Efímero

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Sídney, Australia al 5 de Marzo del 2011.
 


Lena.

Ojeo la revista varias veces, buscando uno de esos rasca y huele. O al menos un sobrecito de maquillaje. Amo encontrarme eso en las revistas y tal vez por eso solo le pido una revista por cada catalogo nuevo a mi tía.

No es porque no tenga dinero para comprarme maquillajes o lo que necesite, simplemente tengo una obsesión a esas pruebas gratis.

Simplemente me gusta tener una colección.

Al no encontrar ninguna cosa cierro la revista. Fijando mi atención en la televisión. Dándome cuenta de que esta en el canal de las noticias.

Cambio el canal varias veces sin encontrar nada que me llame la atención. Me detengo en mi película favorita.

Veo a mi madre pasar varias veces por la sala, acomodando obsesivamente las cosas. Llevo una de mis manos a mi chongo desaliñado. Me da una mirada de desaprobación.

— Va a venir el mejor amigo de tu hermana. Y con suerte terminarán juntos. ¡Cámbiate! Ponte algo decente. — dice al ver que no reaccionó. No separó mis ojos del televisor al responder:

— No seré una copia de Elena, mamá. No me cambiaré, ni que fuera a venir la reina Isabel. Además, si va a venir de visita no tendrá que estar de exigente exigiendo que todos estemos presentables.

Apaga el televisor, poniéndose frente a mí, tomo la revista que deje hace unos minutos y fijo tener toda mi atención en ella.

— Esos shorts y esa camiseta no están... — la interrumpo de forma seca.

— No están de moda. Mucho menos son el estilo de Elena pero si mío. No soy ella y jamás lo seré. Deja de buscará sal donde hay azúcar. Deja de buscará agua en el desierto.

La veo marcharse y vuelvo a encender el televisor. Dándome cuenta de que la película termino y yo, no busque bien. Exacto. Tengo un rasca y huele en la página trece. Tomo unas tijeras y comienzo a recortarlo.

— Buenas tardes señora, soy Roger Stevens. — acabaron de llegar, espero y no sea un chico pomposo. Juste como se podría imaginar a un amigo de mi gemela. Pero eso no es todo. Ella esta colada por él desde hace vario tiempo.

Los ignoro olímpicamente y continúo buscando en esa revista y en catálogos más nuevos. Doblando las hojas donde encuentro muestras gratis. Un mechón de cabello me cae a la cara. Soplo intentando alejarlo.

— Ignora Lena. Es un caso perdido. — decido ignorarla a ella también.

— Soy Roger. — dice planteándose frente a mí. Es amable. Y agradable.

— Supongo que ya sabes quién soy, ¿No? «La gemela mala. El caso perdido o sino, simplemente, la inútil». — veo que se queda sin habla. Ayer paso a dejar a mi hermana y escuche como hablaban de mí. Me criticaba aún sin conocerme. Tal vez solo para que mi hermana no se molestara. — Por cierto, ¿Sabías que Elena esta colada por ti? En sus libretas tiene tu nombre rodeado de corazoncitos.

Crudo y sin anestesia. Los miro a todos enrojecer. Mi progenitora y gemela mirándome con rabia. El chico sin habla.

— No se preocupen. La mala del cuento se retira. — les aviso. Tomando mis cosas. — Elena, te recomendaría dejar de escribir historias en tu diario donde terminan casándose, teniendo diez hijos, tres perros y un gato. El perro y el gato juntos no se llevan, les recomiendo el perro. Es más leal.

Sonriendo terminó de subir las escaleras, mis pies se enfrían por el contacto con el frio piso. Me encierro en mi habitación, continuando con mis recortes. ¡Tengo de edición especial! Las coloco en la repisa, junto a los otros.

Minutos después la puerta de mi habitación es azotada con tanta fuerza que uno de mis floreros cae al piso. Asientos añicos. Achico mis ojos, entornándolos a la esbelta figura de mi hermana. Dejo la revista a un lado y me levando, asiéndole frente.

— ¿Qué demonios te pasa? — me grita. — ¡Me estas avergonzado frente a él!

— ¿Eso no es lo que querías? — me mira como si fuera una completa idiota. — Después de todo soy la gemela malvada, ¿No? Solo pongo en alto mi apodo.

Me quedo boquiabierto al verla tirar cada pieza de mi colección, las pisa y rompe, no me muevo, me quedo en shok.

— ¿QUÉ DIABLOS TE PASA? — reacciono.

— Solo admiraba tu patética colección. — dice saliendo de la habitación. — No lo arruines.

Siento el enejo recorrer mi cuerpo, respiro treinta veces, buscando calmarme, me relajo. Me logro relajar y me encaminó hacía su habitación. Tomo fotos a lo que necesito y camino a mi habitación, buscando el cable auxiliar.

Cuando lo tengo en mis manos, bajo a la sala, todos me miran cuando, con una sonrisa, me detengo frente al televisor.

— ¿Qué vas a hacer? — pregunta mi madre. Mirándome fijamente.

— ¿No puedo ver televisión? — le respondo con otra pregunta, conectando la televisión a mi teléfono, compartiendo pantalla.

La prendo e inmediatamente sale la primera foto que tome, su diario.

"No sabes todo lo que siento por él. Es mi mejor amigo y lo amo..."

Sonrió y los miro a todos, impactados, lagrimas comienzan a caer por el rostro de Elena, al decidir que ya tuvo suficiente, desconecto mi teléfono y regreso a mi habitación. Cierro con seguro la puerta y salgo por la ventana.

Me pongo la capucha y camino apresuradamente, dándome cuenta de que comenzó a llover, las frías gotas de agua me causan escalofríos y no puedo evitar reír.

Doy unas cuantas vueltas, sintiendo el aire enfriarse, es divertido. Caigo al suelo de bruces y no dejo de reír.

— ¿Esta es tu forma de celebrar lo que le hiciste a Elena? — mi risa se detiene por completo y me doy la vuelta, viendo a Roger.

— Sí, lo es. ¿Algo que decir ricitos? — le pregunto, cruzando los brazos.

— Parece que Elena no se equivocaba y eres la gemela malvada, en cada familia hay uno.

Mi sangre hierve, sé que mis mejillas se pusieron rojas, lo miro a los ojos, inflando las mejillas.




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