Hace meses que no se de ti. Hace tanto tiempo que no me buscas, sin embargo, apareces constantemente en mis sueños; en cada uno de ellos, se repite tu despedida. Aún no puedo creer el que te hayas ido.
No hay un solo día en que no piense en ti; con demasiadas cosas que me recuerdan lo que vivimos juntos, es imposible olvidarte. De alguna manera, siento tu presencia conmigo, como si una parte de mi, no quisiera soltarte.
Y de pronto, encuentro entre todo mi desorden emocional, todos nuestros momentos juntos; como aquellas tardes que salíamos, tomabas mi mano y me sienta tan segura; cuando hablábamos por horas y horas, hasta la madrugada, nuestras conversaciones eran únicas, tontas, raras, tan nuestras; todas esas veces en las que sentía que ya no podía mas y que con tus abrazos, me hacías sentir tan protegida y muy amada; cuando reíamos tanto que olvidábamos nuestros problemas, me encantaba escuchar tu risa; todas esas veces en las que fuimos el mejor equipo y nos apoyábamos mutuamente con tareas y en las clases; nuestras noches juntos; todas esas veces en las que nos amamos y nos prometimos tenernos el uno al otro, en los buenos y malos momentos.
Al recordar toda nuestra historia, al encontrar nuestras fotografías y tus cartas, siento un gran dolor y un vacío en mi interior, las lagrimas se desbordan de mis ojos, y me invade la tristeza, al observar que en todas esas fotos, sonreíamos y eramos tan felices.
Eres mi herida más grande, la más profunda, la que más duele y la que probablemente nunca cerrará. Y haga lo que haga, siempre estarás en mi mente.