Efímero

Capítulo 3

Capítulo 3 | Un montón de problemas

Aunque las ganas me consumen, Matt no me besa y me incorpora en el suelo. Siento una gran decepción, pero debo entender que no nos conocemos de nada.

-Me gustaría saber de ti- comienza a hablar de nuevo Matt algo nervioso, intentando no hablar de lo que acaba de suceder. O de lo que no acaba de suceder.

-¿Qué quieres saber?- respondo aunque no me gusta su pregunta.

<< ¿Quieres que te cuente que soy una puta enferma terminal?>>

Sacudo mi cabeza para ahuyentar esos pensamientos de mi cabeza. Realmente sacan lo peor de mí.

-Por ejemplo... ¿Por qué me has torturado todo este tiempo sin haberte podido conocer?- pregunta y hace que surja de mí una sonrisa. Realmente es un ligoncete, pero no me importa. Me hace sentir viva.

-Eso debería decírtelo yo a ti- suspiro levemente- ¿Por qué no has llegado a mi vida aunque sea un día antes?- pregunto sin que él entienda por donde voy.

Me hubiera gustado conocerle un día antes de saber mi destino, y haberme sentido al menos por un día feliz fantaseando un futuro junto a él.

- Solo me pides un día más?- dice soltando una pequeña carcajada- Yo te pido... toda una vida- dice suspirando y pienso que es de verdad. Mis ojos se entristecen; mi corta vida no merece la pena.

Andamos por un largo rato hasta que mi teléfono suena y mi madre me pide que vaya pensando en volver a casa. Aunque en un principio me niego, Matt me convence para acompañarme a casa.

-¿Voy a volver a verte?- pregunta ya en mi puerta. Yo estoy nerviosa vigilando que en las ventanas no haya nadie asomado.

-Si quedamos pronto sí- contesto, y aunque él no entiende mis intenciones, a mí me destrozan por dentro.

-Mañana- dice sin pensarlo- Mañana a las seis estaré postrado en esta esquina esperando verte.

-Mañana a las seis estarás en el parque- digo enfatizando con dulzura cada palabra. Mi madre se volvería loca si me viera con un chico.

-Está bien- contesta sonriendo. Se acerca con delicadez a mí y besa mi mejilla. Yo suspiro tiernamente- Hasta mañana Elizabeth- dice mientras se despide con su mano.

Yo me quedo como una tonta sonriendo unos instantes en la puerta. Cuando vuelvo al mundo real, abro la puerta y escucho a mis padres hablar acaloradamente. Ellos no se dan cuenta que ya estoy ahí, y Pompidou tampoco.

-No voy a poder vivir sin mi hija- escucho a mi madre sollozando sin parar.

-Sophie, Elizabeth ya no es nuestra hija, solo representa un montón de problemas- contesta con voz dura mi padre.

Al escucharle una lágrima brota por mis mejillas. Soy un montón de problemas, eso es lo que soy para ellos.

Disimulo mis lágrimas y hago como que no he escuchado nada.

-Hola- saludo y me dirijo arriba sin más detenimientos. Corro por las escaleras y llego asfixiada. Cierro la puerta con cerrojo y lo primero que hago es recostarme en la cama. Mi asfixia no cesa y coloco mi cabeza recta, donde también acuden los mareos y la extrema sudoración. Agarro débilmente mi bolsa y me tomo lo que Kendra indicó que me tomara justamente en esos momentos.

Mi madre toca la puerta e intentando relajarme, le contesto.

-Estoy cansada mamá, hablaremos mañana, ¿vale?- disimulo bastante bien y mi madre no se da cuenta.

-Está bien cariño, pero Pompidou quiere entrar y tu respuesta a él no le vale- contesta y oigo como araña Pompidou la puerta. Me siento algo mejor y la abro, dándole paso a Pompidou y dándole un leve beso en la mejilla a mi madre.

Un montón de problemas... eso es lo que piensa mi padre que soy.

¿Por qué no acabar con esto antes?

<<Prefiero quemarme a consumirme lentamente>>

Agarro un vaso de cristal que está sobre el escritorio y, enrollándolo con una toalla, lo rompo. Estoy dispuesta a hacerlo, y no lo estoy a ser una carga para mis padres.

Cojo un pedazo de cristal entre mis débiles manos y me dispongo a rajar una de mis muñecas. Me tiembla el pulso, pero no quiero vivir más así.

Nunca he sido ni seré en estos días que me queden de vida alguien normal.

En ese momento Pompidou ladra a la puerta de mi baño con insistencia y como no cesa, le abro. Veo su carita y algo dentro de mí se rompe más de lo que ya estaba. Voy a coger a Pompidou y él se dirige a la ventana, ladrando ahí más fuerte. Yo le persigo y me asomo, y veo a Matt en la calle.

-¿Qué haces ahí?- pregunto realmente asombrada. No me lo esperaba aun ahí.

Él sonríe y saca su cámara, colocándosela en su ojo y haciendo que salte el flash; acaba de hacerme una foto.

-No podía irme sin comprobar realmente que eres real- contesta bajo para que no le oigan mis padres pero yo sí- Ya me voy, señorita. Hasta mañana.

Yo le hago un gesto con la cabeza y le vigilo hasta que le pierdo de vista. Pompidou me exige que le tome en brazos y así hago.

-Vamos a dormir- le digo como si me entendiera. Olvido mis asquerosos pensamientos suicidas y las confesiones de mi padre y me pongo el pijama para luego tumbarme en la cama y solo pensar en Matt.

Una vez amanece, el día comienza a ser uno de mierda. Lo siento, pero no puedo volver a mirar a mi padre igual. Pero tampoco quiero desatar una guerra entre nosotros y morir estando enfadada con él. Bueno, enfadada ya lo estoy. Peleada más bien.




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