Las semanas siguientes todo volvió a lo normal con diferencia de que el clima estaba mal, mucha lluvia y frío trayendo como consecuencia que Lucía tuviera los ojos vidriosos, escalofríos, dolor de garganta y síntomas de fiebre. Estaba en su cama tendida, con sus cobijas envueltas en su cuerpo. Su mamá se había ido a trabajar pero le había dejado una copia de las llaves a Matt , dejo también una acetaminofen y un vaso de agua.
Lucía era muy perceptible a enfermarse, una gripa que la mantenía algunas veces en la cama y esas veces siempre Matt estaba a su lado cuidando de ella.
La puerta de la habitación de Lucía se abrió, dejando ver a Matt , el le dio una sonrisa a Lucía.
—Estas muy mal muñeca —afirma el con ternura.
—Debería ir a The Walking Dead— murmura.
El ríe por las ocurrencias de su novia.
Coloca su mano en la frente de ella notando que tenia fiebre.
—Tienes fiebre amor, toca que te quites las cobijas—aconseja
—Pero tengo frío.
—Lo se pero es mejor muñeca porque estas muy caliente—objeta
Ella asiente.
El sale de la habitación y empieza a calentar el caldo de pollo que Grace había dejado para su hija, también en otra taza coloco agua fría y busco una toalla para humedece. Cuando estuvo ya caliente el caldo, llevo en un tazón y en la otra mano el otro tazón con la toalla.
Lucía estaba destapada, sentada y tiritando de frío y pasando papel higiénico en su nariz.
El sonrió con dulzura.
Se sentó en la cama y sostuvo el tazón para empezar a darle cucharadas de caldo a Lucía, ella como niña pequeña que se sentía en ese momento recibía contenta olvidándose del escalofrío que tenia.
Cuando terminó de darle el caldo busco en los cajones otra pijama.
—Ve a cambiarte—ordeno.
Ella con pocas fuerzas hizo un saludo militar para luego ir al baño y cambiarse por otra pijama. Se sentía un poco mas fresca.
Al llegar se volvió a tender en su cama.
Matt paso por encima de su cuerpo dos cobijas de las cinco que antes tenía. El remojo un poco la toalla , la escurrió y la puso en la frente de la chica, haciendo que esta pegue un respingon por sentirse aliviada.
—Ya verás que mañana no estarás tan mal como hoy.
-Espero que sea así —cuchichea con cariño.
Puso cinco veces mas la toalla para que se refrescará y por ultimo se tumbo al lado de ella, abrazándola y estando muy cerca de ella para que logrará entrar en calor.
—Gracias —murmuró ella con ternura.
— No hay que .
El empezó a acariciar la mejilla de Lucía, ella cerró los ojos disfrutando del tacto que le ofrecía.
El sonrió divertido y se acercó a los labios de Lucía, quería besarle y no le importaba que estuviera enferma.
— No, estoy enferma y luego
te enfermaras después—advierte.
—No me importa si me tengo que enfermar sólo por besar a mi muñeca —murmura cerca de sus labios.
—Eres incorregible —recrimina.
El sonrió y se dispuso a besar los labios de la chica, con suavidad, con ternura y delicadeza, sus labios se movían al compás a un ritmo lento, no pudieron seguir porque Lucía se separo rápidamente de el para voltear su cara y estornudar.
El se ríe.
—No te rías.
La expresión sería de ella hizo que el dejará de reír.
—Cuando estas enferma eres muy gruñona —afirma divertido, dejando otro pequeño beso en los labios de ella.
—Eso no es cierto—defiende.
— Si es cierto, te vuelves muy gruñona pero ni siquiera lo pareces por estar así de decaída y tu nariz esta roja como un payaso.
Ella bufa molesta pero a la vez ríe un poco.
Deja otro beso en sus labios y roza su nariz con la de ella en modo juguetón.
Siguieron hablando un rato; pero Lucy estaba cansada y quería dormir, así lo hizo, se acurruco en los brazos de Matt, acurrucada mas a el, por su parte se sentía bien tenerla en sus brazos y cuidarla.
Dormida para el se veia un ángel, además de que estaba mas tranquila y ya no estaba tiritando como antes por el frío.
Logró alcanzar el control del televisor y se quedó viendo una película pero le ponía mas atención a Lucía.
La puerta de volvió a abrir. Grace sonreía a pesar de lo que le contó su hija, se dio cuenta que Matt era el hijo de su mejor amiga que estaba muerta por culpa de Frederick, sus cartas lo decían, cada carta que había mandado para que solo Grace supiera la verdad de lo sucedido antes de su muerte.
Ahora sabía porque se le hacía tan familiares esos hermosos ojos azules que poseía Matt, uno que otro rasgo de Madeline estaba en su hijo.
— Hola Matt —saludo sonriendo .
— Hola Grace —respondió.
—¿Cómo siguió? —pregunto.