Edward Stephan

Capítulo 18. Un corazón agotado

El sombrío trago que desataba la lujuria de un lívido y amargo instante que traía la vida al borde de su cauce. Se encaminaba entre grietas que asustaban, glorietas que no llevaban a ningún sitio.

Perforada e impaciente la entraba de aquella llamada de auxilio que esquivando el mundo intentaba llegar hasta Amber.

El sonido de la sirena era aterrador, a toda velocidad se aproximaba al lugar. Edward la alcanzó a ver sintiendo un frío inmenso mientras pasaba pero jamás se imaginaría por quién iba.

Comenzaron a tratarla pero no respondía y la subieron de urgencia a una camilla para llevarla al hospital mientras uno de los paramédicos le practicaba RCP para mantener un poco el corazón. No se sabía para nada qué estaba pasando con ella.

Su madre le acompañó y a toda marcha trazaron el camino para salvarle la vida. Su diminuto pulso les alteraba un poco pero hacían lo que podían.

Inocente, Ed tomaba la noche con calma. Iba a ver una película en su sala pero antes tomó su teléfono y llamó a Amber para hablar un poco. Necesitaba escuchar su voz después de un día largo.

Para sorpresa de él contestó su padre que estaba a punto de salir para el hospital.

—aló. ¿Está Amber por allí don Paulo?

—Edward. Amber acaba de ponerse mal y la ambulancia la llevó de urgencia al hospital. Yo voy para allá ahorita.

— ¿qué me está diciendo? Espéreme voy con usted. Salgo en dos minutos.

—te pasaré recogiendo— terminó

Su mundo se quebró por completo. Dos minutos que no supo qué hacer. Llegó Paulo y Ed sólo apagó el televisor agarró sus cosas y salió.

— ¿Qué le pasó?— preguntó al verle

—no sabemos, de repente estaba en el suelo y no respondía.

—espero no sean grave— dijo Edward

No quería que fuera algo que acabara con lo que hace unos días renacía. Era difícil pensar en la idea de que podría morir.

A Amber le estaban haciendo exámenes y tratando de estabilizarla. Hasta que llegaron al hospital pudieron mantenerla un poco bajo control. Todo era incierto.

Se encontraron con su mamá, de ella no había noticias, estaban esperando resultados. Lo único que se sabía que si hubieran esperado un poco más ya estuviera muerta. Solo pensarlo se le erizaba la piel a Edward.

—Dr. Morales se le necesita de urgencias en el pasillo B— repitieron dos veces

Salió casi corriendo a atender y cada segundo se detenía.

Luego de un rato salió preguntando por los padres de Amber.

—Aquí estamos— dijo su mamá

Se acercó a ellos —un poco ligero— diciendo que todavía no entendían que estaba pasando, se había puesto otra vez mal pero ya habían actuado. Los exámenes les dirían más

No eran buenas noticias pero no podían hacer nada. Se pasaba el tiempo y sin respuesta.

Dos horas fueron las que soportaron hasta que el Dr. Volvió a salir y traía un portafolio con los resultados. Sus corazones cada vez se aceleraban más.

—ya están los resultados y lamento decir que no son buenas noticias— dijo

—pero ¿qué tiene mi pequeña?

—ha desarrollado una anomalía en su corazón y no permite que funcione. Poco a poco se debilita más. Incluso tuvimos que ayudarle un poco con las máquinas y el equipo para que nos diera tiempo.

— ¿tiempo para qué?

—para pensar en soluciones. Amber necesita un trasplante de corazón y si no lo hacemos lo más pronto que podamos... morirá.

Noticia que pegó fuerte en todos ellos. No querían creer que fuera cierto pero lo era.

Edward pensó aquel momento cuando la familia de John sufría y el mundo era oscuro y eterno, era así como se sentían pensó. Obstáculos que se apoderaron del azul del cielo o el rojo de las rosas. Tranquilidad que desapareció en un santiamén.

Algo debían hacer, no podían permitir que muriera.

Toda alternativa era algo y lo intentaban. Ed recorrió parte de la ciudad en hospitales que supieran de un donador de corazón pero no aparecía absolutamente nada. Daba rabia buscar y encontrar solo polvo deshaciéndose. Estresaba tanto que el entorno se volvía irrelevante y a la vez pesado.

Se quedó sin dinero y así siguió buscando. Corría como un desquiciado que huía... y era cierto, huía de la idea de perder a la única persona que se había quedado a su lado. Cada vez que lo pensaba corría más fuerte hasta desgastar sus energías y débil seguía.

No podía dejar de luchar o rendirse, su enciclopedia no tenía eso. Era más fácil morir.

                                                                                        ✧✧✧✧

Regresó sin ninguna esperanza que aclarara la noche. Sus padres tampoco habían tenido suerte y volvieron al hospital para ver como seguía Amber. Por el momento la mantenían estable. El doctor les permitió verla uno en uno no más de diez minutos.

Primero fue su mamá y ellos esperaron. Diez minutos que dolían. Salió a los once y limpiando su rostro le dijo a su esposo que pasara.

Paulo entró aunque no quería verla en ese estado.

—hija mía— dijo mirándole con aquellos cables y aparatos que le ayudaban a seguir con vida.

Se sentó a su lado e intentando no llorar tocó su pelo acariciándolo. —sé fuerte, todos esperamos por ti. No dejes de luchar—

Solo se escuchaba el sonido de la frecuencia con la que vivía y la habitación se vestía de lamentos, de tristeza.

Su padre salió con una cara haciéndose valiente y era el turno de Edward. Se levantó de la silla y respirando comenzó a caminar. Los pasos no eran aquellos que iban ansiosos por ver la sonrisa y los dulces cristales de ella, los pasos esta vez, se hacían estruendos que asustaban.



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En el texto hay: romance, valentia, amor dolor

Editado: 12.09.2020

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