—Oye, lamento llamarte a esta hora, pero…
—¿Con quién hablo? —una voz cansada suena del otro lado del teléfono.
Casi suelto mi celular al escuchar esa voz tan ronca.
—Lo siento, creo que he marcado el número equivocado.
Cuelgo sin escuchar una respuesta de su parte y vuelvo a marcar el número, cerciorándome en repetidas ocasiones de que cada número sea el mismo que está escrito en esa sucia servilleta que no he dejado de sostener en todo el día.
No puedo creer que he dado mi primer paso en la conquista de un chico sumamente atractivo. Había visto muchos videos de chicas dando el primer paso al ver alguien que les hacía volar la cabeza y nunca creí que sería una de ellas, no solo por el riesgo y miedo que sentí, sino por la respuesta que recibí.
Siento que, por primera vez, algo espontáneo está dando resultados.
—Hola, no sé si me recuerdas, soy la chica que…
—La chica que acaba de colgar diciendo que marco un número equivocado. Si, por supuesto, ¿Cómo podría haberte olvidado?
El susto hace que cuelgue de nuevo.
¿Qué demonios está sucediendo?
Lo peor es que si se lo que es, pero resulta muy decepcionante la respuesta.
¿Por qué hacen algo como eso? No es como si yo hubiese puesto un arma en la servilleta para obligarlo a responder afirmativamente. Ni siquiera estaba grabando.
El teléfono vibra en mi mano y el número desconocido me causa un escalofrío. Lo que faltaba para completar la noche, al parecer llame a algún loco desquiciado que está considerando matarme por importunar su sueño.
Intento ignorar las llamadas, pero resulta siendo muy insistente y de cierta forma, mi grosería al colgar me da vueltas la cabeza como si fuese el pecado más fuerte de todos y eso me incita a responderle.
—¿Hola?
—Bueno, estaba un poco decepcionado hace un segundo. Juraba que sería el último llamado que haría —se burla.
—Igual espero que lo sea. Señor, me equivoqué de número y me disculpo, pero no es razón para que bombardee mi celular con llamadas. Más aún que usted no me conoce de nada —razono.
—En lugar de más aún, diría que con mayor razón debo hacerlo. Me sentiría culpable por no preguntar y luego aparecería la noticia de una chica que se suicidó porque el amor de su vida se equivocó en un número.
—Primero, no soy tan extremista. Segundo, no era el amor de mi vida. Tercero, dudo mucho que haya sido una equivocación…
—¿Siempre eres así de pesimista? —pregunta divertido.
—Prefiero el término realista.
—Aburrida.
Siento el insulto calar muy fuerte. Y eso que acabo de decir que no soy extremista, pero mi primer pensamiento es entrar por el celular y lanzarle un golpe a la nariz para romperse la.
—Ese es un término que me describe muy bien y no siento vergüenza alguna —contesto.
—Seguro que no. Pero de que dolió, dolió… ¿O me equivoco?
¿Por qué parece ser alguna clase de perverso jugando con mi mente? En menos de lo que piense estará volviendo me loca y me suicidarme como lo comento segundos antes. Solo que no tendría nada que ver con el chico del restaurante.
—Te equivocas. Y lo mejor es que olvides todo esto, ¿Ok? Nunca te llamé y tú tampoco lo hiciste de vuelta. Cada cual en su vida y este error queda como lo que es… un error.
—Sera un tanto complicado. Necesito hablar con alguien, más ahora, para no volverme loco —hace una pausa—. Créeme que tu llamada me salvó la vida, literalmente.
—Con el uso del literal ahora, créeme que no te creo nada —reclamo.
—Bueno, dejémoslo en duda por el momento. Es un poco tarde y supongo que estudias, ¿No?
—¿Intentas que te cuente sobre mí? —cuestiono con rabia.
—Intentaba ser más sutil, pero supongo que estás a la defensiva. Hablamos mañana efímera.
—¿Cómo que efímera?
El sonido del fin de la llamada es lo único que contesta mi pregunta.
Editado: 03.07.2024