Edward

Capitulo 2 - Dejarte ir

Pasaron 3 meses; estaba encerrado en casa, no salía, no hablaba con nadie, solo tenía el corazón destrozado; pensaba una y otra vez: "¿Qué hago con este amor que era para ti, a pesar de lo que sucedió? Todos los problemas y alegrías que pasamos juntos, fue mucho tiempo a tu lado; me preguntaba mil veces: "¿por qué estabas con Michael?". ¿Ya no me amabas? "¿Qué hago después de ti, después de perderte?". Tantas preguntas y sentimientos que te fuiste sin escucharlos. "¿Por qué no me lo dijiste? Si me querías dejar, lo hubiera aceptado, te dejaría ir sin pensar, pero ¿por qué me lo ocultaste? "¿Por qué pasó esto?" Es algo que no sale de mi mente.

Tenía pesadillas todas las noches, me despertaba aturdido y lo veía en casa caminando por todas partes; no comía, no hacía nada, solo estaba recostado en el lugar donde él dormía. Mi casa era un desastre; pensaba que si ya no estaban sus cosas, sus recuerdos también se irían, así que tiré y destrocé todo, no solo su estudio, todo lo que había comprado, hasta la más pequeña cosa, pero no fue así. Todavía seguía atormentándome, o creo que yo era el que me aferraba y no lo dejaba ir.

Después de ese gran golpe en mi vida, no tenía rumbo, no sabía cómo comenzar otra vez. La gente me buscaba, mi familia se cansaba de ir a golpear mi puerta; yo ignoraba todo lo que pasaba a mi alrededor, solo podía pensar en mis alumnos, que mi trabajo era lo que más amaba, pero aun así saqué licencias y puse mil excusas.

Salí solo un momento; después de semanas estaba muy mal. Llegué a la cita con mi psiquiatra, me recetó pastillas para dormir y antidepresivos; solo al verme ya se imaginó lo que me estaba pasando. Compré lo que me recetó, volví a casa, tomé las pastillas y me acoste; no levanté nada ni miré la casa, solo quería dormir y olvidar.

Una mañana escuchaba el timbre a lo lejos; estaba tapado hasta la cabeza y solo pensaba que ya se iba a ir la persona que tocaba, como pasó con todos los que fueron. De repente escuché voces de jóvenes que hablaban y gritaban:

—¡Profe, profe! —¡Lo extrañamos, vinimos a verlo! —Me levanté rápido, abrí la puerta; eran mis alumnos. Ver sus caras de alegría y euforia al verme hizo que me salieran las lágrimas de alegría, un sentimiento que no había sentido hace bastante tiempo. Entraron corriendo y me abrazaron; fue algo que reanimó mi vida, hicieron que me diera cuenta de que muchas personas esperaban por mí, que no estaba solo. Esa tarde me ayudaron a acomodar mi casa; era algo de lo que yo estaba muy avergonzado. "¿Qué pensarán los chicos? "Esto es un desastre". Al verme así, ellos se rieron de mí, me decían:
—Lo entendemos, pasó por algo muy difícil, no se preocupe. —¿En qué momento crecieron tanto? Así que seguimos y tiramos todo, hablamos, me contaron sus anécdotas, chismes que tenían, insistieron en que vuelva a trabajar, también que cuide mi salud. Me dijeron que estaba muy deteriorado y se los prometí, que sí volvería, también que cuidaría de mí; solo se fueron contentos, bulliciosos como siempre, con la esperanza de que yo volvería a la realidad.

Cerré mi puerta; la sonrisa no se iba de mi rostro. En ese instante llamé al director y le dije que al otro día iría sin falta, corté la llamada y me puse a acomodar mis cosas que habían quedado. Me bañé, me acerqué al espejo para afeitarme y vi mi cabello. Me sorprendió porque lo tenía largo; solo lo dejé así. También comí, preparé mi traje y los papeles para volver después de tanto tiempo encerrado.

Acomodando los papeles encontré fotos de Lucien; solo las quedé mirando, y después de un momento las guardé en el escritorio. Ya no quería seguir encerrado con su fantasma; solo podía pensar en volver a la escuela.

Al otro día me levanté y me preparé, muy emocionado, como si fuera la primera vez que trabajaba. Me paré en la puerta de casa, me quedé un momento observando hacia adentro; muchas cosas y recuerdos de ese tiempo encerrado desbordaron mi mente, pero cerré los ojos y pensé: "Ya es hora, es hora de que te vayas, Lucien, es hora de dejarte ir". Me di la vuelta, subí a mi auto y empecé mi viaje hasta la escuela. Llegué y todos me estaban esperando; los chicos prepararon mi bienvenida. Fue muy hermoso ver todo el cariño que me demostraban. Me hicieron sentir que todavía tenía cosas en mi vida por las cuales pelear y seguir adelante. Empecé mi trabajo de nuevo muy feliz, después de tanto tiempo perdido en mi dolor.




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