KATRINA
Los cubiertos repiquetean en los platos más de lo usual, a nadie le gusta perder, pero ninguno supera a Seth, sus ojos vedes parecen rayos que batallan por romper la mesa en dos, aprieta la mandíbula como si estuviese masticando rocas. Hemos aprendido a darle su espacio con “el enojo post perdida”, se ha convertido en una regla tácita del equipo.
—Relájate, Seth. Solo perdimos veinte puntos, no importa —dice Loris. No todos respetan las reglas, por supuesto—. Solo perdimos la posibilidad de avanzar un nivel, tener mejores trajes y…
Brinn le da una no tan suave patada en el tobillo, se ha convertido en parte de la rutina, cada vez que perdemos por Seth o por mí, Loris sueltan un comentario de ese tipo, luego Brinn lo hace callar, con el tiempo aprendes a ignorarlo.
Las primeras semanas pensé que Loris podría cambiar de actitud, que solo estaba asustado y sorprendido, que tener mellizos en su equipo se haría normal con el tiempo, como lo fue para todos los demás, pero parece empeñado en odiarnos, es del tipo de persona que se obliga a mantenerse firme en una convicción, aunque todo juegue a favor de que cambie de opinión. Cada vez que Seth hace un chiste todos ríen, mientras Loris se obliga a mantener sus labios sellados a toda costa.
Ya no es comportamiento que me afecte, no la mayor parte del tiempo, es algo natural, entendible hasta cierto punto. “Lo diferente siempre produce ese efecto en las personas, pero es lo que hace especial la vida. Las diferencias nos hacen lo que somos, no las rechaces, Kat”, solía repetirme mamá cuando era niña, cada vez que llegaba a casa llorado porque alguien había sido grosero u odioso con nosotros.
Sin embargo, alguna vez intentamos ir a escuelas separadas, pero tampoco funcionó, para empezar, seguimos siendo pelirrojos, eso ya jugaba en nuestra contra, además, de alguna manera siempre terminaban enterándose de que éramos mellizos y que para completar nuestro padre era el ministro de justicia y mamá la jefa del área neurológica del hospital central de Neftis. Por lo que al final, decidimos estudiar en casa, papá nos dejaba tomar cualquier curso que quisiéramos, pero juntos. Esa siempre fue su condición, teniendo en cuenta que en más de una ocasión no solo fueron burlas, sino que habían intentado matarnos. Papá quería que nos cuidáramos mutuamente y a mamá no le gustaba que los guardias de seguridad pasaran mucho cerca de nosotros. “No hay mejor guardián que la propia familia”, decían papá y mamá al unísono.
Es así que cuando quise clases de informática las tomamos juntos, a pesar de que Seth se dormía frente a las pantallas, juntos decidimos tomar las lecciones de defensa personal (que alegría haberlo hecho, o los comentarios de Loris serían peores) y cuando Seth quiso tomar las clases de pilotaje, tuve que acompañarlo.
Supongo que por eso nos comunicamos sin palabras… sabemos prácticamente lo mismo que el otro, y nos conocemos mejor que a nadie más, nos entendemos de formas que nadie más puede.