Efímera

2. Sr. Misterio

—¿Tuviste un buen día? ¿Llegaste a ver a tu amor unilateral? —la voz ronca me sorprende de nuevo.

 

Ni por un momento se pasó por mi mente que sus palabras eran verdad. ¿Por qué ahora resulto con tan mala suerte?

 

—¿Quién eres?

 

—Los nombres ya es un paso muy avanzado, ¿No crees?

 

—Tienes razón, no es como si quisiera conocerte —hago una pequeña pausa mientras me lanzo hacia mi cama—. ¿Qué quieres? ¿Piensas que es divertido molestar a personas solo porque se confundieron de número y arruinaron tu sueño?

 

—No estaba durmiendo aún. Y como te dije: eres mi salvadora, querida efímera —comenta.

 

Ruedo los ojos ante sus palabras. ¿Por qué debe ser tan misterioso?

 

—¿Podrías hablar más claro? No suelo entender indirectas, así que se sincero amigo… ¿Qué quieres?

 

—Hablar, eso es todo. No creí que sería un problema para ti, ayer parecidas muy emocionada por hacerlo, entonces no quise arruinar tu felicidad —explica—. ¿Qué quieres contarme?

 

—No eres la persona con quien quería hablar, ya lo explique ayer, así que esto no viene al caso. Es ilógico y no, no tengo nada que contar a un desconocido —replico.

 

—Entonces, ¿El chico que te dio su número mal era un amigo que conocías de mucho tiempo atrás? ¿Fue alguna clase de reencuentro entre ustedes? ¿Hablaron y hablaron, pero resultó que tenían muchas más historias que compartirse? ¿O me equivoco?

 

Respiro profundo ante su obvio sarcasmo.

 

—Al menos lo vi físicamente, ¿Ok?

 

—¿Y solo por eso ya sabes sus gustos, pensamientos, creencias, actividades y vida personal? ¿Todo se basa en verse en físico?

 

Me siento regañada.

 

—No, no se basa solo en eso… —respondo en voz tan baja que apenas y me escucho a mi misma.

 

—¿Qué dijiste? No logré escucharte.

Al menos suena sincero.

 

—No es solo sobre eso, ¿Vale?

 

—¿Entonces qué es?

 

—Solo quieres entablar una conversación. Eres demasiado listo, ¿Sabías?

 

—Lo sé, pero no lo divulgo —puedo sentirlo sonreír.

 

—No tengo una respuesta, ¿Bueno? Solo se que estaba emocionada por ese número de teléfono y encontrarme con la realidad de que no soy lo suficientemente atractiva para que un chico guapo voltee a verme, me hace sentir tan decepcionada y triste que terminó echándole la culpa de ello a alguien que ni siquiera conozco.

 

Me golpeo con el respaldo de la cama al levantar el torso de forma brusca.

 

—No me quiero imaginar cómo sería si sí tuvieras una respuesta.

 

—No te burles, no sé de dónde salió todo eso —confieso.

 

—Bueno, cuando no hay nombres ni datos personales de por medio es más fácil sincerarse con alguien. Por eso, efímera, te doy la oportunidad de colocarme un apodo o nombre que gustes —dice.

 

—¿Por qué soy efímera? —la curiosidad me mata.

 

—¿Por qué no lo eres? —pregunta de vuelta.

 

Me quedo en silencio un largo rato en el que solo se escuchan nuestras respiraciones. Quiero entrar por el celular y golpearle el rostro a este desconocido sabiendo, pero en parte me emociona el hablar con alguien de un modo más profundo y cero superficial, sin nombre ni redes sociales ni direcciones para encuentros o visitas. Es extraño todo, pero una parte de mi siente que lo necesita.

 

—Buenos, señor misterio, yo pregunte primero y es de mala educación responder una pregunta con otra —replico.

 

—Suelo ser un mal educado, discúlpame.

 

—Disculpa no aceptada —mascullo.

 

—Bueno, no quiero que te sientas decepcionada del apodo que me has obsequiado, así que hasta mañana efímera. Dulces sueños.

 

No tengo la oportunidad de siquiera despedirme cuando el sonido del final de la llamada suena.

 

Si, definitivamente no pude encontrar un mejor nombre para el desconocido. Creo que el final de nuestras conversaciones siempre será de esta manera.

 




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