El amanecer tiño de rojo las arenas de Kareth, cuando todos se preparaban para partir, kaela se detuvo y se dirigió hacia una tienda.
-Acompañaré a Arseni a Valmora- dijo con fuerza a Davor- Así que debo despedirme
-Es peligroso que lo acompañes- dijo en un tono molesto y de preocupación- Y si pelea como la última vez, ambos podrían morir.
Arseni que estaba unos pasos atrás de Kara, escuchó aquellas palabras, él sabía que ese incidente no volvería a pasar.
-Te prometo que cuidare de ella- dijo acercándose hacia ellos dos-aunque no lo necesite.
.-No confío en ti, forastero, pero si ella desea seguirte, no puedo hacer nada al respecto- murmuró mientras miraba a Kara.
Kara y Davor se abrazaron, mirando aquella escena se puso a pensar que él nunca tuvo esa cercanía, a Andrei lo consideraba un segundo padre, pero nunca se lo había dicho, la relación que tenía con él era muy diferente, se preocupaba por él pero realmente el no sabia si Andrei lo cuido cuando su padre murió porque lo vio como un deber o como algo más. Y lo más cerca de tener una amistad cercana es cuando conoció a Elian D amaro . Era un joven de su edad, él empezó a entrenar cuando cumplio 15, fue durante los entrenamientos que lo conoció, era el único chico que lo seguía, a diferencia de los otros chicos que lo miraban como si le temieran y el constante murmullo de cuando su hermano murió. Se fue de Valmora sin despedirse de él.
Mientras sus pensamientos vagaban, Kara lo trajo de vuelta.
-Despierte señor Gruñón, es hora de partir- dijo mientras ponía una mano en el hombro de Arseni.
El asintió y ambos se dirigieron hacia donde se encuentran sus transportes. Kara tenía una yegua oscura de mirada alerta, se subieron en sus monturas y partieron.
El desierto se extendía interminable, con dunas que brillaban con brasas bajo el sol creciente. El aire era seco y pesado, pero en aquella inmensidad silenciosa las voces de ambos cazadores resonaban claras.
Kara rompió el silencio primero.
-Nunca imagine ir a Valmora en estas circunstancias. dijo, ajustando la capucha para protegerse del sol - Cuando tuvimos una misión cerca, juré que iría hasta demostrar que podía valerme por mi misma.
Arseni la miró de reojo.
-¿Y lo lograste?
Ella sonrió con un dejo de orgullo.
-Creo que sí. Sobreviví a Kareth ¿no? esto ya es algo- hizo una pausa y luego lo observó con curiosidad- ¿ Y tu? ¿Siempre quisiste ser cazador?.
Arseni guardó silencio unos segundos, el viento azotaba su capa.
-No exactamente. Cuando era niño mi padre era instructor de cazadores, y aunque lo veía entrenar, nunca se me pasó por la cabeza ser uno. A diferencia de mi hermano menor, que siempre lo decía.
Kara lo miró fijamente, notando la tensión en su voz.
-¿Que le paso?
Arseni bajo la mirada, acariciando discretamente el lomo de su lobo.
-Murió cuando él tenía 9 años,fue atacado por un corrompido Yo apenas tenía 12 años. Desde entonces todo cambió.
El silencio se alargó, hasta que Kara habló suavemente.
-Mi hermano, era mi ejemplo. Cada vez que te veo entrenar con esa seriedad, me recuerda a él. Supongo que por eso insisto tanto en cuidarte.
El arqueo la ceja.
-¿Cuidarme? no soy un niño.
-No- replicó ella- pero si eres demasiado testarudo para tu propio bien. Igual que el.
Areni soltó una risa breve, la primera genuina en días.
-¿Y tú cómo es que te llevas tan bien con Davor?
- Pues en realidad lo conozco desde siempre, él nos entrenaba a mi y a mi hermano, cuando murió él fue de mucho apoyo.
Arseni no dijo nada, solo se quedó escuchando, todo lo que ella tenía por decir.
Continuaron avanzando. El sol ya estaba en lo alto cuando hicieron una pausa bajo la sombra de unas rocas erosionadas. El lobo se echó a descansar y la yegua bebió de un odre.
Kara se sentó junto a Arseni, sacando un pedazo de pan duro y pasándoselo.
-Toma, no vas a llegar vivo a Valmora solo con aire.
Él aceptó con un gesto agradecido y mientras comían, Kara habló con tono más bajo.
-¿Sabes? a veces pienso que nos enseñaron a odiar a los ángeles demasiado rápido.
Todo lo malo se les atribuye a ellos, pero los humanos también hemos hecho atrocidades.
Arseni levantó la vista, sorprendido por sus palabras.
-Eso es peligroso de decir.
Ella encogió los hombros.
-Lo se. Pero alguien tiene que pensarlo. Y a ti te vi dudar en esa última pelea. No lo niegues.
Arseni apretó los labios, desviando la mirada hacia el horizonte.
-Quizá tengas razón. Pero si sigo pensando en eso. ¿Qué quedara de mi propósito?
Kara lo miró con seriedad.
-Quizá encuentres uno nuevo. O quizá descubras que siempre estuviste siguiendo uno que no era del todo tuyo.
Arseni no respondió, pero sus palabras lo persiguieron mientras reanudaban la marcha.
La noche los alcanzó cuando aún faltaba mucho camino por seguir. Encendieron una hoguera y descansaron hasta la mañana siguiente.