SETH
Aún me recupero de la emoción del último simulacro. Las brigadas de rescate son para mí como volver a vivir. La adrenalina, la satisfacción, la felicidad al ver que por fin he sido útil, que logré salvar a alguien con todas las habilidades que he aprendido son lo mejor que podría llegar a experimentar.
Junto al equipo hemos pasado de hacer los simulacros en el encierro de la academia a realizarlos “al aire libre” (dentro de lo que cabe, teniendo en cuenta que estamos en el siglo de la contaminación). Realizamos rescates d niños inocentes que son robados por personas que no pueden tener sus propios hijos debido a los daños ocasionados por la guerra genética, debemos salvar a los civiles de morir quemados por fanáticos anarquistas que quieren derribar a la cienciología como religión oficial y restaurar el derecho a profesar las religiones que en épocas pasadas causaron tanto daño.
Cobrando más vidas.
Desde la nave que nos transportaba, Nueva Hispania no lucía nada mal, rebosaba de vida y jovialidad. El simulacro se realizó allí, en la sede de la academia en ese continente, llevamos varios equipos, todo parecía real, no como un simulacro.
Nuestro objetivo era rescatar y llevar a un lugar seguro a todo aquel que había quedado atrapado en medio del caos, mientras el ejecito combatía a la Resistencia, un grupo rebelde real más fuerte que busca derribar la Cienciología, y establecer una ideología que no es muy clara. En nuestra recreación habían atacado la capital de la Iglesia en Nueva Hispania, desafiando al ejército y desatando el desconcierto a su paso. Normalmente nuestra función es la misma en estas situaciones, la academia, sobre todo con los menores de edad, solo colabora como una especie de ONG de rescate, pero no intervine en el conflicto.
El experimento salió bastante bien, Kat y yo entendemos cada vez mejor el amplificador, ya podemos comunicarnos con mayor facilidad, pero ahora también sentimos lo mismo que el otro, antes solo era como si estuviésemos juntos, en el mismo lugar, sintiendo nuestra mutua existencia, pero ahora nos fusionamos, nuestras emociones se mezclan y se confunden en una catástrofe de sentimientos y no sé que corresponde a quien.
El simulacro sin embargo, tuvo que acabar mucho más rápido de lo previsto porque se necesitaban refuerzos para ayudar a la isla sin capa protectora que había sido víctima del huracán, a mi equipo no se le permitió ir, tristemente.
El equipo funciona de maravilla ahora, podemos dividirnos y actuar a mayor velocidad, a pesar de sufrir un pulso electromagnético, podremos continuar, gracias a Kat y a mí.
Me sentí tan vivo dirigiendo la operación, guiándolos, ayudando a salvar cuantas más personas podíamos, que en este momento entiendo porque papá insistía en que conociéramos la academia.
No obstante me sigue inquietando la razón por la que papá nunca hablo de Malcom, a quien a pesar de ello me he permitido conocerlo. Nos reunimos un día a la semana en el gimnasio para entrenar. Malcom tiene algo especial que no me ha permitido alejarme de él desde aquel día que me encontró en mi triste intento de entrenar, aunque todas las alarmas en mi cabeza me indiquen que me mantenga lejos de él… tal vez sea el hecho de que se siente como estar acompañado de papá que no me lo permite.
Hoy Malcom no pudo asistir a nuestra rutina, envió un mensaje diciendo que tenía asuntos importantes que atender, debo admitir que sentí una punzada de decepción cuando vi el aviso en el proyector holográfico en la pared de mi habitación, pero luego me alegre cuando vi adjunta una lista de cosas que podía hacer solo, sonreí como un idiota porque eso me recordaba a papá y a Kat, siempre haciendo listas por todo.
Así que en honor a ello me decido a invitar a Kat a entrenar conmigo, en realidad debería ser la persona con quien lo haga, pero últimamente no nos vemos mucho después de que finaliza la jornada debido a todo lo que sucede en los simulacros, esos revoltijos sensaciones mutuas.
Cuando entro a la habitación de mi hermana la encuentro haciendo el trabajo de historia que nos fue asignado y me siento orgulloso porque ya lo he terminado. Al ofrecerle a Kat ir conmigo al entrenamiento parece muy sorprendida, me sonríe medio en burla.
—¿Por fin te has dignado a enseñarme esas técnicas raras que aprendes con Malcom? —me pregunta mientras se levanta por su ropa de entrenamiento.
—No, es sólo que él estaba ocupado y para realizar los ejercicios se necesitan de dos personas —le respondo para molestarla— …Y tú eras la única opción disponible.
Me mira como si estuviese verdaderamente ofendida, luego me tira a la cara una almohada mientras ríe, atrapo el objeto al vuelo y lo sostengo entre mis manos mientras me uno a las carcajadas de mi melliza. Hacia un par de semanas que no reíamos juntos, tranquilamente, como hermanos, no como parte de un experimento militar de telepatía.