Agatha.
Llevo desde que llegaron aqui revisando notas, finjiendo trabjar, mantener el orden cuando realmente lo que me interesa no lo tengo cerca. Mientras reviso unas carpetas, escucho un golpe suave en la puerta.
—Adelante —respondo sin levantar la vista de los documentos.
La puerta se abre y levanto la mirada. Es Julia.
—Con su permiso, jefa —su voz formal pero cargada de cierta urgencia—. Le traigo información que le puede servir.
Dejo las carpetas sobre el escritorio y hago un ademán para que continúe. Su cuerpo se tensa ligeramente y me observa fijamente, evaluando cada reacción mía.
—Madeline ha tenido un momento de sus recuerdos —informa, con un tono que intenta parecer casual, pero que no puede ocultar cierta inquietud.
—¿Cómo sabe eso si no está asignada a esa tarea? —pregunto, arqueando una ceja mientras entrelazo mis manos sobre las carpetas—.
—Lo escuché cuando pasaba por la habitación de ella —responde, evitando mi mirada directa.
Asiento lentamente, procesando la información. No es completamente inesperado, pero cada vez que Madeline revela algo, me obliga a reconsiderar nuestros cálculos y estrategias.
—Ya veo... ¿y qué más? —mi voz se mantiene firme, aunque mi mente empieza a trabajar más rápido.
Julia respira hondo antes de hablar, como si contuviera algo que sabe que podría alterar mi percepción.
—Ella mencionó un hospital... —comienza, dudando un momento—. Pero no uno cualquiera. Habló de un lugar con pasillos largos, muchas habitaciones cerradas, y de gente vestida como doctores y enfermeras. Dijo que había un ruido fuerte, algo así como una explosión o un golpe seco, y que alguien intentaba protegerla o impedir que se la llevaran.
Frunzo el ceño, pasando los dedos sobre la carpeta frente a mí mientras pienso en las implicaciones. Cada palabra de Julia confirma que no fue un simple recuerdo fragmentado; Madeline revivió algo intenso, algo que pudo haberla marcado profundamente.
—¿Y dijo algo más? —pregunto, sin poder ocultar la ansiedad que empieza a colarse en mi tono—. ¿Algún nombre, alguna pista sobre quién estaba allí?
—Sí —responde|, inclinándose un poco hacia adelante—. Mencionó a un hombre que parecía estar muy enfadado o preocupado, vestido con bata de laboratorio, y a otra figura... una mujer que parecía intentar ayudarla o calmar la situación. No pudo identificar bien quiénes eran, pero Madeline dijo que sentía que alguien estaba tratando de protegerla. Y que al final hubo un disparo o un estallido... algo que la dejó aturdida.
Siento cómo se me tensan los hombros. Cada detalle que Julia comparte confirma mis peores sospechas: esto no fue un recuerdo inofensivo. Madeline está conectando fragmentos de algo que probablemente aún no comprendo del todo, pero que es peligroso.
—Bien —digo finalmente, controlando mi expresión para no mostrar preocupación—. Mantén la información cerca, no la compartas con nadie más hasta que sepamos con certeza qué significa.
Julia asiente, tomando nota mentalmente de mi orden, y se prepara para retirarse.
—Gracias, Julia. Estaré atenta a cualquier novedad. Y... asegúrate de que nadie se acerque a Madeline sin supervisión —añado, dejando claro que no puedo permitirme sorpresas.
Ella asiente de nuevo, con respeto y cierta tensión contenida, antes de salir de la oficina. La puerta se cierra detrás de ella y me quedo sola, observando las carpetas como si contuvieran todas las respuestas que necesito, pero sabiendo que esta vez los recuerdos de Madeline podrían alterar más de lo que planeamos.
Suspirando, me inclino hacia adelante, revisando cada documento, cada nota, cada mapa. La sensación de control que siempre he mantenido ahora se tambalea ligeramente. Marcus está con Madeline , y aunque confío en mi planificación, hay variables que no puedo predecir.
—Esto se complica —murmuro para mí misma, mientras mis ojos se detienen en un informe que podría conectar con lo que Madeline recordó—. Muy complicadas...
El reloj avanza, y con él, la certeza de que cada decisión tomada a partir de ahora será crítica.
La información de Madeline no es trivial. Cada palabra que Julia me contó encaja con algunas anomalías que he notado en los registros recientes del hospital. No puedo confiar únicamente en lo que Marcus o el equipo central conocen; debo actuar por mi cuenta.
Me inclino sobre la mesa y comienzo a sacar carpetas, mapas y reportes electrónicos. Mis dedos recorren los nombres, las fechas, las habitaciones de los pacientes y del personal. Cada detalle parece insignificante por separado, pero cuando los pongo uno al lado del otro, empiezan a formar un patrón.
Hay un registro extraño de un paciente que desapareció hace casi un mes. Otro de un empleado del hospital que entró en horarios inusuales y nunca reportó nada a Recursos Humanos. Y luego, el informe de seguridad que muestra un fallo en el sistema de vigilancia justo la noche que Madeline recordó.
Es un rompecabezas, pero me gusta este tipo de retos. Tomo notas rápidas en mi libreta, dibujando conexiones entre los nombres, los lugares y los horarios. Cada línea que trazo me acerca un poco más a la verdad, y al mismo tiempo, me mantiene alerta: esto no puede caer en manos equivocadas.
Cuando termino de organizar las primeras conexiones, tomo mi teléfono y escribo un mensaje conciso pero cargado de importancia al supervisor:
"Supervisor, Madeline ha tenido un recuerdo significativo sobre el hospital. Hay registros de anomalías que coinciden con su relato: pacientes desaparecidos, fallos de seguridad y movimientos sospechosos de personal. Recomiendo una revisión inmediata y medidas de control. Más detalles por seguridad."
Envió el mensaje y me recuesto en la silla por un momento, dejando que la tensión fluya de mis hombros. Sé que este mensaje provocará preguntas y, probablemente, miradas inquisitivas, pero no puedo permitir que nada se pase por alto.