Automáticamente, la sonrisa que tenía se borró de mi rostro y entré a casa; estaba muy serio sentado en la mesa. Dejé mis cosas en mi estudio y volví; lo miré y le dije:
—Hola, cariño, ¿qué sucedió? ¿Por qué no te comunicaste conmigo? Estaba muy asustado, pensaba que te había pasado algo. —Levanto la mirada y me perdí en sus ojos cansados y tristes.
—Sí lo sé, siento mucho haberte preocupado, pero necesitaban que grabemos rápido, entonces no tuve tiempo. —Yo solo lo miraba.
—Está bien, lo entiendo, sé cómo es tu trabajo, pero la próxima vez avísame, ¿sí? También quisiera saber sobre ese artículo que publicaron. —Se puso nervioso.
—Perdón por esto, cariño, no sé qué sucedió, cómo nos sacaron esas fotos. Te juro que Tomás y yo solo somos compañeros, estamos grabando un romance de estudiantes, sí te lo comenté. —Me quedé sin habla, solo tocaba su cabello y seguía mirando su rostro; pensaba: "¿Qué le digo? No quiero ser una molestia para él".
—¿Estás bien? —Yo seguía sin contestarle; me insistía para saber si yo estaba enfadado.
—Sí, Alex, estoy bien, pero yo no lo sé, no te culpo si alguien más cautivó tu corazón, lo entiendo, yo estoy viejo, además estoy muy delgado, ¿cómo alguien como tú podría estar conmigo? —Inmediatamente su cara cambió y se enfadó muchísimo, como nunca lo había visto. Se levantó de la silla y se paró frente a mí y me dijo:
—¿Qué es lo que dices, eso piensas de mí?, ¿que solamente estoy a tu lado por tu apariencia?, ¿no te demostré todo el amor que tengo por ti, estando contigo cuando más lo necesitaste?, ¿qué más tengo que hacer? — me quedé sorprendido.
—¡te voy a entregar,mi vida si es lo que quieres!— grito muy fuerte. Nunca pensé que se enfadaría tanto, pero era lo que yo realmente pensaba; "¿cómo alguien como él estaría conmigo?".
Me acerqué y le tomé la mano.
—Alex, mírame, es lo que pienso; perdón si herí tus sentimientos, eres alguien tan radiante, tan perfecto, que tengo miedo de perderte; no es que no te ame o no lo tome seriamente. Solo es que temo perderte. —Se acercó y secó mis lágrimas; era cierto, yo tenía miedo de estar solo.
—Está bien, cariño, no tengas miedo. —Yo te amo muchísimo, eres todo lo que tengo, toda mi vida; nunca pienses que te dejaría porque no pasará, vamos a estar juntos. —Lo abracé muy fuerte; mis brazos delgados ágata lo rodeaban. Miré hacia arriba y me besó.
—Te amo muchísimo, Alex, gracias por estar a mi lado, perdona por mis inseguridades y temores. —Me alzó y me llevó a nuestro cuarto; entonces volvimos a hacer el amor una y otra vez; es algo que me deja sin aliento y con el corazón acelerado.
Entre dormido escuché que sonaba su celular; lo quise despertar, pero estaba muy dormido. Lo tomé para ver quién lo llamaba; era Tomás, su compañero. No sabía si contestar; tenía miedo de lo que él me diga, o no sabía si Alex le contó que tiene pareja; eso era lo que me inquietaba. Entonces tomé coraje y le contesté:
—Hola. —Me levanté de la cama y fui al living.
—Hola, ¿quién habla? —Tenía una voz linda; parecía más joven que él.
—Soy Edward, la pareja de Alexander —escuché cómo sollozaba.
—Perdón por lo que pasó; yo lo siento por las fotos que subieron y los malentendidos. Él y yo solo somos buenos compañeros; siempre habla muy bien de ti, sus ojos se iluminan; se nota que él te ama mucho. —Se notaba que él estaba llorando.
—Está bien, ya hablé con Álex y está todo bien; también lo siento si tuviste problemas por eso; algún día me gustaría conocerte. —Mis nervios se calmaron; solo sentí lástima por él, por todo este malentendido y cómo la prensa se aprovecha de esas cosas.
—Muchas gracias por creer, es un alivio para mí. De nuevo te pido perdón; sí los invitaré a cenar algún día. Un gusto, adiós. —Me colgó, me di la vuelta y estaba Alex parado en la puerta de nuestra pieza. Yo di un grito, me asusté al verlo.
Se acercó y me dijo:
—¿Con quién estás hablando y con mi celular? —Yo lo miré sorprendido; me enojé un poco.
—¿Tienes algo que ocultar? —Le di el celular enojado y me fui a la cama.
—¿Por qué te enfadas? Solo te estoy preguntando.Quiero saber. —Se acostó sobre mí.
—Era tu compañero Tomás, te quise despertar, pero no lo hiciste, entonces le contesté y hablé con él. —Se quedó mirándome.
—Entonces, ¿qué te dijo? —Empezó a besarme; yo lo corría con mis manos.
—Me dijo que solo era un malentendido, que ustedes no tenían esa relación. ¿Es más chico que tú? —Lo seguía corriendo y él besaba mis manos.
—Sí te lo dije, él tiene 20 años. Es pequeño y tímido, es un buen chico; recién está comenzando a actuar y lo estoy guiando un poco. Pero solo es mi amigo, así que ya lo sabes. —Yo me comencé a reír porque era algo muy tonto por lo que me había enojado.
—¿Por qué te ríes? ¿Soy gracioso para ti? —Me besaba y me hacía cosquillas.
—No, cariño, solo me di cuenta de que me enojé por algo muy tonto, y sé que va a pasar seguido por tu trabajo. —Lo abracé, mientras me seguía besando; sentir su calor y saber que es solo mío es algo que me tranquiliza...
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Editado: 10.10.2025