Edward Stephan

Capítulo 14. El niño del riñón

John era muy inteligente y entendía muy bien las cosas.

— ¿puedo preguntarte qué tienes John?

—necesito un trasplante lo más pronto posible sino moriré— dijo

— ¡en serio!— respondió un poco consternado

—sí. Sé que llegará uno. Mis papás sufren mucho pero sé que encontraré uno.

Creía que iba a ser así aunque encontrar un donante fuera una tarea difícil.

Su familia al parecer luchaba contra viento y marea para salvar a su hijo. No podía imaginar el sufrimiento que estaban pasando ellos al ver a su pequeño cerca de la muerte.

El necesitaba conocer la vida, vivirla, el mundo se tornaba complicado con una situación de ese alcance.

En un mundo donde las oportunidades eran escasas iba a convertirse en algo casi imposible.

—y ¿tus papás?— preguntó Edward

—mi papá se fue hoy en la tarde porque estuvo cuidándome el día anterior. Mi mamá está acá nada más. Le dije que fuera a tomar un poco de aire durante unas horas y que comiera algo, no quería pero aceptó. Necesito que esté fuerte— dijo

— ¿qué piensas de todo esto John?

—no quiero causarle dolor a mis papás. Se están esforzando demasiado, ellos piensan que yo no lo sé pero ellos están muy cansados y no quiero eso para ellos— dijo sacando unas lágrimas

—eres muy buena persona. La vida sabrá premiarte por eso. Límpiate esas lágrimas y sonríe sí. Te toca juega.

Al terminar la partida Ed se marchó un poco pensativo lidiando con la idea de que la mente de ese pequeño era sorprendente. Su edad parecía de un niño de diez años o más y sólo tenía cinco.

¿Era acaso vida eso? Cinco años y estaba entre la vida y la muerte. Pensaba que debía vivir y experimentar las cosas que nos ofrece la vida.

John se había quedado en su habitación. Él estaba saliendo y le habló

—Ed, ¿puedes buscar a mi mamá?

—por supuesto. Espera aquí y yo voy por ella. Y ¿dime cómo es ella? Si no sé cómo es no podré encontrarla.

—ella es delgada, su pelo es color negro y llevaba una camisa roja.

—está bien. La buscaré.

No quería regresar a su habitación y buscar a su mamá le serviría para no estar en esas cuatro paredes.

Comenzó a buscarle por todos lados y no le encontraba. Buscaba en la sala de espera y nada, fue a un comedor que tenía ese nivel y nada. Estaba llegando a la última habitación del nivel. Esa era distinta. Vio de más cerca y era una pequeña capilla en la que podían estar espiritualmente y pedir por un milagro.

Allí estaba ella en los primero asientos de adelante. Escuchó que decía algo y no fue capaz de entrar.

—Por favor, salva a mi hijo— decía entre lágrimas —necesita vivir. Hacemos lo posible pero no alcanza. Haz un milagro en él. Dale la oportunidad de vivir— decía aquella madre derrumbada por lo que estaba pasando

Ed entró —permiso— dijo

—pasa— respondió limpiando su cara con un pañuelo.

— ¿está usted bien?

—SÍ. Yo lo estoy

—es por John que se preocupa ¿cierto?

Le miró —y ¿usted quién es? ¿lo conoce? — Preguntó

—me llamo Edward. Sí, nos acabamos de conocer hace un rato. Es un niño muy bueno.

—hola Edward mucho gusto. Él es un niño muy especial y su vida corre peligro.

—él me comentó que necesita un trasplante.

—sí. Lo peor es que no se encuentra y acabo de hablar con el Dr. porque los resultados de sus exámenes muestran que está empeorando muy rápido y no quiero perderlo

—entiendo lo difícil que ha de ser. Y tienen mucho con esto.

—los primero años no supimos de esto, parecía que todo estaba normal hasta que el año pasado comenzó a presentar molestias. No entendíamos que le pasaba y lo llevamos a algunas clínicas y no daban bien con su problema. Luego lo trajimos acá porque tenían mejor equipo para que averiguaran lo que tenía. No nos imaginábamos que fuera tan grave. Le diagnosticaron un riñón malo que estaba haciendo que su cuerpo no funcionara bien y no podían sacarlo primero porque aún había tiempo para tratarlo de otra manera y lo otro es que él no puede vivir sólo con un riñón y esa condición ha hecho más difícil todo, antes teníamos más tiempo y según la noticia que me dio ahorita el Dr. El tiempo está en nuestra contra.

Éste año comenzó a sentirse más mal y lo volvimos a traer, fue cuando nos dijeron que había empeorado demasiado y necesitaba lo más pronto posible uno nuevo. Hemos sufrido y luchado para encontrarlo. Ciudades enteras buscando alguien para que nos ayude, hospitales de varios lugares, organizaciones y nada. A veces pierdo la fe pero no quiero dejarlo ir, es mi pequeño.

—Ha sido muy difícil— contestó Ed

—lo es. Tenemos que trabajar para pagar las cuentas y también cuidamos a John, en ocasiones terminamos muy agotados.

—pero su hijo es muy fuerte e inteligente. Yo sé que él reconoce el sacrificio que están haciendo. Sé que está agradecido con ustedes porque se han mantenido en los días más crudos.

—te agradezco por eso.

—no tiene por qué hacerlo. Siga luchando y confíe. Vaya a ver a John estaba preguntando por usted y le dije que la buscaría por él, sea fuerte para John.

— ¿de verdad? ahorita iré para allá, gracias por escucharme.

Edward se quedó sentado mientras la mamá de John fue a verle. Se quedó varado sin pensamiento certero, miro hacia adelante pensando en todo lo que han tenido que pasar con el pequeño guerrero.

Segundos más tarde se levantó y salió de la capilla dirigiéndose a su habitación. De camino se encontró con John y su madre que iban de paseo.



#28559 en Novela romántica
#6774 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, valentia, amor dolor

Editado: 12.09.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.