Edward Everwood

CAPÍTULO XXXII

Despertó el joven Everwood a eso de las seis de la mañana, a causa del estridente sonido de la campana de su reloj despertador. Se inquietó un poco al verse sobre su cama, cubierto con su manta, aunque todavía llevaba puesta su ropa de la noche anterior.

Hizo un poco de esfuerzo por recordar que había sucedido, y a su memoria vino una visión fugaz de cómo él se había despertado después de la medianoche, con toda posibilidad debido al frío, se levantó del suelo, se subió a su cama y se cubrió con una manta para después volver a dormir. Tal vez, debido a su somnolencia y al efecto anestésico de la medicina, ni siquiera se percató del momento en el que llevó a cabo tales acciones.

Con la certeza de que sus memorias no estaban erradas, se incorporó en su cama y luego se sentó en la orilla con la mirada baja. Por su cabeza transcurrían los recuerdos de la noche anterior, memorias que arrancaban de su pecho hondos suspiros. Se sentía tan decaído que estuvo a punto de regresar a su cama y permanecer en ese lugar el resto del día, si no era que decidía hacerlo hasta el momento de su muerte, pero entonces un llamado a su puerta captó su atención.

—Edward, hijo; ¿estás despierto? —preguntó la señora Everwood.

—Así es, madre —respondió.

—Qué bueno, porque tienes visita, y quiere entrar en tu habitación —anunció la señora Everwood.

—Esto… De acuerdo, madre. Dile que espere un momento, no estoy presentable.

—Está bien —respondió, y luego se escuchó como que charlaba con alguien más.

«¿Visitas? ¿A esta hora de la mañana?» se preguntó mientras se dirigía hacia su armario para dejar allí sus prendas de vestir de la noche anterior y colocarse otra vestimenta. Tomó otros pantalones de color azul marino muy oscuro, su preferido, una remera blanca con botones en el cuello, una camisa blanca de mangas largas sobre esta, anudó con prisa un lazo azul marino con delgadas rayas blancas y rojas a su cuello, se colocó los tirantes del pantalón, luego un cinturón y por último un chaleco de color oscuro por la parte del frente y claro por la parte de atrás.

—Avisa a mi visitante que ya puede entrar.

La puerta se abrió casi de golpe, lo que sorprendió un poco a Edward.

—¡Gracias, señor Edward! —clamó el joven Tyler con total entusiasmo.

—¿Tobias? —preguntó extrañado— Que susto me has dado, y que gusto de verte. ¿Qué te trae por aquí?

—Tan sólo paseaba por este vecindario, y entonces decidí venir a tu casa.

—¿Paseabas por este lugar? Pero si vivimos separados por algunos kilómetros de distancia —expresó sorprendido.

—Es que corrí hasta aquí —respondió, lo que aumentó más la extrañeza del joven Everwood—. Me despierto muy temprano, horas antes de que amanezca, y me dedico a correr algunos kilómetros por las calles de la ciudad para después detenerme y efectuar algunos ejercicios. Es parte de mi rutina diaria que me ayuda a mantenerme en forma —explicó; luego, se retiró su chaqueta color verde oscuro y entonces comenzó a flexionar sus brazos y posar como si fuese un fisicoculturista que mostraba su cuerpo. Algunos de sus músculos se notaban en gran medida a través de su camisa que parecía que estaba a punto de rasgarse por la tensión—. Entonces, como ya había terminado, y me encontraba cerca de este lugar, me dije a mi mismo: «Creo que sería una buena idea saludar al señor Edward», y, bueno, aquí me encuentro. Después de todo, no se requieren motivos especiales para visitar a tus seres queridos, ¿no es así?

—Estás en lo cierto. Agradezco mucho que hayas tomado la molestia de visitarme, amigo.

—Con gusto lo haría cualquier otro día, si no es mucha molestia y sin abusar de su hospitalidad.

—No te preocupes. Eres bienvenido cuando gustes —respondió Edward con voz que sonaba un poco seria.

—Algo no está bien con usted, señor Edward.

—¿Por qué lo dices?

—Su expresión, sus ojos hinchados y rojos, su forma de hablar indiferente, podría decir sin dudar que en ese momento atraviesa por un periodo de aflicción.

—No te inquietes por ello, Tobias. Estoy bien.

—¿Es por su enfermedad?

—No, Tobias, yo…

—Sucedió algo entre usted y Rachel —adivinó.



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En el texto hay: juvenil, drama, steampunk

Editado: 24.08.2019

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