Efímero

XXVII

Oscuridad.

🌺 Julie Lewis 🌺

No sé cómo llegue aquí, siento mis...siento mis ojos muy pesados. La boca reseca, todo mi cuerpo me duele, todo sin excepción alguna. Intento abrir los ojos poco a poco. Solo veo oscuridad, estoy tirada en el suelo con las manos y los pies atados, una tela cubre mi boca y me impide gritar, cierro los ojos con intensidad solo es un sueño Julie, solamente es un sueño todo va a estar bien.  

Al abrirlos te darás cuenta que solo es una pesadilla, solo es una pesadilla pequeña Julietita.  

Al abrir los ojos poco a poco caigo en una profunda realidad oscura, esta es mi realidad… ¿Dónde estoy? ¿Dónde está Xan? ¿Qué le han hecho a Xander? ¿Por qué estoy aquí? Mi cabeza está llena de preguntas que buscan ser resultas en este instante, cierro los ojos de nuevo, solo quiero que esto sea una pesadilla. 

Escucho la voz de hombres la cual causa que abra los ojos y el temor comience a invadir mi cuerpo. La risa de más de uno resuena en las paredes...se están burlando de mí, soy una burla para todos. 

La puerta se abre y dos hombres se adentran, están vestidos completamente de negro, solo puedo observar sus ojos, me producen escalofríos sus miradas son tan intimidantes y penetrantes.  

—Se ha despertado la princesa. —menciona el más alto y robusto, su voz es hostil 

—Podemos divertirnos con ella. —menciona el que está más delgado con su voz burlona.  

Al escuchar eso hace que me pegue más a la pared que está detrás de mí, mi espalda choca con esta y suelto un pequeño gruñido, el tipo solo me mira y sonríe burlonamente.  

—El jefe no ha dicho que la tratemos bien, hagamos lo que sea con ella. Pero primero llevémosla a jugar como lo pidió el jefe, no queremos hacerlo enfadar ahora que está de tan buen humor por tener en su poder a esta preciosura. 

Tengo miedo, solo puedo mover la cabeza. No quiero que se acerquen, no quiero que me toquen. No quiero, no quiero ser tocada por ellos...no quiero estar aquí, quiero estar en mi departamento o en la cocina con Alex platicando sobre cualquier tonteria. Se acercan a mí y me toman bruscamente de los pies, me arrastran, me quitan los zapatos. Me hacen ponerme de pie e intentar caminar a la hora que desamarran mis pies. 

Al salir hay más hombres, me amarran de las manos haciendo que mi cuerpo cuelgue, cierro los ojos con fuerza y suplicando que mi cuerpo resista, sé que si me muevo caeré al suelo en el cual se encuentran pedazos de vidrio. ¿Por qué me está pasando esto a mí? ¿Que hice para merecerme esto?  

—Imagina que eres una linda piñata, una muy esbelta para ser exactos. Y nosotros somos los niños que se van a divertir contigo, bien. 

—Unos niños muy traviesos. —pronuncia otro hombre, sigo sin abrir los ojos, tengo miedo.  

—Abre los ojos, preciosura. —no quiero, niego con la cabeza. 

—Mas te vale que los abras, o te ira muy mal. ¿eso quieres?  

Vuelvo a negar con la cabeza, abro los ojos poco a poco. Mi mirada se dirige hacia el suelo, es muy poca altura sin embargo si caigo me podría hacer bastante daño. Los observo a cada uno, no puedo verles las caras y eso me frustra.  

Toman un látigo entre sus manos y se acerca a mi lentamente, no quiero sentir ni ver nada. Comienzan a reírse y siento mis ojos llenarse de lágrimas. 

Siento el primer golpe en mis piernas, sus risas hacen que mis llantos no sé escuchen, llegan más golpes mientras ellos canturrean, mis piernas me arden, mis manos no aguantan más, no aguanto mi peso.  

—Aun no terminamos princesa, aguanta, si te caes antes de que nos aburramos de ti, tus pies sufrirán mucho.  

Cierro los ojos al sentir de nuevo golpes en mis piernas, uno, dos, tres, cuatro...diez...quince, pierdo la cuenta de los golpes que me han dado.  

—Bájenla y llévenla de nuevo al cuarto. —ordena con voz hostil un tipo  

Dos hombres me bajan y mis pies tocan los vidrios, se entierran en las plantas de mis piernas me duele, me arde muchísimo.  

—Fíjate por dónde caminas, princesa. Te lastimaras esos lindos pies.  

Me llevan de nuevo al cuarto amarrando mis pies de nuevo. Tengo hambre y sed. 

—¿Dónde está? —logro mencionar en un susurro. 

—¿Quien? ¿El tipo que te trajo? —cuestiona uno junto con una estúpida risa. 

—El que estaba conmigo antes de llegar a aquí.  

—No lo sé. Tal vez muerto. —dice el otro hombre y ambos se marchan dejándome sola. 

Xander no puede estar muerto, él no. A él no me lo pueden quitar ya no me pueden quitar nada, ya no. Las lágrimas recorren mis mejillas, siento que ya no aguanto más dolor.  

Nadie vendrá por mí, nadie sabe dónde estoy. Las horas pasan lentamente perdí la noción del tiempo, sigo sin comer ni beber, tengo sueño, pero me niego a dormir, no quiero cerrar los ojos. Tengo miedo, mucho miedo. 

No sé cuánto tiempo más ha pasado, escucho se nuevos pasos acercándose a la habitación, levanto la vista al escuchar es el mismo hombre que vino la primera vez. 

—¿Cómo te la estás pasando? Espero que bien, vamos a jugar un rato.  

Me pone un pañuelo en la boca impidiendo que hable, me levanta del suelo y me lleva a otra habitación una habitación donde si hay luz es de día. Está el sol puesto, solo puedo mirar el rayo de luz. Mis ojos no se despegan de la luz.  

—Te vas a quedar en esta silla muy quietecita. Te hace falta un baño, he mando por las cosas para que te bañes, te miras fatal. 

Se gira y sale no tarda nada cuando entran dos tipos más con unas cubetas.  

—Disfruta el baño, princesa.  Sera el mejor de tu vida. 

Voltean las cubetas hacia mí y dejan caer el agua está helada, mi piel se enchina, está completamente fría, después me avientan jabón en polvo, vuelven a echarme agua helada, tengo mucho frío. Muchísimo.  




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