Efímera

3. Película favorita

—¿Cómo te encuentras esta noche?

 

Coloco el teléfono en voz alta y lo dejo sobre el lavamanos, mientras comienzo a lavar mi rostro para alejar las molestas espinillas que comiencen a hacer acto de aparición.

 

—Bien, estoy realizando mi rutina de belleza —me rio sin gracia.

 

La verdad no suelo ser muy frecuente con esto, pero disfruto el proceso.

 

—Si, logra distinguirse que estás en el baño —comenta divertido.

 

—Bueno señor misterio, ¿Usted cómo se encuentra? —pregunto de vuelta.

 

—Lo suficientemente bien como para no poder quejarme.

 

—Suena poco convincente, pero obtener una respuesta de tu es suficiente —comento.

 

—Me alegro que lo sea porque es la verdad —tose un poco— ¿Película favorita?

 

Me río ante su pregunta.

 

—Creí que eras más profundo.

 

—Te sorprendería la cantidad de personas que sufre para responder preguntas sencillas, solo porque no están acostumbrados a que le exijan de respuesta una sola cosa.

 

—¿Una sola? —frunzo el ceño—. Eso es un poco complicado.

 

—Tomate todo el tiempo que necesites —dice.

 

—Gracias señor misterio. Ya que debo pensarlo mejor, por qué no me dice usted cuál es la suya.

 

Mi voz se entrecorta un poco mientras termino de secar mi rostro. La pregunta a pesar de su sencillez se está llevando mi concentración y a pesar de haber visto tantas películas y guardarle un cariño a muchas más, no logro encontrar cual definir como favorita.

 

—Shrek 2 —responde.

 

Sonrío al escucharle.

 

—¿Necesitas un héroe?

 

—¿Eres fuerte y rápida? —le escucho reír un poco.

 

Bueno, al menos ya sé que puede hacerlo.

 

—Si y acabe de salir de la ducha… digo, lucha.

 

Su carcajada me sorprende por lo gruesa que suena. No puedo evitar reír junto con él, al caer en cuenta de que mi chiste puede ser muy atrevido. Aunque tratándose del señor misterio, espero no sea así.

 

—Va a terminar nuestro tiempo y aún no me respondes una simple pregunta.

 

—¿Por eso soy efímera?

 

Si, lo sé, soy muy persistente. No me gusta no saber algo si se trata sobre mi misma.

 

—No te vas a rendir, ¿Cierto?

—Nunca.

 

—Responde la pregunta efímera —insiste.

 

Bueno, al menos en algo somos parecidos.

 

—El regreso del gato —respondo de inmediato.

 

No sé por qué no paso por mi mente esa película, luego de verla casi veinte veces en solo tres meses, debía ser una señal que estaba ignorando estúpidamente.

 

—Nunca la había escuchado. ¿Es como amor de gata? —pregunta.

 

—¿Has visto amor de gata y no el regreso del gato? ¡Eres horrible! —me quejo.

 

La verdad comparar ambas es inútil porque no tienen en común nada más que “gato” y quizá el hecho de que las protagonistas se vuelven uno, pero sus conceptos están alejados uno del otro, aún con esos detalles parecidos.

 

—Bueno, en mi defensa, me obligaron a verla. Era mucho romance para mí y además me parece estúpido la forma en que se ciega alguien cuando está enamorado. Esa chica dio hasta la última gota de amor propio para revivir algo que nunca fue sembrado —suspira—. Es muy desalentador su final. Sentí más pena por ella que empatía.

 

—Es que tu modo de verla, resulta muy triste —explico.

 

—Pensé que era el modo correcto —replica.

 

—Si quieres terminar de verla y comenzar a escribir un ensayo de mil páginas sobre todo lo que estuvo mal en ella, pues no, no es el modo correcto. En cambio, si esa es la idea, estoy totalmente de acuerdo con tu análisis.

 

—Fue más que todo para que la persona que me obligó a verla no siguiera el ejemplo —comenta entre risitas.

 

—Espero esa pobre persona se encuentre bien —sonrío.

 

—Al menos ya no me utiliza para ver esas películas.

 

—¡Qué cruel eres! —me quejo—. Seguro le hacía mucha ilusión.

 

—No dije que ya no viera películas con esa persona, solo que no las que ella quiera. Hacemos votación y ambos debemos estar de acuerdo —me aclara.

 

—Bueno, si ese es el caso…

 

—Efímera, que tengas dulces sueños y no te lo dije antes, pero, ¡Qué proceso tan largo el que haces con tu rostro!

 

Estoy por replicar pero, como siempre, el cobarde ya salió corriendo.

 

La realidad es que llevo veinte minutos sentada en el retrete como si fuese una silla común, y este baño el espacio más normal para tener una conversación telefónica.

 




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