KATRINA
El entrenamiento con Seth fue mucho mejor de lo que esperaba, aprendí un motón de cosas (ahora entiendo porque recientemente es tan bueno en todo) y por fin lo vi feliz, algo que no había pasado en mucho tiempo, de hecho, nunca lo había viso así, tranquilo y orgulloso, como si sintiera que ha encontrado su lugar, me alegro por él.
Lo mejor de todo es que al fin podemos pasar tiempo juntos de manera normal, nuevamente como simples hermanos que se divierten juntos. Había llegado a creer que los entrenamientos nos habían robado esa capacidad de estar simplemente el un junto al otro. El estar demasiado cerca había instalado una extraña incomodidad entre nosotros, pero creo que después de ayer ha sido superada, que nuestra relación esta aún mejor que antes.
Ahora la telepatía si logró lo que pretendía: unirnos, no separarnos como había sucedido al inicio. Seguramente era solo pánico de unirte irreversiblemente a una persona de una manera que nunca antes había sido posible, antes creíamos que estábamos conectados, que éramos parte el otro, el experimento nos ha permitido saber que no nos equivocábamos y que si bien, poder estar en la cabeza de Seth es perturbador y aterrador a partes iguales, lo conoceré mejor que nadie, tendré su apoyo totalmente incondicional.
Pero en este momento estoy en camino a buscar el apoyo de mamá, extraño mucho hablar con ella, desde que estamos aquí casi nunca nos vemos, las clases y el entrenamiento son muy extensos y su jornada en el hospital dura todo el día, por lo que hoy he decido visitarla. Ya es de noche y los martes trabaja medio tiempo, me parece el momento justo para ir a su habitación a sorprenderla con una visita.
Pero la sorprendida esta noche soy yo.
Escucho murmullos desde su habitación, parece que las habitaciones del personal médico son diferentes a las nuestras, no son aisladoras de sonidos, supongo que es porque deben estar alerta de cualquier emergencia o de sus pacientes.
—No, no puedes hacer eso, era lo que Alessandro más odiaba —y no puedo evitar acercarme más para escuchar mejor.
—… Se razonable. De todas formas no puedo desobedecer órdenes Amanda—dice una voz masculina—. Intenta imaginar siquiera los beneficios que tendría, ese nivel de cobertura permitirá salvar muchas más vidas.
—Ese es el punto. La clonación va en contra de la naturaleza de la vida—le responde mamá—. ¿Acaso esperas que ve a mis hijos ir a lugares en conflicto rodeados de clones de sí mismos?
—No son clones…
—¿Pues entonces dime qué son? —grita mamá, todavía más molesta y …triste—. Dímelo, porque de verdad no lo entiendo.
—Amanda, tranquilízate —dice Malcom en tono tranquilo, pero severo—. Mira, en primer lugar son órdenes directas, al llegar aquí firmaste un contrato que no puedes evadir, así que no puedes negarte. Y en segundo lugar el beneficio será enorme, tus hijos se sentirán contentos de colaborar con el avance científico, con salvar muchas más vidas.
—Salvar vidas reviviendo la razón de la pérdida de tantas, la razón por la que nadie es capaz de mirar a mis hijos sin recelo. —le responde mamá, a punto de quebrarse en llanto—. ¿Cómo es que pueden siquiera hacerlo?, no entiendo como el Iluminador daría permiso para eso.
—Lo hizo, él fue el mayor promotor del proyecto, todo es legal—expresa con entusiasmo—. De todas formas será solo algo experimental, el mundo no va a enterarse de lo que estamos haciendo, podemos hacer que esta vez salga bien.
—Sí, bien. No creo que nada salga bien cuando estas resucitando la razón por la que el mundo estalló en guerra mientras lo ocultas a todos. —dice mamá y finalmente se le quiebra, la voz.
Malcom no responde nada. Creo que va a irse, no puede saber que los espío… Camino rápidamente al pasillo más cercano, espero escuchar el sonido de la puerta al abrirse. “Piénsalo, Amanda” es la frase que utiliza Malcom como despedida desde el umbral. Empiezo a moverme lentamente, aparentando venir de camino.
—Katrina que gusto verte —me saluda, como si no hubiese estado hace un minuto hablando sobre mí y una posible reactivación de la clonación con la que piensa obligarme a colaborar—. ¿vienes a visitar a tu madre?
Me esfuerzo por sonreír y asentir con la cabeza, creo que si hablo mi voz me traicionará.
—Bueno, te cuidado. Se encuentra algo mal, pero un poco de compañía hará que se sienta mejor —dice, con un fingido tono preocupado—Salúdame a tu hermano, dile que retomaremos los entrenamientos la semana que viene.