Efimero

Capitulo 12

《Aunque sigamos en el pozo,

a veces me gusta mirar las estrellas》

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Sonreí casi imperceptiblemente cuando ella se acercó, sus manos temblaban; no me moví, me quedé observándola. Sus ojos, fijos en los míos, sin saber que hacer, por dónde comenzar, cómo hacerlo.

Me quité la hoodie y la dejé a un lado junto a mi billetera y mi teléfono, me acerqué despacio a ella, la tomé de los hombros y nos hice caer al agua. June dejó escapar un grito en cuanto tocó el agua.

Cierro mis ojos y me permito sentir, sentir mi cuerpo ligero flotando en el agua, el sonido de las ramas de los árboles mecerse por el viento y un golpe por parte de June en un lado de mis costillas. Contengo un gemido de dolor y la miró, su ceño está fruncido.

—Si no querías que te besara no tenias porque lanzarme al agua. —se quejó mientras nadaba para salir del lago.

—¿En verdad querías que te besara?

Ella se detuvo ante mi pregunta, giró a verme, yo cerré mis ojos y volví a flotar en el agua.

—Yo lo pedí. —respondió, sus dientes castañeaban mientras salía del agua.

—Lo ofreciste. —corregí. —Los besos no se piden, no se ofrecen.

—No hables cuando tu no has besado a nadie.

—No tengo que haberlo hecho para saberlo.

—Si no se pide ni se ofrece ¿cómo sabes cuando puedes besar a alguien?

—Lo sabes. —dije de forma simple. —Porque un beso se trata de conexión, si lo pides es porque lo necesitas, si lo ofreces es porque no te importa.

June se quedó en silencio. Podía escucharla moverse fuera del lago, empapada, con la ropa pegada a la piel, pero no se quejaba, no decía nada, yo seguía flotando en el agua, con los ojos cerrados. El aire estaba frío.

—Entonces… ¿por qué no me besaste? —preguntó de repente.

Abrí los ojos, ella estaba sentada en el borde del puente, con los brazos rodeando sus rodillas, la cabeza gacha. No me miraba. Nade hacia ella, pero seguía sin levantar la cabeza.

—No lo sentí June. —dije después de verla por unos segundos.

—Pero yo sí.

Suspiré, salí del agua tomando como apoyo el puente.

—Era artificial June, puedes crear el momento, la atmósfera, pero no será real.

No respondió, solo se abrazó a sí misma con fuerza y volvió a bajar la cabeza. Me quite la ropa y le escurrí el agua, volví a ponerme la ropa que se me pegaba al cuerpo, tomé la hoodie que estaba seca, levante a June, ella no puso resistencia, se dejó levantar.

No dijo una sola palabra mientras yo le colocaba la hoodie encima; estaba empapada y temblando.

—Vamos.

—¿A dónde?

Levante mi camisa dejando ver un hematoma y unas cuantas cicatrices ya casi sanas.

—Golpeaste aquí. —señalé mi costilla. —Necesito un vendaje y algo para el dolor.

—Lo siento, yo no…

—Está bien.

La tranquilice, sabía que ella no podría hacerme mucho daño con su golpe, pero hacerlo en un golpe fresco era diferente. La tome de la mano y la guíe hasta una tienda de 24 horas.

No apretó mi mano, pero tampoco la soltó, caminamos en silencio, las calles estaban casi vacías, algunos autos pasaban de vez en cuando. Las luces de los postes parpadeaban, y el zumbido eléctrico llenaba el aire como si fuera un idioma que ya conocíamos.

Cuando entramos en la tienda fui directo a donde estaban los vendajes, el alcohol, los parches de calor. Tomé todo lo que necesitaba y un analgésico barato. Ella no dijo nada, solo me siguió en silencio, con la hoodie grande cubriéndole casi hasta debajo de las nalgas.

En la caja, el hombre apenas y nos miró, deje que registrara las cosas y June colocó dos bollos de crema de mango y dos bebidas de vainilla, la miré. ¿Cuando fue por ellas?

El hombre pasó las cosas por la registradora, pagué y salimos de la tienda.

Nos sentamos en el borde de la acera, saqué el vendaje y me quité la camisa lentamente, con cuidado, dejando que el aire frío me mordiera un poco más la piel. El moretón ya estaba empezando a volverse amarillo en los bordes.

Me envolví los vendajes rápidamente y volví a ponerme la camisa, June me estaba mirando fijamente.

—¿Pasa algo? —pregunté tomando el analgesico.

—¿Cómo pasó? —señaló mi cuerpo con manos temblorosas.

Me quedé en silencio, bebí un sorbo de leche y me pasé la lengua por el labio partido, sonreí.

—¿Cómo sucedió? —pregunté señalando su cicatriz.

Ella se quedó en silencio, le dio un mordisco a su bollo de mango.

—¿Pasa seguido? —cambió su pregunta.

—Lo suficiente como para saber primeros auxilios y poder venderme solo. —abrí con los dientes el bollo de crema y le di un mordisco. —Te dije que estaba acostumbrado al dolor.

Nos quedamos en silencio nuevamente, una moto pasando rompió el silencio de una forma extraña, nos miramos, nos sonreímos y seguimos comiendo como si nada.

—¿Tú crees que si no despertamos mañana, alguien se daría cuenta? —preguntó ella, sin mirarme.

—Depende.

—¿De qué?

—De si dejamos huella en alguien. —la miré. —Si eres importante para una persona ¿no se daría cuenta de que no estamos?

—Yo debo dar las lecciones. —murmuró luego de un pequeño silencio.

—Hoy no, hoy eres tú quien las necesita.

—No lo pedí.

—Yo no pedí que aparecieras ese día en el puente.

June bajó la mirada, el bollo de mango temblaba apenas entre sus dedos.

—Te aferrabas a ese puente, gritabas ayuda sin hablar.

La observé de reojo, miré al cielo y dejé escapar una pequeña risa.

—Es lo mismo que haces tú ahora. —la miré. —Lo estas pidiendo a gritos.

June no respondió, solo se quedó ahí, mirando su bollo, suspiró luego de un momento.

—¿Te arrepientes? —preguntó.

—No. —respondí sin pensarlo. —Me jode. Me confunde. Pero no me arrepiento.




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