Edward Everwood

CAPÍTULO LI

—¡No puedo creerlo! ¡Lo hizo! ¡El joven Tyler derrotó a la bestia! —exclamó el profesor Kallagher en pleno arrebato de éxtasis, y daba saltos mientras la euforia recorría por sus venas. Tomó a Edward de los hombros conforme decía estas palabras y lo agitó con tal fuerza que su cabeza y cuello estuvieron a punto de separarse de sus hombros. Una vez que le soltó, se dirigió presuroso hacia donde Tobias se encontraba.

Edward, libre al fin del gesto animoso de su profesor, procedió a acomodar sus gafas y el sombrero que quedaron desarreglados gracias a ello y, en compañía de Rachel, se puso en camino hacia donde su amigo reposaba; sin embargo, durante el trayecto, Edward detuvo su marcha por unos segundos. Rachel se percató que su amigo había cesado de andar y se volvió hacia él.

—¿Te encuentras bien? —inquirió Rachel al ver cómo Edward se llevó su mano a la frente y cerró sus ojos en evidente estado de malestar físico.

—Estoy bien —musitó en vano intento de convencerla de lo contrario.

—¿Te duele demasiado?

—No te alarmes; estaré mejor en un momento. Sólo dame unos segundos y podré continuar —aclaró.

—¿Y tu medicamento? ¿Por qué no te administras una dosis? —preguntó la joven, a lo que él respondió con un suspiro resignado.

—Porque… —cerró sus ojos y un gesto lastimero se dibujó en su rostro—… no lo tengo conmigo.

—¿Qué? —interrogó estupefacta — Pero… ¿Por qué? ¿Cómo sucedió esto?

—Le entregué a mi padre las dosis que traía conmigo —habló en palabras llenas de remordimiento, y Rachel no evitó que su rostro se llenara de pesadumbre—. Él deseaba estar a cargo de mi bienestar, ¿recuerdas? Fue una condición que él impuso, de otra manera no hubiera accedido a que yo viniera a esta búsqueda. Sin embargo, jamás contemplé la posibilidad de que ocurriera algo como lo que nos sucedió.

—Entonces, ¿qué es lo que harás? —averiguó todavía turbada por la revelación del joven Everwood.

—Sólo me queda resistir cuanto me resulte posible hasta que logremos salir de este sitio y entonces pueda suministrarme mi medicación.

—¿Podrás hacerlo? —Su interrogante expresaba una inmensa duda.

—Ya lo he hecho antes, cuando Hollingsworth y sus secuaces ocultaban mi medicamento en sus bromas.

—Antes no estabas en tan pésimas condiciones —aclaró ella.

—No existe otra opción —argumentó, y entonces acercó a Rachel y puso su rostro cerca de su oído—. Por favor, no se lo digas a Tobias, no quiero preocuparlo demasiado —susurró.

—¿Más de lo que ya me has alterado con esta noticia? —espetó, y Edward colocó en su rostro un gesto suplicante, con ojos como los de un cachorro, a lo que ella no logró resistirse—. Está bien —suspiró.

Edward asintió, y continuaron en su camino hacia Tobias con la intención de felicitarle por su hazaña y averiguar en qué estado se encontraba.

Mientras tanto, el muchacho permanecía sobre el suelo, sonriente y con gesto orgulloso. Entonces, el sonido de unos pasos capturó su atención y le hizo volver su cabeza hacia el sitio de donde estos provenían. Se trataba del profesor Kallagher, el primero en llegar hasta donde él se encontraba.

Apostado en pie frente al muchacho, extendió su mano para ayudarle a ponerse en pie. Tobias aceptó la ayuda del buen profesor; acto seguido, se levantó del suelo y entonces se limpió el polvo de su ropa.

—Gracias —expresó el joven Tyler.

—No tiene por qué agradecer, después de todo, se merece todas nuestras atenciones por sus actos —aclaró el profesor—. Permítame decirle que lo que usted hizo fue, con toda sinceridad, ¡impresionante! No muchas personas serían capaces de mostrar tal valentía y arrojo para hacer frente a un desafío mortal como tú lo has hecho —lo felicitó—. Me hiciste recordar a Andy y sus audaces acciones en sus mejores momentos —manifestó con cierto aire nostálgico al hablar—; sin duda hizo un gran trabajo en tu entrenamiento.

—Se lo agradezco mucho, estimado profesor. —El rostro de Tobias se iluminó con una gran sonrisa por tan halagadoras expresiones dirigidas hacia su persona.

—Hueles un poco extraño —señaló el profesor Kallagher, y Tobias pasó a oler su cuerpo—. Y tu cabello y tu rostro lucen extraños, como si la chimenea hubiera explotado enfrente de ti.



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En el texto hay: juvenil, drama, steampunk

Editado: 24.08.2019

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