1. Nadie Me Vio: Todos en algún momento nos hemos sentido mal, ser
insatisfactorios
o realmente ser invisibles. Queremos evitar la crudeza de las personas. No importa si eres un ser, siquiera, cualquier persona que tenemos a nuestro lado. Sentimos que nadie nos ve. No necesitamos la ayuda de las personas, solo queremos ocultar nuestro dolor, trauma o miedo. Yo también pasé lo mismo que tú. Cuando estaba pequeño, fui abusado, humillado, criticado. Me dolió tanto que perdí la confianza. Con todos, hemos hecho cosas para salir de nuestros problemas. Cortamos, incluso, hacernos daño. No es la solución, nada de eso te ayuda. Solo te destruyes más, a un punto donde explotas y decides acabar contigo. Todos los demás no te ayudan en nada; las personas que te critican, que te hacen el mal, no remueven su trampa, solo es distracción.
2. Lo Que Odie De Mi: Todos nos hemos odiado en algún punto de nuestras vidas, donde no encontramos nada para hacernos sentir bien, cometemos puros errores, no somos el hijo perfecto, la pareja perfecta, nos miramos al espejo y solo miramos cosas que, desde solo no miramos progreso, donde a estar feliz, mostramos una expresión de inseguridad.
¿Por qué pasa esto? ¿Por qué soy así? Todos somos así porque en algún punto de nuestras vidas hemos pasado por cosas difíciles, traumas, heridas sin sanar. Pero quiero decirte algo, no estás solo.
Quiero que este libro te lleve muy profundo, sé que duele cargar por pesos muy gordos, soy tan feliz y fuerte, y piensa en ese niño que pudieras ser, feliz, ayúdese, sin problemas. No todo se acaba, tienes mucho tiempo para delante, metas, objetivos, solo lánzate y sigue cuando duela, más vale comenzar con dolor porque la vida te compensará con descansos.
3. Lloro En Silencio: Se que todos en nuestra vida hemos llorado, pero hay algo en especial, llorar en silencio, siempre hemos sentido ese vacío, donde no tenemos nada, donde no vemos progreso alguno, donde cada vez que nos quedamos atrás, es ese atrás que nos afecta mucho mentalmente y emocionalmente, yo eh pasado lo mismo llorar sin razon alguna, ver cómo otros tienen la vida resuelta y tú batallando par hacer por lo menos las cosas bien.
Se siente algo muy feo, se pase lo mismo cuando lloraba, cuando no tenía a nadie que me consolara, donde cada vez mi salud mental iba empeorando, donde mi felicidad no era felicidad, era enojo, frustración, rabia, por no ser esa persona que quise, pero tranquilo, no sigas destruyendote más, siempre trata de hablar las cosas con personas que en realidad confías, nunca te quedes callado, te irá consumíendo.
4. Miedo al espejo y realidad: Hay momentos en los que no queremos vernos... no por fuera, sino por dentro.
Nos paramos frente al espejo, y lo que vemos no nos gusta. No es solo el reflejo de la cara cansada, los ojos tristes o los gestos sin brillo. Es algo más... es miedo.
Miedo de ver quién realmente somos.
Miedo de aceptar que estamos rotos.
Ese espejo no solo muestra una imagen; te enfrenta a ti mismo, a tu verdad.
Y muchas veces, esa verdad duele más que cualquier golpe.
Porque uno aprende a mentirle a los demás... pero no al espejo.
A veces lloramos sin razón, pero sí hay razones. Están ahí, escondidas: frustraciones, recuerdos que pesan, heridas que no cerraron. Y cuando te miras, todo eso vuelve. Todo.
Te recuerdas que finges estar bien. Que sonríes para no preocupar a nadie. Que te callas para no ser una carga. Pero por dentro... te estás cayendo a pedazos.
Yo también le temí al espejo. No por lo que mostraba... sino por lo que me obligaba a recordar.
Cada inseguridad. Cada error. Cada "no soy suficiente".
Quería romperlo, como si al hacerlo, pudiera borrar lo que sentía.
Pero aprendí algo...
El espejo también puede ser un aliado.
No para juzgarte... sino para reconocerte. Para decirte: "Sí, estás mal, pero sigues aquí. Y eso ya es fuerza".
No le huyas a tu reflejo.
Mírate, incluso con miedo. Porque el primer paso para sanar... es dejar de mentirte a ti mismo.
5. Soñé Que Moria: Soñé que moría.
Y no fue una pesadilla. Fue paz... fue descanso.
Por un momento, todo el ruido en mi cabeza se apagó. No había dolor, ni ansiedad, ni recuerdos que pesaran. Solo vacío... pero uno que no dolía.
Me vi a mí mismo, acostado, con los ojos cerrados, y pensé: "¿Eso era todo? ¿Hasta aquí llegué?"
Y en lugar de miedo, sentí una mezcla rara... alivio y tristeza al mismo tiempo.
Alivio de que todo terminara.
Tristeza porque nadie lo notaba. Porque en mi sueño, yo moría... y nadie lloraba.
Desperté con el corazón acelerado, sudando frío.
Pero lo más fuerte no fue el sueño. Fue la realidad.
Desperté y me di cuenta de que ya me había sentido así despierto.
Que ya me había muerto en vida muchas veces: cuando me ignoraban, cuando me hacían daño, cuando fingía estar bien, cuando sonreía para no preocupar a los demás, cuando me tragaba todo lo que me destruía por dentro.
Soñé que moría... pero estaba vivo.
Y eso me hizo pensar. Si ya estoy aquí, si ya sobreviví a tanto, si ya he sentido la muerte sin haberla tenido, entonces algo debo hacer.
Tal vez no quiero morir.
Tal vez lo que realmente quiero es dejar de sufrir.
Tal vez necesito empezar de nuevo, aunque me cueste, aunque duela, aunque me tambalee.
Porque ahora sé algo:
No quiero desaparecer.
Quiero que el dolor se vaya, no yo.
6. El Niño que Fui Antes Desapareció:
Hubo un tiempo en el que reía por todo.
Un tiempo en el que el mundo parecía grande, pero no peligroso.
Donde un dulce, una pelota, una tarde en familia, eran suficientes para ser feliz.
Ese niño... ese niño que fui antes, ya no está.
No sé cuándo desapareció.
Tal vez fue la primera vez que alguien me rompió.
O cuando descubrí que no todas las promesas se cumplen.