Efecto Cura

Capítulo 54♤

—¿Dónde estabas? ¿te hicieron algo? —Marcus acaricia mis hombros buscando una marca o algo.

Niego con la cabeza rapido para que se calme, miro de reojo a uno de los hombres murmurar con otro de ellos, suspiro y miro a Marcus.

—Debemos salir de aqui, vamos para el centro. —miento desviando el tema, el asiente y ordena irnos.

Me acerco a Amelia y paso mi brazo por su cuello atrayéndola hacia mí mientras todos suben las cosas que habían agrupado y poso una mano en mi costado.

—Me alegra que sigas con vida. —Amelia sonríe.

—Yo también pero tengo preguntas— murmuro solo para las dos— ¿Qué pasó en el centro cuando me sacaron? Se discreta.

—Marcus le fue a reclamar a Agatha y lo mandó para esta misión —Susurra—, dejamos a Luna con Julia para vigilarla.

—¿Y Julia? —pregunto con el ceño fruncido, bajando aún más la voz.

—No la he visto desde que salimos —responde, mirando hacia las camionetas—. Pero antes de partir, la escuché hablar por radio... algo sobre un "protocolo final".

Mi estómago se encoge. No me gusta ese tono, ni la forma en que Amelia lo dice, como si ni ella misma terminara de creer lo que escuchó.

—Tenemos que volver cuanto antes —murmuro, ajustando mi chaqueta para cubrir el costado herido—. Si Julia está moviendo algo, Agatha lo sabe o lo permite.

Marcus nos observa desde el otro lado del vehículo, impaciente, y da una palmada en el costado de la camioneta.

—¡Vamos, suban! No quiero estar más tiempo en esta zona.

Asiento, pero antes de subir, le acaricio el brazo de Amelia.

—No digas nada todavía —le advierto, mirándola a los ojos—. No confío en nadie ahora mismo. Ni en Agatha, ni en Julia, ni en esos hombres. Ella asiente, entendiendo de inmediato, aunque su mirada muestra miedo... o tal vez culpa.

Subimos. El motor ruge y el vehículo se pone en marcha. Mientras nos alejamos, observo por la ventana el camión humeante volverse un punto negro en el horizonte. En mi mente, las piezas comienzan a encajar, pero ninguna forma tiene sentido del todo.

Agatha tal vez sabe algo de mi memoria. Julia miente. Marcus fue parte de Omega-3 V.

Las imágenes se mezclan en mi cabeza: los expedientes, las voces, las pruebas médicas... y una frase que no puedo olvidar, la misma que escuché antes de que todo se volviera negro:

"Siempre fuiste más curiosa de lo que debía ser una creación."

Mi respiración se acelera. Giro a mirar a Amelia, que me devuelve la mirada con un gesto nervioso, intentando sonreír. No le digo nada. No todavía. Pero dentro de mí, algo comienza a despertar... Una sospecha que no quiero creer.

¿Y si yo no era parte del experimento? ¿Y si yo era el experimento?

Julia.

Respiro profundo para no perder la calma; me siento como si estuviera en una entrevista con esta mocosa encima, escarbando entre mis intenciones sin darse cuenta.

—¿Qué necesito para ser como tú? —pregunta moviendo los pies, balanceándose sobre el banco con una curiosidad que me irrita.

—Luna... es tu nombre, ¿cierto? —Ella asiente, los ojos fijos en mí, atentos como si esperara una revelación—. Tengo que entrar a unas áreas, y no creo que te gusten esas.

—Desde pequeña me gustaron los laboratorios —afirma—, y con lo que pasó con la infección y todo eso, también me gustan las armas. ¿A qué área irás?

Carajo.

La niña no se calla. Giro un poco el cuerpo, fingiendo buscar algo en mi bolsillo, solo para no mirarla directamente. Si me sigue, no podré llegar a la sección restringida, y Agatha ya dejó claro que no quiere interrupciones.

—Área médica —respondo seca.

—¿Dónde guardan las muestras y esas cosas? —pregunta, ladeando la cabeza con una sonrisa que no combina con la situación.

Cierro los ojos un segundo. Si la ignoro, me seguirá. Si le respondo más, me hará más preguntas. Necesito una distracción.

—Sí, ahí mismo —miento—. Pero necesito que vayas a buscarle algo a Marcus, ¿sí? Dile que lo necesito en el área tres.

Ella duda, sus ojos se mueven entre mi rostro y la puerta del fondo, donde quiero entrar.

—¿Y si mejor voy contigo?

—No —respondo rápido—. Esto es solo para personal con autorización.

Sus labios se fruncen, pero finalmente baja del banco y se aleja a paso lento, mirando atrás cada pocos segundos. Solo cuando desaparece tras la curva del pasillo, dejo escapar el aire contenido.

Camino rápido hasta la puerta metálica, deslizo la tarjeta de acceso y espero a que el lector parpadee en verde. Al entrar, el silencio me golpea; el zumbido constante de las máquinas es lo único que se escucha.

Agatha está de espaldas, revisando unas muestras bajo una lámpara blanca.

—Sabía que no tardarías en venir —contesta sin mirarme—. ¿Luna te siguió?

—Casi que no lo logro —respondo cerrando la puerta tras de mí—. Pero no por mucho tiempo.

Agatha seguía de espaldas, moviendo un tubo con líquido rojizo entre sus manos. El brillo del suero se reflejaba en sus gafas cuando por fin habló:

—¿Sabes qué es lo curioso, Julia? —su voz era calmada, demasiado—. Todo esto... todas las pérdidas, los intentos fallidos, las muertes... siempre traen algo útil.

—¿A qué te refieres? —Frunzo el ceño.

Ella deja el tubo en su soporte y se gira lentamente. Su expresión es serena, pero hay algo diferente en su mirada.

—Madeline está muerta.

Por un instante no entiendo lo que acaba de decir. Luego, la frase se hunde en mi mente como una aguja.

—¿Qué dijiste?

—Lo que escuchaste —responde sin titubear—. Lo de llevarla a ese lugar terminó como esperábamos. No hubo señales de vida después de la infeccion.

Mi sonrisa se ensancha, apenas perceptible. Siento una sombra de triunfo que me llena la garganta y la amargura que lo acompaña. Madeline fuera del camino significa menos ruido, menos miradas que cuestionen, menos posibilidades de que alguien tire del hilo y encuentre lo que enterramos. Marta... Marta fue eficiente. Bien.




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