El aire en los límites de Valmora era denso y húmedo, como si incluso el bosque respirara con miedo el sol no alcanzaba el suelo entre las copas cerradas de los árboles, y solo el crujir de las hojas muertas rompió el silencio.
Arseni se agacho junto a una raíz expuesta. Rozo con los dedos la tierra removida ligera, aún húmeda. Las huellas estaban frescas. Su aliento formó una nube frente a él al exhalar, y su mano deslizó con familiaridad hacia el mango del cuchillo que colgaba de su cinturón.
No era un animal lo que seguía, lo sabía por el olor.
Los ángeles no sangraban como los humanos, ni como las bestias. Su presencia dejaba un rastro sutil, algo entre la nostalgia y el hierro oxidado, algo así como el recuerdo de miles de heridas que no se podían olvidar. A él le bastaba para reconocerlo, no por el instinto sino por la experiencia. Tres años de rastreo, emboscadas y ejecuciones lo habían vuelto un experto.
Este sin embargo era diferente.
Desde hace dos días que lo seguía a través de la frontera del reino, sin que su presa lo notara. No dejaba plumas, ni señales de alas. Caminaba como humano, se veía como una de ellos, pero algo en su patrón de rastro lo inquietaba.
Demasiado preciso, demasiado……..cuidadoso
Arseni se puso de pie, el arco que llevaba le rozaba la capa puesta y avanzó. Cada paso estaba medido. No por el miedo, sino que por el respeto. El no temía de los ángeles, no desde que aprendió lo que eran. No desde que presenció lo que eran capaces de hacer cuando se alimentaban del dolor humano.
Y sin embargo, no podía negar que algo en esta cacería lo desafiaba, movía cada parte de su ser, sentía la adrenalina al recorrerle las venas, como si no lo llevará hacia una presa sino hacia un juicio y él era el verdugo.
De pronto vio un mensajero de la orden de cazadores que pedía que él volviera con toda prisa al campamento afueras de Valmora,ya que habían sabido de un avistamiento o lo que sería la expansión de una energía angelical muy poderosa.
Al llegar a las afueras de Valmora el sol apenas rozaba los picos de una de las torres del castillo del rey, Se veían a cazadores regresar por diferentes direcciones y se escuchaban más llegar, ya que solo los pasos de los cazadores crujían contra las hojas muertas.
Arseni no hablaba mucho.
Vestía el abrigo oscuro que distingue a los cazadores, una insignia plateada, bordes rígidos y un peso simbólico que dolía más que cualquier arma. La mayoría de los aldeanos se apartaban cuando lo veían pasar. Era una reacción instintiva.
No por respeto. Por miedo..
A los dieciocho años, ya había recorrido la mitad del reino cumpliendo órdenes que no siempre comprendía del todo. No preguntaba, no dudaba, a veces eso era lo más difícil.
Esa noche le habían pedido que fuera a ver al líder de los cazadores Andrei Orlov, ya que lo estaba esperando solo a el. Al entrar a la pequeña cabaña que había cerca del campamento vio a Andrei de pie dándole la espalda, mientras observaba con detenimiento un mapa del reino.
Arseni se percató que el cazador no lo había visto de él,hasta que dijo:
Qué es lo que necesita de mi, que me hizo llamar con tanta urgencia- exclamó
-El rey ha pedido que el más experimentado de los cazadores se haga responsable de una misión muy importante , ese, amigo mio …. eres tu
-¿Por qué yo?, se que aún quedan unos cuantos cazadores que son más experimentados que yo- le dijo, no en un tono molesto, sino de curiosidad, no era el tipo de persona que rechazaba una misión o una nueva presa por cazar pero le intrigaba saber el porqué de esa orden.
-Ya te lo dije, eres de los poco cazadores más experimentados y sobre todo tienes la fuerza para resistir la corrupción que provocan los ángeles en los humanos, como tu y yo, razón por la cual su majestad ha pedido que seas tú el encomendado de esta misión. ¿Así que no pensarás en rechazar una orden del rey, verdad?- lo miró como si lo retara a desistir, como si él podría hacer tal acto
-No lo malinterprete, no es ni será mi intención rechazar una orden de su majestad, nunca lo he hecho y no empezaré ahora, pero debo de confesar que me causa intrigaba saber porque el rey me pidió a mi- se preparó para dirigirse a la salida cuando Andrei le dijo
-Por favor Arseni, cuidate en esta misión,- le dijo mientras se acercaba a el, con un pergamino en la mano, y finalmente se lo entrego y Arseni sabia muy en el fondo que esta misión seria peligrosa como para que aquel hombre confiado y sereno que conocía de hace años, que había sido como su segundo padre le dijera tales palabras,. pero eso no le provocaba miedo, era todo lo contrario… lo emocionaba, después de todo, él había sido entrenado para esto toda su vida .
Esa noche, tenía una nueva ubicación asignada, mientras cruzaba el puesto de vigilancia el abrió el pergamino. La orden estaba clara:
❝buscar rastros de una energía anómala registrada al sur, posible presencia angelical❞
Lo que no decía el pergamino, era lo que realmente buscaban, una criatura caída, capaz de absorber las emociones humanas, de alterar la voluntad , de devorar la esencia de una ciudad entera con solo permanecer el tiempo suficiente.