Lo que quedaba del mundo luchaba por sobrevivir en medio del caos. Las ciudades y las calles olían a polvo y metal, un recordatorio de lo que alguna vez fue vida, Madeline debía luchar por sí misma.
Siendo llevada a un lugar donde, entre ruinas y ecos, aprendió que la mentira puede ser un refugio, y que el amor puede nacer incluso en medio del caos.
Conoció la traición que no esperaba volver a sentir.
Antes temía morir, pero ahora lo que la asustaba era seguir viva. A veces pensaba que quedarse con los recuerdos era lo único que la mantenía cuerda, porque en ese lugar comprendió que, entre la mentira y la muerte... sobrevivir puede ser la forma más lenta de morir.