Edward Stephan

Capítulo 9. El viaje de Amber

Su miraba trataba de acostumbrarse a la luz del día, se levantó y dirigió a la cocina para ver que había comprado Amber.

—espero te guste lo que pedí—dijo ella

Edward observó la comida. —se ve riquísimo— respondió

— ¿cómo amaneciste?

—quisiera seguir durmiendo, creo que dormí muy poco.

—intenta dormir un rato luego de desayunar. Gracias por llevarme y dejarme dormir en tu cama.

—no fue nada, pensé que dormirías mejor allí.

Amber sonrió. Fue lo mismo que ella pensó que él diría. Tardaron poco en terminar de comer, ella fue la primera que se levantó y al hacerlo le pidió los platos para lavarlos.

—ahí déjalos, los lavaré luego.

—tranquilo, tu ve a descansar.

—de verdad te agradezco un montón Amber, tu ayuda está siendo muy importante.

                                                                                   ✧✧✧✧

Media hora se fue muy temprano, le dejó que durmiera y se fue para su casa. Quedó completamente dormido en muy poco tiempo.

Se hicieron las once de la mañana y despertó. Fue al baño a lavarse la cara para remover el cansancio de su mirada o... de su alma. Pasó dos veces el agua por su rostro hasta que hiciera efecto. En eso suena el timbre que se escucha hasta las esquinas más lejanas.

—ya voy— dijo secándose la cara y dirigiéndose a la puerta. La abrió y frente a sus ojos estaba Amber.

Colocó la bolsa que traía frente a él para que la viera. — ¿ya comiste? —preguntó con una sonrisa en su rostro

—la verdad no, me voy levantando. Tenía demasiado sueño, pasa.

—me alegro que hayas descansado. Ahora debes comer un poco— terminó diciendo mientras cerraba la puerta —espero que te gusten las hamburguesas, es lo que traje.

—sí, elegiste bien. Gracias.

Al sentarse en la mesa Edward dijo su nombre

—Amber. Gracias de nuevo, por no dejarme solo. De verdad que tu compañía me está ayudando muchísimo y el peso es más ligero.

—no me agradezcas. Aquí me tienes okay. No te dejaré solo— dijo en un tono suave y dulce.

Tuvo que irse luego de almorzar con él ya que tenía un compromiso. Edward se quedó solo pero se sentía mejor. Lo que ella estaba haciendo le permitía respirar un poco mejor, le daba aliento.

Aun si estaba ocupada ella le escribía para saber cómo se encontraba. Ed trataba de mantener su mente ocupada, leía un libro, escuchaba música o miraba una película y en todo el tiempo ella permanecía atenta a él.

Al llegar la noche comenzó a recorrer la casa viendo todos los sitios en los que estuvo. Paseaba por todos lados y terminó llegando al cuarto en el que se había quedado Amber.

Ed le había prestado ropa para que pudiera dormir más cómoda, al volverse a cambiar olvidó lavársela, estaba bien doblada pero por la prisa solo la dejó en su cama. Por estar pendiente de otras cosas lo había olvidado. Al entrar al cuarto vio la ropa, la tomó para meterla a la lavadora. Antes de meter ambas prendas se quedó quieto. Un aroma se esparcía hasta su nariz, era una fragancia, un perfume.

Su esencia era característica de ella, le quedaba muy bien a su alma y podía recordarle.

Luego de mendigar sobre aquellas dulces nubes, metió a la lavadora la ropa aunque sin ganas porque tener su esencia le hacía sentirse menos solo, parecía que ahí estaba ella, muy cerca de su aliento.

Ya eran las once de la noche. Amber ya estaba dormida, se había despedido de él muy temprano porque había sido un día agotador y necesitaba descansar.

Edward estaba a punto de dormir, luego de cepillarse sus dientes fue a su cuarto. Se recostó en su cama con la tranquilidad que dejaba —hizo un gesto de placer— acomodándose cerró sus ojos y se perdió.

Antes de dormir dio un respiro largo y profundo, la almohada también tenía su aroma y eso le hacía tan bien. Con sus ojos ya cerrados sonrió, a lo mejor imaginaba su rostro o la belleza que escondía dentro.

                                                                                       ✧✧✧✧

Amber estaba preparando un viaje con sus padres para visitar a sus abuelos. Lo habían planeado por varios días y la mañana después de que Ed se hubiera quedado dormido junto a su fragancia, terminaron con sus padres de planear el viaje.

Sus abuelos vivían fuera de la ciudad —a unas seis o siete horas de camino— el lugar era cálido, junto a un clima bastante fresco —muy apetecible—

Era martes y regresarían hasta el domingo. Se marchaban por la tarde, tenía tiempo para ver a Edward y acompañarle un rato más antes de irse. Le contó de su viaje y lo que pesaba imaginarse que estaría solo por unos días.

—tranquila, estaré bien— dijo con un tono que denotaba confianza, al mismo tiempo alegría por preocuparse así de él

—estaré escribiéndote cada vez que pueda— respondió levantando su mano en señal de promesa

—está bien, me mantendré atento al teléfono, gracias por preocuparte por mí.

Ya era medio día y era hora de marcharse. Sus padres la estaban esperando ya y debía despedirse.

—te cuidas okay— dijo Ed mientras se despedía de ella con un abrazo —espero te diviertas— terminó

—lo haré, muchas gracias. También debes cuidarte— le contestó

Amber se marchó y comenzó el viaje de horas que le llevaría hasta sus abuelos, el trayecto no fue muy entretenido pero descansó un poco al igual que sus padres. Empezaba a oscurecer y todavía faltaba un par de horas. A las siete y media de la noche llegaron, sus abuelos los estaban esperando fuera de la casa. Al ver que llegaban se apresuraron a ayudarles a llegar.



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En el texto hay: romance, valentia, amor dolor

Editado: 12.09.2020

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