Edward Everwood

CAPÍTULO XLIX

La zozobra se hizo evidente en el aire, tan densa y pesada que se podía cortar. De ambos lados del grueso muro, dos seres queridos se aferraban a la idea de verse el uno al otro a pesar de que las circunstancias se los impedían.

—¡Edward! —clamaba el señor Everwood del otro lado, con toda la fuerza que su potente voz se lo permitía, al tiempo que golpeaba el muro y deseaba con fervor que sus manos tuviesen la fuerza suficiente para romperlo—. ¡Hijo mío! ¡No! ¡No!

—Señor Everwood, cálmese por favor —exhortó Devon.

—¿Qué mantenga la calma dices? ¡Mi hijo está atrapado allí dentro y corre un gran riesgo! ¿O acaso se ha olvidado también de la doncella a la que amas? ¡¿Ambos están en graves aprietos y me pides que me tranquilice?!

La exasperación en las palabras del señor Everwood, sumadas a la ansiedad que le sobrecogía, era notoria. Devon lo comprendía a cabalidad, pues sus emociones no distaban demasiado de las de su compañero; sin embargo, su actitud se mostraba distinta, y era eso lo que llenaba al señor Everwood de una desesperación todavía mayor.

—Estoy consciente de ello, señor Everwood —habló calmado—; pero prefiero mantener la serenidad para encontrar una salida a nuestra situación. Además, debería confiar un poco más en su hijo. Es un joven valiente e inteligente, seguro se encontrará bien. Yo confío en él, y confío también en Rachel. Ella es una joven fuerte que no se deja intimidar por los riesgos, y estoy seguro de que, si ambos permanecen unidos, lograrán superar cualquier obstáculo que se les presente.

—Habla de Edward como si se tratara de la persona más audaz que el mundo haya conocido —respondió escéptico, y se podría decir que incluso un tanto irritado por el comentario del señor Donovan—. ¡Mi hijo está enfermo, y podría sucumbir ante su enfermedad en cualquier momento! —añadió de forma abrupta.

—Pero eso no lo detiene, ¿o sí? —contestó—. Él lucha por salir avante a pesar de su condición; de lo contrario, no se encontraría aquí ni exploraría terrenos escabrosos llenos de peligros, muy apartado de lo que una persona en su situación desearía hacer. Pensé que usted como su padre lo sabría mejor que nadie.

El señor Everwood hizo una breve pausa, en la que aprovechó para respirar un poco e intentar calmar su ansiedad.

—Por supuesto que lo sé —contestó cabizbajo entre suspiros—. Nunca ha permitido que sus circunstancias frenen sus deseos de seguir adelante en la vida. No sería el muchacho que conocemos ahora si su mentalidad fuese distinta y se diera por vencido con facilidad. Sin embargo, su valor y tenacidad no le servirán de nada cuando necesite de esto —habló con cierto grado de aflicción en sus palabras, lo que llamó la atención de Devon, y luego metió su mano dentro de su chaqueta.

El señor Everwood extrajo de su chaqueta de vestir un estuche de cuero, en cuyo interior se encontraban las jeringas con la medicación de su hijo, hecho que terminó por alarmar a Devon en sumo grado.

—Es… ¿Su medicamento? ¿Por qué lo tiene usted?

—Edward me lo entregó antes de iniciar la expedición para que se las administrara en caso de que llegase a presentarse una emergencia médica; y si eso llega a suceder, y no estoy a su lado, no tengo la certeza de cuánto tiempo logre resistir.

—Entonces hay que ponernos en acción y buscar la manera de llegar a ellos —indicó Devon.

—¿Qué les parece si buscamos ayuda en el exterior? Podemos traer más personas para que nos den una mano y podamos de esta forma derribar el muro —señaló Harm, quien permaneció atento a la conversación.

—Hagámoslo —dijeron el señor Everwood y Devon a coro.

Acto seguido, los tres se volvieron para buscar el ascensor; pero se llevaron una sorpresa cuando vieron que ya no se encontraba abajo.

—¿Qué sucedió con el ascensor? —preguntó Harm.

—Tal parece que estamos atrapados aquí —respondió Devon devastado, con la mirada puesta hacia arriba en busca del ascensor—. Sólo nos quedará esperar a que los demás logren salir de esa habitación y buscar una salida juntos.

—¿Cómo piensas que van a hacerlo? —inquirió con aire de indignación el señor Everwood.

—Conocemos a Hausner Reutter y su historia; de seguro ocultó una posible salida que sólo puede ser encontrada con un acertijo, y estoy seguro de que lograrán encontrarla. Después de todo, tienen al mejor conocedor de Reutter entre ellos.



#3725 en Ciencia ficción
#24321 en Otros
#1689 en Novela histórica

En el texto hay: juvenil, drama, steampunk

Editado: 24.08.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.