Las últimas semanas he hablado de Platón, ese charlatán de ideas mesiánicas, el eje de otros grandes
pensadores hasta el siglo XIX. Pero antes de ceder el espacio a Aristóteles, no olvidemos al maestro e
inspiración de Platón: Pitágoras, otro farsante que intentó imponer su cultura represiva. Ambos merecen
ser borrados de la faz de la tierra. Sí, hay que matar a Platón y Pitágoras, hijos de mil putas.
Pitágoras fundó una escuela en Crotona para adoctrinar a sus seguidores con su mística numérica,
vendiendo la idea de que los números son la esencia de todas las cosas. ¡Qué ridiculez más grande! Platón,
por su parte, adoptó esta basura y la desarrolló en su teoría de las “Formas”, donde las entidades
matemáticas perfectas son el modelo de todo lo que existe en el mundo sensible. Según ellos, la verdad
última de las cosas se encuentra en los números y en el mundo de las “Formas”, más allá de la realidad
sensible. ¡Qué gran mierda! Estos dos imbéciles fundaron escuelas donde adoctrinaban a sus seguidores,
lavando les el cerebro con una educación que abarcaba desde las matemáticas y la filosofía, hasta la
música y la gimnasia, pretendiendo que la educación era fundamental para el desarrollo humano y la
construcción de una sociedad justa. ¡Pura Patrañas!
Ambos compartían la ridícula creencia en la inmortalidad del alma y la reencarnación, ideas que
justificaban el sufrimiento humano y la injusticia. ¡Qué conveniente! La reencarnación, según estos dos
idiotas, es un proceso natural de la vida atada a la materia y a la verdad de las cosas. Pitágoras, con su
visión mística y metafísica, enseñaba que las almas eran inmortales y pasaban por ciclos de reencarnación.
Platón, en sus diálogos, amplió esta mierda de idea, argumentando que el conocimiento verdadero solo es
alcanzable cuando el alma se libera de las distracciones del cuerpo. ¡Vaya mierda de pensamiento
represivo!
Pitágoras y Platón han impuesto una cultura represiva que aún resuena en la filosofía occidental. Sus
escuelas y seguidores han perpetuado ideas tóxicas que han convertido la búsqueda de la verdad en una
prisión intelectual, una cárcel de la mente. Pitágoras, con su “teorema de Pitágoras y la hipotenusa” , y
con su mística y sus enseñanzas sobre la inmortalidad del alma y la armonía del cosmos, dejó un legado
profundo y duradero que no merece ni el más mínimo respeto. Su influencia en Platón, y a través de él, en
toda la tradición filosófica occidental, es un testimonio de la perdurable relevancia de sus ideas opresivas.
Platón, con su Puta Academia en Atenas, fue odiado y amado. Sus propuestas políticas radicales en “La
República”, su visión del alma y la inmortalidad, y sus ataques a los mitos tradicionales fueron temidas
por algunos y veneradas por otros. Pero no nos engañemos, Platón y Pitágoras convirtieron la búsqueda
de la verdad en una prisión intelectual, una cárcel de mierda que merece ser destruida.
Hay que matar a Platón y Pitágoras, porque son dos hijos de mil putas, por sus ideas filosóficas de
pensamientos represivos y sus enseñanzas tóxicas que han contaminado generaciones de mentes. Que se
pudran en el olvido junto con sus falsas promesas de una verdad última y un alma inmortal. Sus ideas no
merecen más que nuestro desprecio. Que sean borrados de la faz de la tierra y de nuestra memoria
colectiva. “Hay que Matar a Platón”.