Capítulo 18
“¿Sienten culpa?”
Todos nosotros somos expertos en practicar la virtud a distancia.
– Theodore M. Hesburgh
Paulina Herse
Cada quien lavara su plato, una por una mientras las demás esperan en la mesa- ordenó Gayle.
Nos miramos entre sí para ver cuál era la primera en ir
-Lo haré yo- se puso de pie Cara con su plato.
Su paso hasta la cocina fue lento y sigiloso pareciese como si la fueran mandado a ser sacrificio humano y ella estuviera esperando que alguien saliera con un cuchillo de algunas de las paredes.
En su ausencia aproveche para meter presión
-En ocasiones me preguntó qué pasó por la mente del declive mientras nos investigaba
- Tal vez algo como "Paulina Herse fue la asesina" - respondió Maite con una sonrisa y de nuevo la mesa quedó en silencio.
- ¿Dónde está tu pulsera? - preguntó Gayle a Maite.
Hace algunas semanas había notado que Maite ya no la llevaba, pero no me preocupe por eso hasta ahora. Gayle hablaba de una pulsera roja con la M, la inicial de Maite, Valeska en un viaje que tuvo que realizar con su madre a un lugar caluroso las compró, cada una con la inicial de su dueña.
No las entrego en un pijama da como símbolo de nuestra amistad.
"Nunca la pierdan, simbolizan nuestra amistad" - nos hizo prometer cuidarlas pero ¿qué se puede esperar de un grupo cerrado de falsas?
Recuerdo que Cara me confesó que hace algunas semanas perdió la suya, la reemplazo de inmediato y yo lo sabía porque la ayude a hacerlo. Un secreto de ambas.
-Se me perdió- respondió Maite indiferente sacándome de mis pensamientos.
-Antes o después de haber enterrado viva a Valeska? - pregunté en forma de broma
- Antes- siguió el juego, pero por su mirada y forma de sonrisa me aterro.
Luego de que cada una lavara su plato como propuso Gayle regresamos a mi habitación más alertas y tensas de cómo habíamos bajado.
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No creo que ninguna de nosotras durmiera puesto que ninguna se atrevía dejar que la otra durmiera a su espalda.
Pero aun así busque sábanas y ropa para que cada una se cambiase.
Era completamente normal que en nuestra “amistad” utilizáramos atuendos de la otra.
Decidimos dejar una linterna encendida.
¿Si la asesina de Valeska planeada hacernos daño ya no lo hubiese hecho? - pensé para tratar de tranquilizarme y conciliar el sueño.
- ¿Aún están despiertas? - preguntó Cara
Cara y Maite dormían en el suelo y Gayle y yo en la cama. De todas, la que más confiaba era ella ya que era imposible que fuese la culpable, de hecho, recuerdo una vez que atropello en la noche a un gato y quería regresar por él, pero la detuvimos ya que era muy tarde, esa misma noche agrego al gato y su familia a sus oraciones. Es imposible que una persona así asesinada a una persona, a su mejor amiga.
-La pregunta debería ser ¿aún están vivas? ¿Gayle? - preguntó Maite
-Sí, aún respiro - reímos todas - siento que todo esto es un poco ridículo. Nunca supe que le paso a Valeska realmente - confesó Gayle.
-Solo rumores-apoyo Maite
Solo se escucha que la enterraron viva, que su cuerpo tiene señales de tortura y que entre nosotras está la asesina - hable
- Todo quedó en silencio por algunos minutos hasta llegar a pensar que se habían dormido, pero no.
- ¿Sienten culpa? Porque yo si- preguntó Cara
- igual yo - respondió Maite
-Creo que todas lo hacemos- finalice cerrando así la conversación.
Cara Rubio.
Su amistad fue el mejor regalo que me pudo obsequiar, al igual que su muerte, aunque me duele, pero al mismo tiempo agradezco pues llegamos a aquella etapa de control y obsesión en donde toda mi estabilidad dependía de ella.
Gayle Kabbour.
Fue una muy buena amiga y me quema saber cómo murió por creer saber jugar a esconder secretos.
Maite Yerro
Su sonrisa era la cualidad que más me gustaba de ella, saber que aquella sonrisa, fuerte carácter, gran amiga y mi chica favorita no me dolía. Me dolía saber que lo que sentía por ella era obsesión y no amor.
Paula Herse.
¡Qué icónico! Su color favorito era el azul que refleja paz, tranquilidad y ella era pelirroja. De su muerte, al final sólo quería saber una cosa... ¿Murió en paz? Porque creo que, si no fue así ninguna de las que estamos en este momento, en esta habitación obtengamos tranquilidad.
Después de todo, su muerte causó tanta culpa, que nadie sabía quién debía ser colgada.
Editado: 31.12.2021