Edward

Capitulo 10– Derrotado

Logré poco a poco mover mi mano para acariciarle su cabello rubio; se despertó y me miró fijamente. Sus lágrimas comenzaron a caer, me agarró las manos y me decía:
—¡Gracias a Dios, que estás despierto! ¡No sabía qué hacer! Estoy muy feliz de verte despertar. —Verlo me llenó de alegría, pero por otro lado, me sentía fatal por lo que estaba pasando; además, me dolía todo el cuerpo. Yo también comencé a llorar. Se acercó y me besó; yo no podía hablar, pero al sentir el calor de sus manos y de sus besos, en un momento me quedé dormido. Me sentía seguro a su lado y lo extrañaba demasiado.
Me volví a despertar, y él no estaba; también me dolía mucho la cabeza; pensaba: "¿Ahora qué le digo?,¿Me va a perdonar? No quiero que se derrumbe frente a mis ojos".
Después de un rato llegó mi madre, lloraba desconsoladamente y me decía:
—¿Por qué, hijo mío, no me lo dijiste? No sabes lo preciado que eres para mí. —Yo lloraba mucho.Ágata, salía mi voz; le dije:
—Lo... sien...to... —Mi madre peor se puso. En ese momento llegó mi hermana con Alex; ella abrazó a mi madre y él se me abalanzó sobre mí, me apretaba con fuerza. Lo miré y le dije:
—Hola... Cari...ño —con mi voz entrecortada muy baja, me miró y sonrió, comenzó a besarme, también me volvió a apretar, casi me saca los cables y el suero que tenía puesto. No se despegaba de mi lado en ningún momento; entonces llegó el médico.
—Hola, ¿cómo están? Mi nombre es Octavio Shert, soy médico de Edward, y quisiera informarles que él tiene un cáncer de pulmón que recién está comenzando. Estuvo tomando unas medicinas que le recetamos, pero no hicieron efecto. Necesito que sean fuertes para avanzar en el tratamiento. —Un silencio penetrante se apoderó de la habitación; yo sentía que me faltaba el aire, por todo el peso de esa situación y la culpa de guardar este secreto todo este tiempo. Me comenzó a faltar el aire aún más al enterarme de que fue en vano todo lo que hice este tiempo.
Los apartados comenzaron a sonar y yo tocaba mi pecho; fue un desastre, los tres lloraban y gritaban desconsoladamente, y mi médico me atendía apresurado; observaba cómo se movían todos rápido y mis ojos se iban desvaneciendo; entonces me volví a dormir profundamente.
Al otro día, me volví a despertar aturdido; de nuevo estaba solo. Toqué un botón y vino el médico.
—Hola, Edward, ¿cómo estás? —Yo intenté hablar; ahora me salían muy pocas palabras.
—Ho...la, q…ue pa...so? —
—Está bien, no hables todavía. Escucha, ayer tuviste un ataque de nervios, por eso pasó que te quedaste sin aire; por otro lado, tu condición está un poco mejor porque te pasé vitaminas y otras medicinas, pero necesitas hacer la quimio. —Me quedé sorprendido, pensé que no llegaríamos a eso, tenía mucho miedo.Mis manos temblaban. Él me agarró, me dijo:
—Está bien, voy a hacer lo posible para que estés mejor, confía en mí, pero también tienes que apoyarte en tu familia, por favor, habla con ellos, ¿sí? —Asentí con la cabeza; entonces se fue. Tenía muchas preocupaciones; entre ellas, la más importante es Alex, qué voy a hacer con él. Tengo muchos temores con respecto a cómo lo tomé. Me dijo mil veces que soy lo único que tiene. Pienso qué haría si me pasa algo más grave; la verdad que no lo quiero ni pensar, es algo que me perturba demasiado.
Pasaron unos días; de a poco recuperé mi voz. Todos los días iba mi familia; también Alex, en los momentos que no estaba grabando, llegaba corriendo y se acostaba en mis piernas. Hablé con él; no fue fácil explicarle todo y que no se enoje, pero sí le dolió que yo no compartiera mi dolor y mis temores, las visitas al médico y todo lo que pasé solo, además de eso. Se puso triste porque él no me pudo cuidar y darme la atención que yo necesitaba en ese momento, pero tenemos que ser fuertes para afrontar esto.
Al mes siguiente todavía estaba internado, seguían con las medicinas y también comencé la quimio; era algo lento, muy horrible; me sentía fatal, no quería todo eso, sentirme así de débil y mal. Mi cabello comenzó a caer; yo lloraba desconsoladamente; era algo que Alex amaba y tocaba todo el día. La verdad que yo estaba muy depresivo, entonces decidí hablar con él y decirle que no venga por un tiempo a verme; lo abracé, miré sus ojos y le dije:
—Cariño, tengo que decirte algo —él, muy alegre, que tocaba el rostro y me besaba.
—Sí, ¿qué sucede? —me partía el corazón la situación.
—Quiero que hagas tu vida normalmente, un tiempo, hasta que yo esté mejor y salga de aquí. —Su cara cambió totalmente, se puso furioso, pero también lloraba.
—¡No! ¿Por qué me estás apartando de ti, qué te hice?, ¿acaso me odias? —Yo me quedé super sorprendido por su reacción.
—No, no te estoy apartando de mí, solo quiero lo mejor para ti. Que trabajes tranquilo, estudies para tus grabaciones y te apartes de este hospital que te está quitando tu brillo. —Limpiaba sus lágrimas para ver si él se tranquilizaba y entraba en razón.
—Yo quiero estar contigo; a pesar de todo, quiero que compartas tu dolor conmigo, lo quiero todo de ti, y te amo como nunca amé a nadie. —Se levantó y se fue furioso como nunca lo vi;Pero yo me seguía deteriorando, tan delgado y horrible, me odiaba, pensaba: "¿Cómo él va a estar conmigo? Es tan radiante y hermoso". Aun así, todos los días iba a preguntar por mí; las enfermeras y mi hermana me lo contaban. De mi parte eso era muy cruel, pero no se merecía eso. No sabía qué hacer; rogaba que conociera a alguien que lo reconfortara y pudiera olvidarme, pero también me dolía el corazón al imaginarme eso, que alguien más lo besara, conociera sus secretos, sus gustos y todo lo que es él. Entonces me pregunto si estoy haciendo lo correcto o no...




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