Efecto Doppler

7

SETH

 

Entrenar solo dentro del gimnasio me recuerda mucho la primera semana tras nuestra llegada, más exactamente al día que fuimos asignados a un equipo y conocimos a las personas que se convertirían en nuestra nueva familia, con quienes pasaríamos la mayor parte del tiempo.

—El entrenamiento físico funciona por equipos, seis personas —nos explicó Malcom—. Deben aprender a trabajar en equipo, bueno, ustedes ya son uno, pero necesitan acoplarse al ritmo de otros. Tendrán que esforzarse para pasar los distintos niveles en los simulacros. Se unirán al equipo B17, sus compañeros serán Loris Ethon, Brianna Toms, Ian Lockhart y Laya Kirt.

—¿Simulacros? —pregunta Kat, confundida.

—Sí, se realizan simulacros semanalmente para evaluar su avance en cuanto a técnicas y otros aspectos —respondió Malcom tranquilamente, luego adoptó un tono más serio y continuó—. De su desempeño dependerá si pasan a cursar el siguiente nivel, a medida que avanzan los simulacros son más difíciles. Si el general considera que no superaron la prueba deberán repetirla.

Repetir, ¡Ja! Hemos repetido cada simulacro al menos dos veces, en la mayoría ha sido por mí culpa, un par de veces por Kat. Al principio discutíamos con el equipo todo el tiempo, tras las peleas solo nos dirigían la palabra para darnos órdenes. Sin embargo, con el pasar del tiempo se fueron acostumbrando a nosotros y cuando mejoramos en nuestro desempeño en las pruebas, Brinn comenzó a charlas con nosotros después del entrenamiento y a ella se le unieron todos los demás, menos Loris que parece odiarnos completamente.

  Presiono el botón de inicio: simulación de pelea. Comienzo lanzando una patada de gancho, esquivo un puñetazo, intento hacer una de las últimas llaves que he aprendido pero no logro ser lo suficientemente rápido, mi oponente me tira al suelo, le pateo la espinilla, el también cae y… desaparece.

—Nada mal, creo que tu especialidad son las patadas, igual que tu padre—dice Malcom con una sonrisa.

Lo miro, arqueo una ceja, luego recuerdo que estoy en el suelo y me levanto con la poca dignidad que me queda. Siento con la sangre sube a la cara, coloreando mis mejillas. Demonios, que patético soy.

—Katrina dijo que estarías aquí, el general me ha informado del resultado de la prueba de hoy— ya no sonríe, su tono es serio.

—¿Qué dijiste de mi padre? —es lo único que atino a responder, estoy algo aturdido y esa es la única información que a mi cerebro le interesa.

—Oh, bueno—suelta una pequeña risita y desvía la mirada un segundo—. Cuando tu padre y yo entrenábamos él era experto en patadas, insistía en enseñármelas todas. Su favorita era esta que acabas de hacer, siempre la utilizaba en cualquier combate.

—¿Papá y tu entrenaron juntos?

—Claro, durante la época de la Prohibición entrenábamos juntos todos los días. Luego tu padre se fue a Marte y desde allí apoyo la ley 43. Más tarde convenció a Jonah de nombrarme como director de esta sede —me cuenta Malcom con tono nostálgico.

Recuerdo que papá me comentó alguna vez que practicó artes marciales en la época de la Prohibición porque se sentía muy frustrado ya que como profesor de historia no podía hablar sobre el impacto de las religiones en el mundo, solo de la Cienciología.  Por lo que fue el principal defensor de la ley 43, que si bien seguía dejando a la Cienciología como única religión en la Unión (es decir Marte, la Tierra y la Luna), desde entonces se permitió enseñar las demás religiones con fines académicos.

—No entiendo porque nunca me habló de ti —digo sin pensar, porque de verdad no le encuentro sentido.

—Oh, bueno —responde, parece avergonzado —. Tu padre y yo tuvimos unas cuantas diferencias en los últimos años, luego dejó de comunicarse conmigo y se comunicaba directamente con Jonah.

—¿Entonces porque nos invitaste a venir aquí?

—Seth —me regaña, como si hubiera dicho algo malo—. El hecho de que no me encontrase bien con tu padre no significa que hubiese dejado de quererlo, además también soy amigo de tu madre. He igual que tú lloré por la muerte de Alessandro.

No le respondo, no me queda nada que decir, el ambiente se ha tornado incómodo de repente.

—Bueno podría ayudarte con el movimiento que intentaste, como lo hizo tu padre conmigo en su momento—dice Malcom de repente, con una sonrisa un poco nerviosa—. Es lo menos que puedo hacer.



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En el texto hay: academia, mellizos, telepatía

Editado: 19.11.2018

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