represión, el ojo omnipresente que impone la moral de los esclavos?
Leibniz y su cohorte de filósofos de salón no son más que los profetas de una cultura decadente, que eleva
el sufrimiento a virtud y la resignación a dogma. Su famoso “principio de razón suficiente” es un truco
barato para justificar cada injusticia, cada lágrima, cada grito de desesperación que el universo, en su frío
e implacable curso, inflige.

¡Qué ironía, qué puta ironía, que un tipo tan supuestamente sabio no haya visto que su Dios no es más
que un verdugo! Nietzsche se burla, se caga en estos postulados: “La fe en el Dios de Leibniz, un mundo
de ‘mónadas’ y ‘armonía preestablecida’, no es más que la máscara de la cobardía, del temor a enfrentar la
realidad desnuda y cruel del poder, del dolor y de la muerte”.

Leibniz, con su teodicea de mierda, intentando justificar el mal bajo el manto de un Dios “moralmente
bueno”, no es más que el defensor de la esclavitud cósmica. ¡A la mierda con su máquina de cálculo y su
cosmismo de pacotilla! Mientras vos, lector, te ahogas en la angustia existencial, Leibniz te ofrece su
“monadología” como una estúpida aspirina para el dolor cósmico.

¿Y qué mierda es esta “filosofía hiperconectada” sino otra forma de mantenerte atrapado en la red del
conformismo y la obediencia? Nietzsche lo deja claro: “El Estado es el más frío de todos los monstruos
fríos. Miente fríamente; y esta es la mentira que se desliza de su boca: ‘Yo, el Estado, soy el pueblo’”.
Leibniz, en su diplomacia y teología, no es más que un lamedor de botas del poder establecido, un
apologista del statu quo que pretende disfrazar la opresión con la máscara de la razón y la necesidad.

¡Rompe con esas cadenas invisibles! No permitas que te adormezcan con sus mónadas y sus cálculos
infinitesimales. Es tiempo de despertar, de abrazar el caos y la crueldad de la vida, sin las ilusiones de un
“orden divino”. ¡A la mierda Leibniz y su puto Dios! Nietzsche lo sabe, vos lo sabés: “Debemos tener caos
dentro de nosotros para dar a luz una estrella danzante”.



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En el texto hay: porcinopoesia, mra

Editado: 01.09.2025

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