《Yo existo. En esta miserable agonia, existo》
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Me desperté con dolor de cabeza, el ruido en esta iba aumentando, hice mi rutina diaria, entré en el baño, tapé la parte de abajo de la puerta antes de encender las luces, me duché, cambié los vendajes y volví a mi habitación en donde me vestí con el uniforme.
Empaqué mis cosas y bajé encontrándome de frente a mi madre quien tenía los ojos rojos. ¿Lloró? Bueno, siempre lo hace, me duele, pero no es algo que pueda arreglar, no si ella se sigue aferrando a ese borracho inútil.
Su labio inferior tembló, como si temiera hablarme. ¿Me teme a mí? Eso es gracioso, es gracioso que le tema más a su propio hijo, que al borracho inútil que golpea a su hijo. Giré la cabeza ignorándola y salí rumbo a la escuela, cualquier lugar es mejor que estar en esa casa.
—¡Liam! —gritó Evan abrazándome, intenté apartarlo de mí, pero no podía gracias a su fuerza, se ve como alguien delgado y débil pero tiene fuerza. —¿Te gustó la comida de mamá?
—Si, te lo agradezco. ¿Ahora podrías apartarte? Por favor.
Evan se apartó de mí con una sonrisa, me quité la mochila de la espalda y saqué el topper, se lo entregué dándole las gracias otra vez. Si no fuera por él ayer, no hubiera cenado nada.
Caminamos juntos hasta la escuela, Evan iba hablando de un partido de béisbol que vio ayer en la televisión, me hubiese encantado ver el mismo partido para tener algo sobre que hablar, algo que no tenga que ver con lo que sucede en mi casa.
—¿Hiciste la tarea? —preguntó sacando sus libros, yo asentí. —¿Me pasas el último punto? Me quedé dormido haciéndola. —dijo rascándose la nuca.
Le pasé la tarea sin problemas, él la copió rápidamente. Las clases comenzaron como habitualmente suceden, pero esta vez sí le presté atención a las clases, no mucha, pero sí la suficiente como para entender unos cuantos temas, cuando llegó el receso dejé caer mi cabeza sobre el escritorio mientras que Evan salió. Antes de que el receso terminara Evan llegó y me despertó para ofrecerme un bollo con crema y una caja de leche achocolatada, me quedé viendo lo que me dio, siempre que podía hacía lo mismo y nunca le pregunté el por qué.
—Evan… —lo miré, él me devolvió la mirada esperando que hablara. —¿Por qué siempre haces esto? —pregunté refiriéndome al bollo con crema y la leche con chocolate.
—Liam… Tú estudias y trabajas, ahorras lo que ganas y vives con tu madre y tu padrastro que ya sabemos lo que te hace… —suspiró mirando al frente. —Lo hago porque sé que lo necesitas, además… Somos amigos ¿Verdad? —yo asentí. —Los amigos se apoyan y esta es mi forma de ayudarte.
Dijo finalizando sus palabras con una sonrisa brillante, me quedé sin palabras, solo acepté lo que me dio y me lo comí pensando en sus palabras, él me apoya de la forma en la que puede… ¿De qué manera yo lo podría apoyar? No tengo dinero para derrochar, no soy una persona muy sociable, tampoco hablo mucho, tengo notas normales, no soy una persona demasiado inteligente, solo soy alguien común sin ningún talento real.
¿Merezco recibir esta ayuda? ¿Merezco tener a Evan como amigo? ¿En verdad lo merezco?
Las últimas clases pasaron con normalidad, la clase de historia siempre será igual de aburrida que siempre, cuando el timbre que anunciaba la salida sonó y guardé mis cosas y salí junto a Evan, pero nos separamos cuando pasamos por los vestidores pues él tenía práctica de béisbol. Salí de la escuela encontrándome nuevamente con ella, cuando me vio me sonrió, ella siempre sonríe. ¿Qué tan feliz es, para poder sonreír así?
Caminamos hasta mi trabajo, fue la misma rutina que hicimos el día anterior, ella compró ramen, algunos dulces y esta vez una sopa de letras con la que se entretuvo mientras yo trabajaba, el resto de la tarde transcurrió con normalidad, fue tranquila y amena. Al caer la noche, justo cuando estaba cerrando la tienda fue que ocurrió nuestra pequeña conversación del día.
—¿Ya lo pensaste? —preguntó dejándome confundido, mi expresión debió delatarme porque rápidamente lo aclaro. —Mi nombre, te dije que me nombraras.
La verdad no lo pensé mucho, las cosas que suceden en casa mantienen mi cabeza ruidosa, tan ruidosa que no se me ocurrió ningún nombre para ella.
La miré fijamente por unos minutos, fruncí las cejas y los labios, exprimí mi cerebro buscando un buen nombre para ella ¿Algo que la represente? Uhg.
—June, es un mes que tienes para enseñarme razones para vivir, ese mes termina en junio.
Ella comenzó a reír estruendosamente, me tomó por sorpresa, pero no pude evitar darle una pequeña sonrisa, que, en cuanto la vio, paró de reír.
—Tu sonrisa es bonita. —ladeo su cabeza. —Sonreír o reír le da serotonina a tu cerebro. —dijo tocando mi frente con su índice. —La serotonina es buena para el cerebro, el chocolate también ayuda ¿Sabes? —dijo tomando mi mano, dejó una barra de chocolate en ella.
Me quedé viendo el chocolate en mi mano. ¿Serotonina? ¿En verdad es necesaria para mí y mi cerebro?
—Debo irme, nos vemos mañana. —dijo, cubrió mis ojos con su mano y besó mi mejilla.
Me quedé de piedra viendo como ella se alejaba de mí y desaparecía al doblar en la esquina, pose mi mano en la mejilla que June besó, me había tomado por sorpresa al besar mi mejilla, las únicas personas que habían besado mi mejilla en toda mi vida habían sido familiares, principalmente mi madre.
Esto me hace sentir extraño, es extraño.
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Gracias por leerme c:
16_MaaJo🍒
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Editado: 10.11.2024