Edward

Capitulo 20– Mi último Aliento

«Después de leer casi todo tu diario, me quedé sin aliento; cada vez que leía, podía escuchar tu voz en mi mente. No podía terminarlo, tenía miedo, mi cabeza daba mil vueltas...»
Después de abrazarme, me miró y me dijo:
—Hola, cariño, ¿qué pasó?, ¿dónde estamos? —Me quedé sorprendido, pero lo esperaba después de haber estado dormido tanto tiempo.—Un auto nos chocó cuando íbamos en tu moto; pasó mucho tiempo, tenía mucho miedo de que no despertaras más. —Me tocaba el rostro; yo sentía cómo mi alma volvía a mi cuerpo.
—¿Estás bien, por qué estás tan delgado? —se sentó a mi lado, pero yo ya estaba convencido de no decirle que me quedaba poco.
—Cariño, yo tenía la pierna y el brazo quebrados, mira mis cicatrices, pero también el cáncer volvió, lo siento por ser tan débil. —Se acercó a mí y me abrazó con mucha fuerza.
—Cariño, quiero que me prometas algo—No me contestaba nada.
—Si me llega a suceder algo, en algún momento. Quiero que sigas adelante, ¿sí?, como siempre brillando, ¿me lo prometes? —Se asustó y me miró.
—¿Qué sucede, por qué me haces prometer eso? —Me miraba preocupado; yo no le dije nada.
—Solo quiero que me lo prometas, después de todo lo que pasó. —Se acercó y me besó.
—Está bien, te lo prometo. Te amo mucho, Edward. —La culpa me carcomía por dentro, pero no quería verlo sufrir, no cuando recién despertaba.Me volvió a abrazar muy fuerte y se quedó así por un momento y me dijo:
—Yo lo siento, he dormido todo este tiempo. Siento mucho haberte dejado solo en los peores momentos, te pido perdón. Agarré su bello rostro y lo besé.
—Está bien, no llores. Gracias por despertar, te amo demasiado. —Nos abrazamos por un largo tiempo, hasta que llegaron los médicos, y lo llevaron a hacerle estudios.
Después de un rato volvieron y ya está todo bien; él no tenía nada; ese fue un gran alivio para mí. Le dieron el alta, después de hacerle todos los controles, y empezó a trabajar de nuevo; venía a dormir conmigo al hospital; yo todavía no podía salir; eso era un martirio para mí. ¿Por qué no enviarme a casa?, si no tenía una cura. Los días pasaban; todo era un desastre para mí, porque seguí allí en la misma situación. Venían a visitarme todos mis exalumnos, porque al enterarme de que mi enfermedad seguía avanzando, yo renuncié, así que los chicos todavía me visitaban y traían muchos regalos. También a menudo venía Catherine; compartíamos anécdotas y chismes. Después de que se iban, el tiempo pasaba muy lento.
Hice mi ronda de quimio y me sentía fatal; llamé a Octavio para ver qué estaba sucediendo y me hizo miles de estudios; yo, por mi lado, ya no soportaba nada. Entro llorando a mi habitación y ya suponía que me diría.
—Lo... Siento mucho, amigo mío. Ya está en todo tu cuerpo. —Me abrazó muy fuerte, y lloraba en mi hombro.
—Está bien, amigo. Gracias por tanto, por luchar por mí hasta el final. Te quiero mucho.— También lo abracé muy fuerte, y me di cuenta de que este era mi final.Guardé todas las cosas con él, y me llevó a casa; Alex ya me estaba esperando muy contento porque estaríamos a solas después de tanto tiempo; todavía no tenía el coraje para contarle.
Acomodamos todo, cenamos y nos acostamos; conversamos mucho de todo, también hicimos el amor; yo no recordaba ni cuál fue la última vez que lo hicimos; fue casi como la primera vez, pero fue lo más hermoso del mundo volver a sentirlo, su cuerpo sobre el mío; eso me devolvió algo de vida.
Al otro día vinieron mi madre, mi hermana y su bebé; estuvieron hablando conmigo todo el día. Ellas ya lo sabían; lloraron mucho porque ya era muy seguro que pasaría en cualquier momento, pero quería que estén preparadas. Les dije que apoyen a Alex después de lo que pase y no lo dejen solo; también son su familia. Llego a casa y se puso muy contento porque estaban ellas, así que cenamos y nos reímos mucho.
Pasaron 3 meses más; yo estaba superdeteriorado. Ágata me levantaba para comer, ir al baño, bañarme; Alex estaba en todo momento conmigo para ayudarme y estar a mi lado. Me preguntaba a menudo: —¿Qué pasa, por qué no sanas, por qué no vas a la quimio?— Solo obtenía de mí respuestas vagas, sin sentido.
Un día estaba muy mal; tuvo que llevarme al hospital porque Ágata podía abrir mis ojos. Llegamos y Octavio ya nos esperaba; me volvieron a internar para ponerme calmantes, porque mi cuerpo dolía mucho. Yo ya presentía que no me quedaba mucho; escuchaba a lo lejos los gritos de Alex, que recién se enteraba de mi estado.

A medida que transcurren los días, mi vida se apaga y, con la poca fuerza que me queda, termino de escribir este diario para ti, para contarte la historia de mi vida. Lo siento mucho, lo siento mucho de verdad, no haberte contado sobre esto desde que despertaste; pero ya no quería que sufras más por mí. Te amo muchísimo, te agradezco muchísimo que estuviste conmigo desde el primer día, fuiste mi salvación, el amor de mi vida, te amo muchísimo. Gracias por tanto, Alex, le agradezco a la vida por haberte puesto en mi camino. Espero que cuides a mi hermana, su bebé y mi madre, que también son tu familia, ¿no los dejes solos, sí? Me hubiera gustado vivir muchos años a tu lado, hasta que nos hiciéramos viejitos, pero no se pudo; espero verte del otro lado algún día. Pero no te apresures, porque eres una luz que brilla mucho y te quedan muchos años. Vive feliz, te mereces lo mejor de este mundo, ¡te amo muchísimo! Con estas palabras y un dolor en el corazón me despido de ti...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.