—¿Mamá, qué son esas cosas? —pregunté asustada, acurrucada entre los brazos de mi madre.
—No es nada, mi cielo. Papá se encargará de todo, pero debes quedarte en silencio. Si no, papá no podrá concentrarse —su voz temblaba, llena de miedo.
No entendía bien qué pasaba, pero a mis quince años ya sabía de ciertas cosas... aunque no de todo lo que existía más allá.
De repente, sentí un golpe fuerte en las costillas por detrás. Cerré los ojos por el dolor, y mi madre me soltó. Caí al suelo sujetándome la costilla mientras la veía alejarse poco a poco.
—Mamá... no me dejes —susurré, con el corazón en pedazos.
—Madeline ... —su voz sonaba distante, pero firme.
—Madeline —una voz diferente me despierta de golpe.
Frente a mi puerta estaba Marcus.
—Lo siento, no quería molestarte, pero no te veías bien —menciona con cuidado.
—No te preocupes —respondí, sosteniendo las llaves en la mano.
Me levanto de la cama, me acerco a la puerta mientras le quito el seguro la abro y miro que trae una bandeja en las mano me hago a un lado para dejarlo pasar.
—Te traje la cena —entra dejando la bandeja sobre la cama, cerca del informe.
—Gracias —cierro la puerta, me siento al borde de la cama y recogo todo el informe me estiro para dejaralo sobre la mesa pequeña a un lado.
—No es nada —mira el informe y luego me mira a mi— ¿Agatha te lo presto?
—Adelante, siéntate —ofrezco
Se acomodó en un sillón, cruzó los brazos y me miró fijamente. Acercó la bandeja dejandola en mis muslos y miré lo que contenía.
—Es puré de papa con atún —aclaró—. No hay muchas opciones. Mañana creo que me enviarán con un equipo a buscar más comida y explorar otras áreas de la zona.
—¿Saldrán? —tomé la cuchara y probé un poco del puré.
—Si muy pocas veces lo hacemos. —menciona sonriendo, relajándose un poco.
Se inclinó hacia adelante, apoyó los codos sobre las rodillas y entrelazó las manos. Asiento mientras segui comiendo despacio, observo que su respiración es mas tranquila, agradable... incluso juraría que me miraba con cierta admiración.
—¿Quieres hablar sobre lo que soñabas? —preguntó—. Tal vez eso te ayude a recordar qué te pasó... o algo.
Levanté la mirada y lo observé. Él alzó las manos en señal de guasrdia baja. Sonreí, alejé la bandeja, me recosté contra el espaldar de la cama y crucé los brazos.
—Es el mismo recuerdo de siempre, de mi mamá... —recuerdo—. Hoy fue de una vez que estábamos juntos, con mi papá. Pero a él... lo infectaron.
Bajo la mirada como si quisiera ecordar mas, carraspea elevo la mirada y lo observo de reojo. Sus ojos estaban fijos en mí, llenos de atención.
—Aveces algunos recuerdo pueden destruir lo qeu puedes construir mas adelante. —-su voz es mas suave.
—¿Que aparte de entrenador eres psicologo? —sonrio mirando a los ojos.
—No soy psicologo pero es lo que la experiencia enseña— se encoge de hombros sonriendo de lado—. ¿Que mas recuerdas?
—Luego está el de mi mamá... infectada. Lo extraño es que... siento que me golpearon en la costilla. —recordé en voz baja.
—Si crees que fue un recuerdo... y si lo fue, deberías tener la marca, ¿no? —comento.
Viéndolo así... tenía sentido. Me separé del espaldar, levanté la camiseta por el costado derecho y, efectivamente, allí estaba: una cicatriz.
—Si fue un golpe, deberías tener un moretón, no una cicatriz — observándola con atención.
Me toqué suavemente. La marca nacía desde la parte trasera de la costilla y se extendía hasta casi el final.
—Deben sacarlo...
Una voz desconocida retumbó en mi cabeza, como una punzada.
El zumbido volvió. Me llevé la mano al oído mientras la vista se me nublaba.
—¿Qué pasó? —gritó la misma voz.
—Debemos sacarla de aquí, ¡ahora! —esa... esa era la voz de mi mamá.
—Madeline , debes salir de aquí...
Todo se volvió borroso. Había sangre en mis manos, gente corriendo, y yo... en una camilla.
—¡Madeline ! —me zarandearon.
Abrí los ojos y vi a Marcus frente a mí. Me aferré a sus hombros, sin poder respirar.
—Inhala por la nariz y exhala por la boca... despacio —me indicó.
Lo hice. Inhale por la nariz, solté el aire por la boca, una y otra vez... hasta que logré calmarme.
—¿Qué pasó? —preguntó con evidente preocupación. Se sentó a mi lado, sosteniendo mis manos.
—No lo sé... —lo miré confundida—. Fue como un recuerdo, pero... estaba en una camilla. Y... estaba mi mamá.
—Marcus.
Cuando escucho la voz de Julia me separó de él y mire el informe.
—Aqui estoy. —se levanta de la cama y cruza los brazos.
No tarda nada entrar a la habitación, lo mira me mira y vuelve a mirarlo.
—Te están buscando para entrenar algunos de los nuevos —Me señala sin girar a verme. —Y ella también.
—Si ya vamos —le hace un ademán. —Yo llevaré esto, nos vemos en un rato, cuando salgan cierra la puerta.
Sostengo el informe y salgo de la habitación.
Camino hacia la oficina de Agatha, el aire en mis pulmones se siente escaso y el peso del informe se siente más denso que el propio papel. Al llegar, golpeo suavemente la puerta antes de entrar.
—Adelante —responde su voz firme.
La encuentro revisando unos documentos, pero en cuanto me ve, alza la mirada con una ceja arqueada.
—¿Qué necesitas, Madeline ?
Dejo el informe sobre su escritorio.
—Ya lo leí, me retiro iré a entrenar.
Asiente y sin más salgo de la oficina, bajo las escaleras con cada paso firme me acerco al área de entrenamiento. Observo que Marcus esta mirando a dos personas entrenando, me acerco a él y miro el entrenamiento.
—¿Lista para enfrentarte a mi?
—Siempre. —Sonrie y se posiciona.
Lo reto con la mirada y esto forma un silencio entre nosotros
Mi espalda cruje al girar. Cada movimiento pesa el doble, como si cargara no solo mi cuerpo, sino todos los días que vinieron antes. Los días de hambre, de correr sin rumbo, de ver morir a quienes quise.