El aire olía a hierro y ceniza. El campamento de kareth hervía de actividad tras la batalla: algunos cazadores levantaban empalizados, otros arrastraban cuerpos de heridos hacia las tiendas para ser atendidos. El chisporroteo del fuego se mezclaba con murmullos tensos y cada mirada reflejaba lo mismo, cansancio y preocupación.
Arseni estaba sentado a un lado, afilando sus cuchillas con movimientos mecánicos. Sus pensamientos no estaban en el metal, ni en las heridas del combate, sino en aquella voz que aún resonaba en su mente “El equilibrio se rompe”.
Kara lo observa desde hacía rato. Finalmente, se acercó, cruzándose de brazos frente a él.
-No estabas aquí-dijo, sin rodeos.
Arseni levantó apenas la vista, fingiendo desconcierto.
-¿Qué?
-Durante la pelea -insistió ella, inclinándose un poco hacia él.-Tu mirada estaba en otra parte. Parecía que luchabas con un fantasma, no con los corrompidos.
El joven cazador guardó silencio, presionando la piedra de afilar con más fuerza. Kara soltó un resoplido.
-Tu reaccionaba antes que tú, Si no fuera por él no estarías respirando ahora.
Un par de cazadores cercanos, que estaban limpiando sus lanzas, intervinieron con risas breves, aunque tensas.
-Tiene razón-dijo uno- Ese lobo parece más cazador que su amo.
-Tal vez deberíamos darle a él el uniforme- bromeó el otro , intentando aligerar el ambiente.
Arseni levantó la vista con una chispa de molestia.
-¿Ya acabaron?
-Tranquilo-replicó Kara, interponiéndose antes de que la tensión escalara-No lo dicen con malicia. Todos lo vimos, Arseni, algo raro pasó contigo.
El silencio regresó…incómodo.
Antes de que pudiera responder, un mensajero entró corriendo en la tienda principal, con el estandarte de Valmora enrollado en su brazo. Sus botas arrastraban polvo y sudor. El jefe del clan de Kareth tomó el mensaje, lo abrió y leyó en voz alta, con voz grave.
-El Clan de Valmora ha sido atacado. Se ordena el regreso inmediato de todos los cazadores del reino. El peligro ya no está limitado a Kareth.
Un murmullo inquieto recorrió la sala. Algunos golpearon la mesa con el puño, otros dejaron escapar maldiciones ahogadas. El nombre de Valmora siempre había significado seguridad. Si habían atacado allí, entonces ningún reino estaba a salvo.
-¿Cómo es posible?. pregunto unos de los más jóvenes- ¡Valmora es el corazón, está protegido mejor que nadie!.
- Si valmora fue debilitada. murmuró otro- ¿que nos espera a nosotros?
El jefe levantó la voz para oponerse al murmullo.
-Partiremos al amanecer, los de Valmora deben regresar. Y el resto volveremos a la capital. Preparen monturas y suministros. Nadie se queda atrás.
Cuando los demás se dispersaron para cumplir las órdenes, Kara volvió a mirar a Arseni , que aún no había dicho una palabra.
-¿Qué opinas de todo esto?-preguntó, sentándose frente a él.
El guardó un largo silencio, hasta que la presión de su mirada lo obligó a hablar.
-No lo sé. Solo…había algo en esa batalla. Algo diferente que no puedo explicar.
Kara lo estudió en silencio, como si quisiera arrancarle la verdad directamente de la mirada.
-¿Lo que viste o sentiste te asustó?
Arseni tenso la mandíbula.
-No me asusta lo que vi. Me asusta que empiezo a pensar que no todo lo que nos contaron de los ángeles es verdad.
Kara alzó la ceja, sorprendida.
-¿Te das cuenta de lo que dices? Eso es casi traición.
-Lo sé- respondió él con frialdad- Por eso no pienso repetirlo.
Kara lo observó un instante más, y entonces sonrió con una calma extraña.
-Me recuerdas a mi hermano- dijo suavemente- También se quedaba las cosas dentro, hasta que lo consumen. No voy a dejar que te pase lo mismo.
Arseni entrecerró los ojos.
-¿Qué quieres decir?.
- Que si vuelves a Valmora, voy contigo- afirmó con gran peso sobre sus palabras.
Él negó con la cabeza.
-No tienes porque cargar con lo mio.
Kara se inclinó hacia él, sus ojos brillaron con determinación.
-Claro que si. Porque algo te esta pasando Arseni y tarde o temprano te va a quebrar si sigues cargando con ellos solo. Y no pienso dejar que un compañero caiga, ni como cazadora ni como…hermana.
El lobo de Arseni, que había estado echado a su lado, gruñó suavemente, como si aprobara sus palabra.
Arseni soltó un suspiro cansado, guardando sus cuchillas.
-Muy bien. Vendrás conmigo.
Kara sonrió apenas, satisfecha.
Esa noche, mientras el campamento se preparaba para la partida. Arsei levantó la vista hacia el cielo. Una estrella brillaba con intensidad inusual, como si lo observara. Y no lo profundo de su ser, aquella voz volvió resonar.