Efecto Cura

Capítulo 11♤

Me levanto antes de que el centro cobre vida. La luz grisácea del amanecer se cuela por la ventana, y con ella, un frío que recorre mi espalda y me recuerda que cada paso que dé hoy puede acercarme a respuestas... o a problemas.

Cada sonido del centro el roce de las puertas, pasos lejanos, murmullos de los niño, me obliga a concentrarme. No puedo permitirme errores. Hoy no soy solo una residente; hoy soy investigadora, estratega y observadora.

Me deslizo por los pasillos con cuidado, evitando zonas de tránsito habitual. Cada paso es medido; cada respiración, controlada. La adrenalina recorre mis venas, pero mantengo la calma. Mi mente repasa cada detalle del mapa que escondí: las letras A, B, C, D y el nombre que sigue resonando en mi cabeza: Omega-3 V. No entiendo qué significa, pero sé que es importante.

Llego al área de teléfonos justo cuando uno de los guardias se distrae revisando unos registros. Mi corazón late con fuerza, pero mantengo la compostura. Me acerco a las consolas y observo las pantallas: cámaras, horarios de entradas y salidas, registros de actividad... cada dato es un hilo que puedo seguir.

Al revisar los documentos internos, veo patrones que podrían relacionarse con las letras del mapa. Algunos registros de suministros llevan la marca Omega-3 V, otros simplemente muestran movimientos de personal sin explicación. Todo apunta a algo grande, pero todavía fuera de mi alcance.

Me siento en una esquina del área, tomando nota mental de cada detalle. Cómo los guardias se mueven, cuándo hay menos vigilancia, las pequeñas rutinas del centro... todo eso será útil más adelante. Cada segundo que paso aquí es un paso más cerca de descubrir la verdad.

Dejo el área de telefonos exactamente como la encontré y regreso a mi habitación. Cierro la puerta y me apoyo contra ella, respirando hondo. Mi mente se llena de planes: rutas de escape dentro del centro, horarios, posibles aliados... y cómo actuar cuando llegue el momento de salir.

Me recuesto sobre la cama, dejando que el mapa y los registros giren en mi mente. Siento un cosquilleo de emoción y peligro recorrerme la espalda. Este lugar tiene secretos, y yo voy a encontrarlos. Mi plan apenas comienza, y aunque nadie lo sepa, estoy lista para jugar mi propia partida.

Cierro los ojos un instante, imaginando el mapa extendido, las letras marcadas y la palabra Omega-3 V. Cada línea, cada marca, es una invitación al riesgo. Pero si quiero respuestas... debo ser audaz, calculadora y paciente.

—Omega-3 V... es el futuro... —se escucha una voz suave, femenina, que no reconozco.

Un zumbido intenso se posa en mi oído derecho, haciéndome caer de rodillas mientras aprieto mi mano contra él.

Madeline , sé buena... sabes que puedes salvar a millones...

¿Es mi madre?

La confusión, mezclada con el zumbido, me hace sentir la cabeza girar. La voz de mi madre... ¿cómo podría yo salvar a alguien? Siento los latidos de mi corazón martillando en mis sienes y ejerzo fuerza en mis manos para mantenerme firme.

—Eres...

El zumbido regresa de golpe.

—Cura... hay una cura...

No es la voz de mi madre esta vez. Es masculina.

—Madeline .

La puerta de mi habitación se abre y veo solo una figura alta y difusa. Instintivamente, saco la pistola de mi bolso y disparo, pero esquiva el tiro con rapidez. Se acerca, me quita la pistola de la mano y la lanza lejos.

Entonces me toma del mentón y me besa, un beso intenso, lleno de fuerza y control con el que poco a poco, la visión vuelve y la molestia disminuye. Quien controla mis dolores y besa mis labios... es Marcus.

Me dejo llevar. La adrenalina me impulsa a sentarme en su regazo, intensificando el beso. Entrelazo mis dedos en su cabello mientras él aprieta sus manos contra mi cintura, reclamando cada centímetro de mí.

Corta el beso dejando nuestras respiraciones chocar con la del otro.

—¿Qué es lo que te pasa? —acaricia mi mejilla derecha buscando mi mirada.

—No... no lo sé, es confuso, todo es confuso.

—Lo que necesitas es un poco de adrenalina —sonríe de lado—. Y yo sé cómo dártela.

Peino su cabello, lo miro y sonrío.

—¿Por qué tienes el cabello tan largo?

—Para ser el más hermoso de aquí —inclina la cabeza hacia atrás y agita el cabello con una mueca divertida.

Nuestras miradas se atrapan en un silencio cargado de fuego. Hay una tensión invisible entre nosotros, una pasión que amenaza con desbordarse. Sus ojos negros, intensos y brillantes, me atraviesan con una fuerza que me deja sin aliento, como si fueran un abismo del que no quiero escapar.

—¿Y si alguien entra? —susurro, aunque mis manos no se apartan de su cabello.

—Que entren —responde con esa seguridad que me desarma—. Que vean quién es el que logra sacarte esa mirada.

Suelto una risa suave, ahogada en la tensión que vibra entre nosotros. Su mano en mi cintura me ancla, me retiene y me invita a perder el control.

Sus labios rozan los míos apenas, como un reto, como si quisiera que yo diera el siguiente paso. Y lo doy. El beso se enciende de nuevo, más lento al inicio, más intenso después, como si nuestras dudas se consumieran en el fuego que ambos provocamos.

Pero incluso en medio de la pasión, una palabra arde en mi cabeza: Omega-3 V. La voz, el zumbido, mi madre... y ahora Marcus. Todo se mezcla, como si mi destino se tejiera en ese instante.

Me separo apenas, respirando contra sus labios.

—Marcus... —susurro con un hilo de voz—. Necesito respuestas.

Él me mira, serio, la sonrisa divertida desaparece para dar paso a algo más profundo.

—Vamos a dar una vuelta —indica con una sonrisa casual—, hay que estirar las piernas.

El centro estaba tranquilo, con apenas un murmullo de los pocos residentes que ya comenzaban sus actividades. Marcus me toma del brazo con suavidad, y caminamos por los pasillos como si nada.




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