Capítulo 8 | Sesión de fotos
Me encuentro en la cama, recordando, como acostumbro, el perfecto hombre que por suerte o por desgracia, he conocido.
Me siento aferrada a él, y me da miedo la idea de que él se sienta igual conmigo. ¿Qué me deparará el futuro? No lo sé; no sé si sentiré, no sé si veré, apenas sé si después de todo esto, hay algo.
Lo único que tengo claro es que Matt se quedará aquí, como mis padres, soportando mi pérdida, que aunque no sea una grande, ellos lo sentirán. Y eso... eso duele más que cualquier incertidumbre que pueda tener respecto a la muerte.
Un día más mis ojos se abren al notar los primeros rayos de sol reflejándose en mis párpados. ¿Cuánto tiempo me queda para seguir sintiendo esa bonita sensación? Todo es demasiado complicado cuando no sabes cuándo será la última vez que veas todo.
Kendra en varias ocasiones me ha explicado que iré notando mi deterioro, que mi cuerpo me irá avisando que no puede más. Y casi ya me siento así.
Mis piernas apenas responden, están débiles, casi sin ganas de moverse.
Mi respiración está muy pausada, tampoco puedo permitirme andar más de lo debido si no quiero empeorar.
Matt, antes de irse después de su precioso detalle de venir a casa, me ha ofrecido confiar en él y dejar que me lleve a un sitio sorpresa, con la única condición de que debo de ponerme guapa.
Entro a la ducha, y mi madre debe estar pendiente para saber que estoy bien y no me voy a desmayar. Todo comienza a ser triste...
Más triste de lo que ya era.
Por última vez seguramente, quiero verme guapa, como me vi aquel día en la fiesta, que aunque salió mal, por una vez me sentí una joven de 25 años.
Plancho mi cabello con ayuda de mi madre y me coloco unos pantalones claritos vaqueros junto a un crop top rosa.
Apenas media hora después, Matt me espera con su cámara colgada en la puerta de mi casa.
-Eres tan guapa- murmura en mis labios y los besa castamente, percatándose de que mi madre sigue tras la mirilla observándonos.
-Y tú tan ciego- contesto comenzando a notar el rubor en mis mejillas.
-¿Te sientes bien para montarte en Marilyn?- pregunta señalándola con su cabeza. Fijo mi mirada en ella y asiento, me gustaría volver repetir aquel momento sobre ella.
Nos montamos en Marilyn y yo apoyo mi cabeza sobre su fuerte espalda. A pesar de su velocidad, me siento tan segura arropada por su olor y su sola presencia...
Llegamos a un gran estudio y Matt aparca en un recinto cerrado.
-¿Dónde estamos?- pregunto bajándome de Marilyn con su ayuda.
-Es una sorpresa...- dice esbozando una pequeña sonrisa de ilusión, y yo le correspondo.
-¡Vamos!- exclama y comienzo a andar, no correspondiendo a la energía que el momento requiere, pero soy incapaz de estar a la altura.
De camino a donde sea que me lleva, un silencio tormentoso se forma entorno a nosotros.
Él no necesita a alguien como yo, a alguien que cuidar, necesita a alguien que pueda aportarle la misma energía que él tributa... y me duele infinitamente que yo no sea lo ideal para él. Y que él eche de menos algo que nunca ha estado a su altura.
Entramos al estudio y para mi sorpresa, hay una gran pantalla blanca y Matt se para junto a mí para ver mi reacción.
-¿Qué es esto?- pregunto ingenua admirando el sitio tan pulcro.
-Un fotógrafo en un estudio de fotografía junto a la mejor musa y modelo que se puede tener. ¿Qué creer que quiero hacer?- pregunta agarrando con dulzura mi mano, y tira de ella para ponerme justamente frente a él.
-¿En serio...?- pregunto aun mirando el sitio, y Matt para mi cabeza que no para de moverse justo contra su boca, besándola con verdadera pasión y amor.
-No hay nada más eterno que una foto- murmura en mis labios, con un deje de tristeza que me desgarra el corazón.
-Y los recuerdos- digo con una pequeña sonrisa consoladora. Matt me mira por segundos, para después agarrarme por el cabello y oprimirme con fuerza moderada contra su pecho- Si se puede echar de menos, ten seguro que te extrañaré siempre.
-No digas eso por favor...- murmura y noto como mi cabello comienza a humedecerse por sus lágrimas- Daría lo que fuera para que no te fueras nunca...
-Voy a estar contigo siempre- me separo de su pecho y seco con mis manos sus húmedas mejillas.
Matt suspira y cierra los ojos por instantes. Me duele verle así, me duele ver que el miedo a que él lo pase horrorosamente mal cuando yo me vaya es certero.
-Vamos allá, ¿no?- pregunta Matt intentando echar a un lado esa pequeña despedida entre ambos, y yo asiento con una sonrisa.
Miles de fotos y miles de sonrisas. Nunca antes me había sentido tan viva, aun estando tan cerca de la muerte.
Sé que el conservará estos recuerdos materializados en fotos por el resto de su vida, y por ello le pido que él también salga en algunas fotos conmigo. Para que sepa que fui real, y no fruto de su imaginación, como él pensó aquel día que nos conocimos.
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Editado: 24.09.2018